La modalidad tradicional de trabajo en la industria de la construcción es la llamada obra mojada, donde la combinación de los elementos se realiza mayoritariamente en el lugar de la edificación. La necesidad de reducir los tiempos y la incomodidad que generan aquellos métodos en el caso de viviendas unifamiliares contribuyeron a impulsar el desarrollo de nuevos sistemas, en los que los componentes (normalmente estructurales) se fabrican en plantas industriales y son luego transportados a la obra para su ensamblaje. Este sistema se denomina obra seca. Claro que, entre estas dos alternativas, existen muchas opciones con diferente grado de industrialización.
Los nuevos sistemas constructivos pueden clasificarse a su vez en dos grandes grupos: los tradicionales racionalizados y los sistemas y componentes industrializados. Los primeros abarcan metodologías y elementos que, aplicados a la obra húmeda, reducen los tiempos y costos, y mejoran la calidad. Van desde un riguroso desarrollo del proyecto hasta el uso de nuevas técnicas de aplicación de los materiales (técnicas del hormigón, revoques proyectados, entre muchas otras).
Entre la oficina y el country
Estos sistemas han tenido mayor impacto en emprendimientos para usos industriales y comerciales. En la construcción en altura, además, se ha producido una fuerte innovación vinculada con la tecnología del hormigón. Un buen ejemplo es el reemplazo de los encofrados de madera por los metálicos, así como la incorporación de aditivos y metodologías como el bombeo del material.
En el mercado residencial, la incidencia de los nuevos sistemas industrializados aún es baja, debido a que los consumidores suelen preferir los materiales tradicionales (ver recuadro). Sin embargo, es posible combinar ambos. Un nicho donde los sistemas han alcanzado cierta difusión es el de los barrios privados y countries.
En el interior del país, el panorama es muy variado. El clima y las características físicas de cada zona suelen determinar la elección.
Un inconveniente significativo de los nuevos sistemas es la incidencia de los costos de transporte, o que los materiales sean demasiado caros para el tipo de obra, como en el caso de las viviendas de interés social.
Mercado en construcción
El mercado de la construcción representa actualmente alrededor de 6% del PBI, unos US$ 18.000 millones al año. La recuperación que impulsó la estabilidad económica a partir de 1991 tuvo un fuerte estímulo inicial debido a la necesidad de compensar el proceso de desinversión pública y privada que se había registrado en la década de los ´80. La repatriación de capitales y su vuelco al mercado inmobiliario prepararon un boom en la construcción que fue acompañado por los consumidores, especialmente la clase media, y que duró hasta 1995.
La recesión resultante del efecto tequila golpeó duramente al sector, con cierres de empresas y una caída de 12% en su actividad.
Recién a fines de 1996 se volvieron a recuperar los niveles de 1993. Comenzó entonces una firme expansión que se prolongó por dos años, hasta que dos shocks externos (crisis rusa y devaluación brasileña) pusieron freno a la expansión. Se acumuló así un stock de edificaciones nuevas sin comprador a la vista. La actividad volvió a caer en 1999 y hoy se mantiene la tendencia.
Tradición versus renovación
Los sistemas constructivos tradicionales se han caracterizado en la Argentina por el uso de materiales arcillosos, ladrillos, cemento cal y arena.
La construcción con otros materiales, como la madera o el acero, nunca logró difusión, por motivos relacionados con la disponibilidad de insumos y los gustos y tradiciones de los inmigrantes que poblaron el país.
En el caso del acero, hay antecedentes de su uso en el pasado, debido a la influencia inglesa, pero las dificultades del abastecimiento externo durante las dos guerras mundiales y la carencia, en aquel momento, de un complejo siderúrgico, lo alejaron del mercado.
En los sistemas tradicionales, la mano de obra es extensiva, normalmente de baja calificación, y los tiempos de ejecución suelen ser largos. El bajo costo de la construcción tradicional, comparada con otros sistemas, consolidó su gravitación dominante y puso freno a la innovación.
En sus versiones más avanzadas, los nuevos sistemas constructivos requieren una menor utilización de mano de obra (sólo el personal necesario para el ensamblado), aunque con algún grado de calificación. El uso de nuevas tecnologías de materiales, métodos de trabajo y sistemas constructivos industrializados, se refleja en dos variables claves: el tiempo de ejecución y los costos de mano de obra.
La difusión que adquirieron en los últimos tiempos los nuevos sistemas fue impulsada por una baja de los precios. Además, la apertura aceleró la llegada de nuevas tecnologías. Hoy, en la Argentina están presentes los últimos adelantos, y la oferta local de productos nacionales o importados no se diferencia notablemente de la que se encuentra en cualquier país desarrollado.
