¿Quién le teme al dragón?

    “Nos acostumbramos a competir en los mercados internacionalesmucho antes de que se concretaran la apertura y el proceso deprivatizaciones.” La afirmación de Gustavo Fazio,vicepresidente de Industrias Metalúrgicas Pescarmona (Impsa),sirve como carta de presentación de un holding empresario quedos décadas atrás apostó a “invertir eninvestigación y desarrollo, cuando el resto de loscompetidores sólo se interesaba por ampliar su capacidad deproducción”.

    Esa definición fue la que llevó a Impsa productorade bienes de capital de alta tecnología, como puentesgrúa y turbinas para centrales hidroeléctricas a poneren marcha, entre finales de los ´70 y comienzos de los ´80, unaestrategia de internacionalización de sus operaciones. “Lasdecisiones de entonces dieron sus frutos. Lo que nos diferencia deotras empresas metalúrgicas argentinas de los ´80 es quemientras muchas de ellas no pudieron sobrevivir, porque lesfaltó producto o tecnología, nosotros logramos perfilarproductos específicos y una tecnología propia que nospermiten enfrentar a jugadores de peso dentro del mercado mundial”,asegura Fazio.

    La empresa vende hoy sus productos en Estados Unidos,América latina y Asia, distribuye sus operaciones en tresplantas ubicadas en Mendoza, Colombia y Malasia, mantiene oficinaspropias en veinte países y factura US$ 160 millones alaño, de los cuales 120 millones provienen de ventas realizadasfuera de la Argentina.

    A pesar de la contundencia de los números, lacompañía enfrenta dificultades de financiamiento. “Elaño pasado fuimos precalificados dentro de una short list paraproveer de turbinas a la represa Tres Gargantas, en China, queserá la central hidroeléctrica más grande delplaneta. Quedamos seleccionados entre los tres mejores fabricantesmundiales, pero no ganamos por dificultades para el financiamiento”,se lamenta Fazio.

    Durante los últimos años, Impsa encontró unasolución en los créditos de exportación queobtenían sus fábricas de componentes de Colombia yMalasia. “Originariamente, la producción de esas plantas eracomplementaria de los productos que fabricábamos en Mendoza.Pero en la medida que crecieron las necesidades definanciación, debimos desarrollar mayor sofisticaciónen nuestras fábricas del exterior, que sí contaban conuna agresiva capacidad de fondeo externo. Así, esas plantascomenzaron a ser alternativas a la de Mendoza, lo que llevó asacrificar exportaciones que realizábamos desde la Argentina.”

     

    Después de la tormenta

    En la actualidad, 67% de las ventas de Impsa se generan fuera delpaís. Y del total de la facturación, US$ 60 millonesprovienen de sus negocios en la región Asia Pacífico.Fazio asegura que Impsa pudo sobrellevar la crisis que afectóa toda la región “gracias a que habíamos firmadocontratos en dólares. En términos de ventas, nuestrasoperaciones en ringitts la moneda malaya representaban US$ 11millones. Hasta el año pasado la proporción era mayor,pero algunos indicadores como el déficit de Tailandia nosllevaron a cubrirnos en monedas internacionales”.

    Al evaluar el perjuicio económico generado por el efectodragón sobre los negocios de la empresa, Fazio estima que “entodo el proceso de devaluación la moneda malaya llegó acaer hasta 60%, para restablecerse y quedar en un valor 30% inferioren relación con el dólar perdimos US$ 3 millones”.

    Sin embargo, ninguno de los contratos que Impsa habíafirmado en Malasia, Indonesia, China y Taiwán fue cancelado ointerrumpido. “Lo que sí nos afecta es el achicamiento delmercado (varios países de la región tienen previstocrecer este año 4%, frente a un promedio de 8% durante losúltimos años). Se postergarán varios proyectos alos que habíamos decidido presentarnos.”

    En opinión de Fazio, esa retracción en la demanda debienes de capital se compensará con “el aumento de nuestracompetitividad. Como fabricamos en un país con monedadevaluada algo que no hacen las empresas con las que competimos en laregión podremos incrementar nuestra participación en elmercado. De esa forma esperamos mantener el volumen de ventas quehabíamos previsto antes de la crisis”.

     

    Redes para hacer negocios

    Al tiempo que Impsa ampliaba las fronteras de sus productos, elGrupo Pescarmona comenzaba a encarar el camino de ladiversificación, “incursionando en otros negocios quesurgían para dar respuesta a necesidades coyunturales y que,con el tiempo, comenzaron a crecer por sí mismos hastatransformarse en divisiones de peso dentro del grupo”, dice Fazio.

    Así, la Corporación Impsa hoy engloba, junto a susactividades metalúrgicas, las de comunicaciones (Impsat),tecnología ambiental (Servicios Ambientales), transporte (losferrocarriles Buenos Aires al Pacífico y General Urquiza) y lade autopartes (TCA – Tecnología de Componentes Automotrices).

    Esas cuatro divisiones ya suman ventas por US$ 430 millones, delos cuales 223 millones (52%) se generan fuera del país. Dosde ellas (Impsat y TCA) aportan, por su volumen defacturación, tantos ingresos como la empresa que dio origen algrupo (ver gráfico).

    Para la compañía, las apuestas a futuro pasan porImpsat, una empresa de redes privadas de telefonía ytrasmisión de datos, especializada en brindar servicios devalor agregado dirigidos al segmento corporativo. Su presencia ensiete mercados del continente además de la Argentina, cuentacon subsidiarias en Estados Unidos, Brasil, México, Venezuela,Colombia y Ecuador la colocan en una inmejorable posición defortaleza para aprovechar las oportunidades de negocios quesurgirán en la región dentro del escenario dedesregulaciones telefónicas previstas para los próximosaños.

    Esas perspectivas de crecimiento son las que alentaron a dosfondos de inversión administrados por la estadounidense MorganStanley & Co. a desembolsar hace poco más de dos meses US$125 millones para comprarle a Stet (subsidiaria de Telecom Italia)25% del paquete accionario de Impsat y convertirse en un socioestratégico para este momento de la empresa. Fazio afirma que”Morgan Stanley garantiza la tecnología necesaria parafinanciar las potencialidades de crecimiento de Impsat”.

    A menos de una semana de concretado el recambio de accionistas, laempresa comenzó a dar señales de lo que seránsus próximas jugadas: en tres años invertirá US$2.000 millones para tender un anillo de fibra óptica queabarcará a todo el continente. Su próximo paso apunta aabrir el capital a la Bolsa, “una forma absolutamente sensata desostener el crecimiento. La oportunidad dependerá de losproyectos en marcha y de las necesidades de financiamiento quesurjan. No puedo precisar la fecha, pero seguramente seráantes de fines del ´98”, anticipa Fazio.