La globalización no sólo trae mayores exigencias.
También introduce costumbres que hace muchos años
fueron incorporadas a la cultura empresaria del mundo desarrollado,
aunque aún están poco difundidas en el escenario local.
Es el caso de las reuniones de trabajo en ámbitos
turísticos y los menos conocidos viajes de incentivos, en los
que grupos de empleados son premiados con tours de descanso
totalmente pagos.
Desde Itaparica, Brasil, adonde viajó para supervisar
personalmente un seminario empresarial, Pier Luigi Taliento
&endash;director del Club Med para la Argentina, Uruguay y
Paraguay&endash; reconoce que es difícil vender al Club como
un destino de trabajo porque se lo suele asociar
automáticamente con diversión.
“Pero aquí, además de la tradicional comodidad del
hotel se puede tener el servicio único de los GO”, argumenta.
Los GO (gentiles organizadores) son una especie de columna vertebral
del Club Med. Resulta algo difícil describir su tarea porque,
en realidad, hacen de todo. En esencia, tienen a su cargo la
atención general de los huéspedes (GM, o gentiles
miembros en el argot de la empresa).
Es posible ver a un GO por la mañana atendiendo la
boutique, a la tarde enseñando natación, a la noche
representando un show francés y luego en el night club,
enseñando a bailar música bahiana. Permanentemente
entrenan y ensayan. Antes de la llegada de un grupo empresario al
village, se reúnen para estudiar sus características y
posibles necesidades.
Taliento explica que el servicio de los GO no sólo pasa por
las relaciones humanas. “Un día antes de comenzar este evento
hubo que cambiar todo el programa. No hubiera sido posible sin la
flexibilidad extraordinaria que ofrece un equipo de estas
características, que resuelve las cosas inmediatamente.”
Todo en uno
Según el ejecutivo italiano, si una empresa elige al Club
Med, en lugar de un hotel, obtiene varias ventajas: combina descanso
y trabajo, brinda libertad a los participantes para que cada uno haga
lo suyo y, sin embargo, todos están siempre dentro del
village, al alcance de la mano. Otorga a los encuentros un toque
más informal, lo que permite establecer relaciones más
directas entre el top management y el resto del personal de la
compañía que realiza el encuentro.
“Un hotel sólo ofrece las habitaciones y las salas de
convenciones. En el Club ya está todo armado: comidas, shows,
se pueden pedir espectáculos especiales y hay un solo
referente para resolver todo” afirma, mientras observa el minishow
acuático que los GO prepararon en la inmensa piscina de
Itaparica.
Con las ollas a otra parte
Essen es una empresa de Venado Tuerto, Santa Fe, que fabrica y
exporta vajilla de aluminio de alta calidad. Su estructura comercial,
basada en el marketing directo, ha hecho de las reuniones de trabajo
en el exterior un lugar habitual.
Luego de varios años de celebrar sus encuentros en hoteles,
en mayo decidió salir de lo tradicional y realizar su
seminario anual en un Club Med. Casi 450 personas &endash;entre
directivos, personal administrativo y vendedoras&endash; se
adueñaron por cuatro días de las 33 hectáreas
que ocupan las instalaciones de Itaparica.
Aunque es común que grandes empresas, como la filial
brasileña de Tupperware, realicen allí sus
convenciones, ésta fue la primera vez que una firma argentina
alquilaba un village completo del Club Med.
El complejo de Itaparica está ubicado en la isla del mismo
nombre, a menos de una hora de ferry de la ciudad de Salvador de
Bahía, Brasil. Bendecida por una vegetación exuberante,
goza todo el año de un clima privilegiado y es, junto a Rio
das Pedras, al sur de Río de Janeiro, uno de los destinos en
los que la división empresas del Club Med basa su estrategia
para introducirse en el mercado local de los encuentros corporativos.
Además de las clásicas instalaciones de cualquier
Med &endash;piscina, canchas de golf, tenis, polideportivo&endash;
Itaparica cuenta con un gran salón de convenciones inaugurado
hace menos de un año, con capacidad para 600 personas. Esta
fue una razón de peso para ser elegido por una empresa como
Essen, acostumbrada a montar gigantescos encuentros que, en esa
oportunidad, incluyeron una jornada completa de trabajo y dos cenas
de gala.
Construido a un costo de casi US$ 2 millones, a unos 10 minutos de
caminata de las instalaciones centrales, el salón luce un
estilo arquitectónico especialmente pensado para no romper la
armonía del paisaje tropical que lo rodea.
Taliento admite que las negociaciones con Essen no fueron
fáciles. “Estaban acostumbrados a hacer las reuniones en
hoteles y no llegaban a entender la importancia de contar con un
equipo como el nuestro. Temían que se generaran conflictos con
su gente y ahora se dieron cuenta de que, en lugar de eso, nuestro
sistema es un valor agregado. Comprobaron que combinar la
reunión de trabajo con descanso y diversión les
permitió aumentar el rendimiento de la gente en forma
notable.”