El desafío fronteras afuera

    El comercio exterior de hidrocarburos ya no es una actividad coyuntural y discontinua, sino un componente importante de la actividad petrolera en el país.

    Bajo las reglas de juego actuales, de apertura, desregulación y libertad de mercados, el sector petrolero argentino tiende a vincularse, cada vez más, con lo que ocurre en el orden internacional.

    Actualmente, el mercado internacional de crudo está sobreabastecido, y parece que seguirá así, a menos que la Opep logre imponer reducciones importantes de producción, lo que se considera poco probable. Por otra parte, la producción originada en países no integrantes de la Opep continúa en alza a ritmo acelerado. Además, se pronostica una reducción de la demanda mundial de crudo, cuyo nivel se ubicaría en alrededor de 68,5 millones de barriles diarios.

    El exceso de oferta mantiene bajos los niveles de precios, que actualmente han llegado a descender en US$ 5 por barril con respecto a los niveles de un año atrás, mientras persiste la volatilidad que los ha hecho oscilar en un rango de entre US$ 8 y 40 durante los últimos 20 años.

    También ha habido cambios importantes en el área de refinación, como consecuencia de la sobrecapacidad generada por la menor demanda de subproductos, que motivó un proceso de racionalización que afectó esencialmente a Europa, América del Norte y la zona del Caribe. En ese

    campo, las perspectivas de mediano plazo apuntan a un aumento de la capacidad instalada en los países en desarrollo y en los productores de petróleo.

    Esta situación, junto con otros factores relevantes, como las cada vez más estrictas normas de protección del medio ambiente, impulsó la revisión de las políticas en los principales países productores y consumidores de petróleo. Por la misma razón se están registrando cambios en las estrategias de las empresas petroleras, no sólo en las privadas, sino también en muchas de las

    estatales, que también deben adecuarse al nuevo escenario.

    En Latinoamérica, a todo esto se suman los programas económicos de reforma del sector público y, en particular, de las empresas petroleras.

    LA OPORTUNIDAD DE LA ARGENTINA.

    La Argentina cuenta hoy con una industria más madura, en pleno proceso de cambio y adaptación a las nuevas reglas de juego, que la obliga a repensar su negocio bajo un esquema en el que las empresas enfrentan mayor competencia y deben asumir todos los riesgos propios de la actividad.

    Por supuesto que quedan asignaturas pendientes, como la ineficiencia de la logística y de algunos segmentos del negocio, especialmente el área de downstream, la insuficiente diversificación de la oferta de productos o las especificaciones de calidad de algunos de ellos con respecto a los standards internacionales.

    Aun con estas restricciones, es posible plantear un escenario en el que la Argentina se consolide como un importante actor en la industria petrolera de América latina, no sólo en el ámbito del comercio exterior, donde los hidrocarburos representan ya el tercer rubro en importancia entre las exportaciones, sino también en los segmentos de upstream, incrementando la participación que ya tienen empresas locales en países como Venezuela, Bolivia, Perú, y de downstream, donde todavía la inserción internacional es escasa.

    El en campo del comercio exterior, en el que se han desarrollado mercados en Colombia, Perú, Paraguay, Uruguay, Chile y Brasil, entre otros países, la hipótesis más probable es que la Argentina seguirá contando con volúmenes exportables de crudo y de algunos derivados, considerando que la

    producción total seguirá superando los requerimientos del mercado interno.

    Esta situación global se refleja en forma distinta en cada producto y en cada empresa petrolera, pero tiene un denominador común: el comercio exterior de hidrocarburos ya no es una actividad coyuntural y discontinua, sino un componente importante de la actividad petrolera en el país.

    Luego de un período en que se exportaba con escasa planificación, lo que imposibilitaba una acción comercial consistente, hoy es necesario tener un nuevo enfoque. No se trata simplemente de colocar hidrocarburos en los distintos mercados, sino de aprovechar al máximo las posibilidades que

    brinda contar en forma continua con excedentes de una cierta magnitud, que ubican a la Argentina entre los primeros países exportadores de la región, especialmente en derivados.

    También es evidente que las políticas que se apliquen en el mercado interno -especialmente las vinculadas con precios y productos- tendrán que tener en cuenta lo que ocurre en el orden internacional. En ese sentido, y luego del período de puesta a punto de la desregulación, se requiere una mayor coherencia y eficiencia en la definición de las corrientes de exportación y de importación, especialmente en derivados, evitando sobrecostos.

    En el caso de los crudos, se ha mejorado la acción comercial, lo que, unido a su mayor presencia en los mercados internacionales, ha permitido lograr un aumento de su precio en términos relativos sobre el crudo de referencia (WTI) de alrededor de US$ 2 a 3 por barril.

    Deben seguir realizándose inversiones en todos los segmentos de la actividad, tendientes a la mejora de eficiencia, especialmente en el área del downstream y, en particular, en algunas refinerías. Se puede lograr también una mejor coordinación entre las empresas en lo que se refiere al desarrollo de mercados internacionales, tarea que ha comenzado a rendir sus frutos en los últimos meses, como lo demuestran las exportaciones a Brasil.

    Será necesario, asimismo, utilizar las herramientas y tecnologías de avanzada -aun en el área comercial, como los mercados de futuros y de opciones- que permitan acotar los riesgos de las operaciones de compra y venta de hidrocarburos.

    El cumplimiento de los programas de transformación en los términos planteados permitirá que la Argentina se convierta en un importante actor del área petrolera en la región, aprovechando los cambios que se empiezan a instrumentar en los demás países latinoamericanos.

    El gran desafío de la industria para los próximos años es ofrecer productos de calidad internacional a precios competitivos, lo que permitirá cubrir el objetivo final de la política de desregulación y apertura y ampliar su actividad a otros países de la región y del mundo.

    (*) Presidente de la compañía Interpetrol.