La moneda única europea entrará en vigor el 1°
de enero de 1999 y circulará entre el público a partir
del primer día del 2002. La cuestión afectará,
entre otras cosas, los flujos del comercio internacional y las
carteras de inversiones.
Europa está a las puertas de la unificación
monetaria, un camino largo y difícil que empezó hace
más de siete años. Esa primera fase, que duraría
hasta fines de 1993, tuvo como objetivo principal conformar el gran
mercado interior, consagrar definitivamente la libre
circulación de personas, mercancías, servicios y
capitales, y reforzar la coordinación de las políticas
monetarias.
El hito fundamental de esta etapa fue la firma del Tratado de
Maastricht (el 7 de febrero de 1992), que estableció las
fechas de terminación de la primera fase y de inicio y fin de
la segunda. El calendario final fue decidido en diciembre de 1995 en
la reunión de Madrid, donde también se bautizó a
la moneda única con el nombre de euro.
Las severas perturbaciones que experimentó el Sistema
Monetario Europeo (SME) en 1992 y 1993 pusieron en peligro el
proyecto. La turbulencia concluyó con la retirada de la libra
esterlina y la lira italiana del sistema de cambios, la
devaluación de la peseta y la ampliación de las bandas
de fluctuación de las monedas participantes en el SME hasta
15%.
La segunda fase, que comenzó el 1° de enero de 1994 y
finalizará el 31 de diciembre de 1998, consiste en la
adopción, por los Estados miembros, de programas de
convergencia económica. El déficit presupuestario de
las administraciones públicas no debe superar 3% del producto
bruto interno. La deuda pública debe mantenerse por debajo de
60% del PBI. La tasa de inflación no debe exceder en
más de 1,5 punto el promedio de las tasas de los tres
países con inflación más baja de la UE. El tipo
de cambio debe haber permanecido sin tensiones importantes dentro de
los márgenes de fluctuación del SME durante por lo
menos dos años antes del examen de ingreso en la UME.
¿Quiénes serán los primeros?
Los países que cumplan con los criterios a finales de este
año están obligados a incorporarse a la UME en 1999
(salvo Gran Bretaña y Dinamarca, que disponen de la
opción de mantenerse afuera). Alemania y Francia tienen que
estar en el grupo inicial, porque de otro modo la UME carecerá
de fundamento político y peso económico. También
es muy probable que allí estén los países con
monedas muy vinculadas con el marco alemán, como Austria,
Holanda y Luxemburgo.
En el caso de los países mediterráneos
&emdash;España, Italia, Portugal y Grecia&emdash;, ya se sabe
que este último no podrá estar entre los primeros.
España es, según los analistas, un candidato seguro,
mientras que Italia y Portugal tienen muchas posibilidades.
Entre abril y mayo de 1998 se reunirá el Consejo Europeo
para confirmar qué Estados han alcanzado los requisitos de
convergencia y cumplen las condiciones necesarias para la
adopción de la moneda única. Una vez que se conozca la
lista se constituirá el Sistema Europeo de Bancos Centrales
(SEBC), encabezado por el Banco Central Europeo (BCE), que
comenzará inmediatamente su fase operativa: adopción
del marco regulatorio y organizativo, introducción y
comprobación de los instrumentos de política monetaria
y de los sistemas de pagos en euros. Comenzará también
la emisión de monedas y billetes en euros.
El 1° de enero de 1999 se fijarán los tipos de
conversión entre las monedas participantes con respecto al
euro. Cada moneda nacional se convierte en sustituto perfecto de la
moneda única. El ecu deja de existir como canasta de monedas y
se convierte, bajo el nombre de euro, en moneda de pleno derecho. Las
monedas nacionales dejarán de cotizar en el mercado de
divisas. El SEBC definirá y aplicará, desde entonces,
la política monetaria y cambiaria única.
Los sistemas de pago que no requieran el uso de efectivo
comenzarán a funcionar en euros, concretamente a través
del sistema automatizado Target, que conectará los distintos
sistemas nacionales de pago y permitirá la liquidación
en un mismo día de los pagos entre países. Los sistemas
de pagos minoristas (transferencias, tarjetas, cheques, etc.) se
adaptarán de modo que puedan procesarse en euros.
El uso generalizado de la moneda única se concretará
el 1° de enero del 2002. El euro, en billetes y monedas,
circulará públicamente junto a las monedas nacionales
por un período máximo de seis meses. Es decir que desde
el 1° de julio del 2002 el euro será la única
divisa de curso legal en los países que integren la
Unión Monetaria Europea.
¿Nueva moneda de referencia?
Los economistas coinciden en predecir dos cosas: que el euro
pondrá fin al imperio del dólar como moneda
hegemónica en los mercados internacionales y que el paso de un
sistema financiero unipolar a otro bipolar podría llevar a
grandes conmociones en los mercados y afectar el modo en que los
grandes bloques comerciales del mundo coordinan sus políticas
monetarias.
Si el primer grupo de la UME se forma con una gran mayoría
de los 15 miembros de la Unión Europea, las reservas en euros
superarían los US$ 300.000 millones, el bloque
controlaría cerca de 20% del comercio mundial y sus
exportaciones representarían 10% del PBI mundial.
Según JP Morgan, la cuota del euro en el mercado
internacional se situará entre 35% y 40%. El Instituto
Económico Internacional, por su parte, predice que el euro y
el dólar acabarán acaparando cada uno una cuota de 40%
de las transacciones internacionales, lo que desembocaría en
un sistema bipolar, con Japón como socio menor.
Este cambio se producirá por diversificación de
cartera. Los gestores de fondos reformularán sus cuotas de
inversión y los bancos centrales convertirán parte de
sus reservas en dólares en reservas en euros en consonancia
con los flujos comerciales de sus países. Un ejemplo de esto
es el Banco de Japón, que en la actualidad carece de reservas
en divisas europeas porque ninguno de los socios comerciales
comunitarios de Japón tiene masa crítica suficiente.
Cuando se introduzca el euro, esta situación cambiará
necesariamente.
Para que el euro iguale al dólar en los mercados
internacionales, el cambio de cartera tendrá que alcanzar
entre US$ 500.000 millones y 1 billón. Los analistas de JP
Morgan señalan que el proceso de retirada del dólar ya
se está produciendo. Varios países de Europa del Este
han vinculado sus respectivas monedas al marco alemán.
También hay bastante consenso entre los expertos sobre la
posibilidad de que el tipo de cambio euro/ dólar se torne
mucho más volátil que la paridad marco/dólar. En
otras palabras, la estabilidad que generará el euro dentro de
la UE podría lograrse a expensas de la inestabilidad de los
tipos de cambio entre la UE y sus socios comerciales.
La introducción del euro afectará no sólo a
los mercados internacionales, sino también a una amplia gama
de instituciones internacionales como el Grupo de los Siete, la
Organización Mundial de Comercio y el Fondo Monetario
Internacional. La certeza de todos los economistas es que la UME no
será un mero asunto interno de Europa.
(en Madrid) Fernando Gualdoni