Una categoría en la que se han producido avances relevantes es la tecnología de hormigón. A diferencia de algunos países desarrollados, donde más de 50% de las unidades utilizan estructura de acero, en la Argentina el hormigón fue y sigue siendo el material preferido para el soporte de las cargas. El uso del acero es, incluso, menor que en otros países con tradiciones constructivas similares, como México.
La construcción en hormigón ha sido fuertemente racionalizada por la aplicación de un conjunto de innovaciones, algunas ya presentes en el mercado pero cuyo uso se ha generalizado en los últimos años. Las principales son:
Los encofrados de distintos materiales. Los más comunes son metálicos o de poliestireno expandido. Tienen varias ventajas sobre los tradicionales de madera, permiten mayor velocidad de colocación y ahorros de mano de obra, además de una mejor calidad de las terminaciones.
El bombeo del hormigón.
La generalización en el uso de aditivos, como fibras de plástico para evitar la contracción de fragua, plastificantes que mejoran la limpieza y la resistencia química y mecánica del hormigón, endurecedores y aceleradores del fraguado, y nuevas técnicas de fijación y corte del hormigón.
La preferencia por los sistemas abiertos marca la tendencia. Esto se debe a que permiten mayor flexibilidad en el diseño, y se adaptan mejor a las condiciones cambiantes de la demanda.
Dentro de los sistemas constructivos abiertos, se distinguen varias categorías:
Estructuras de hormigón prefabricadas: como sistema abierto admite la combinación con estructuras de mampostería, hormigón armado in situ, acero, etc. Ofrece rapidez de ejecución, economía, durabilidad, y la posibilidad de cubrir grandes espacios sin columnas intermedias.
Estructuras metálicas: hubo un avance significativo en esta área en dos sentidos; por un lado, la mejora en los elementos de transporte e izado (grúas y otros); por el otro, el cambio de las uniones remachadas por el abulonado o soldado. Son más rápidas, livianas, evitan encofrados y brindan mayores ventajas para construcciones en grandes espacios y en altura.
Tabiquería externa: paneles resistentes a la intemperie en variedad de formatos y materiales.
Tabiquería interna: las hay de distintos materiales, pero la más ampliamente difundida es la de paredes y revestimientos con estructura de perfiles de acero galvanizado sobre los cuales son fijadas placas de yeso.
Otros: paneles de plástico y aluminio que, combinados con vidrios en sistemas de curtain wall, obtienen fachadas livianas con gran resistencia a la intemperie y perfectamente lisas aun en proyectos con paños de grandes dimensiones.
Ventajas y desventajas
Las ventajas salientes de los nuevos sistemas constructivos son el ahorro de mano de obra y la reducción de los tiempos de ejecución. Los principales puntos a considerar son:
Ejecución rápida.
Montaje sin desperdicio de material, como se produce en la obra mojada, lo que se traduce en una reducción de costos.
Excelente aislación acústica.
Baja conductividad térmica.
Mayor resistencia al fuego.
Facilidad en la construcción de las instalaciones sanitarias y eléctricas.
Menor peso por metro cuadrado, lo que disminuye el costo de estructuras y fundaciones.
Bajo costo de mantenimiento.
Otra ventaja de la obra seca es que permite que los solares estén libres de materiales a granel, y que genera una mínima alteración del orden del lugar, lo cual es una ventaja cuando se trata de espacios que están en uso.
Las primeras y evidentes desventajas surgen cuando no se respetan las especificaciones del fabricante, o cuando se utilizan materiales en zonas o destinos de uso para los que no fueron preparados.
Un aspecto de vital importancia es el mayor costo relativo de estos materiales, ya que ningún sistema es más barato que la construcción tradicional, sobre todo en la situación actual, caracterizada por un exceso de oferta de mano de obra. Sin embargo al evaluar globalmente los costos (incluyendo los financieros y de oportunidad), las demoras e ineficiencias revierten el resultado.
Otra de las desventajas es la dificultad de implementar algunos de estos sistemas dentro de los limitados terrenos de las ciudades, especialmente en la construcción entre medianeras, ya que se requiere espacio para el almacenaje, despliegue y armado de piezas.
También es cierto que corregir errores puede resultar mucho más difícil que con los sistemas tradicionales, ya que, una vez que se han montado las estructuras, las modificaciones obligan a abandonar la secuencia de trabajo o requieren de métodos especiales.
El ahorro de mano de obra
La utilización de sistemas constructivos industrializados no lleva a ahorros de mano de obra tan importantes como suele creerse. En un esquema típico de costos, la mano de obra representa 35% del total; el elemento de mayor gravitación (40% del costo) son los insumos. Los gastos generales absorben el resto (25%).
Si la aplicación de un sistema constructivo industrializado lograra reducir en 50% la utilización de mano de obra, y suponiendo que el costo de los insumos no se incrementara, la incidencia sería de una reducción de 17,5% en el costo total.
Las ganancias no son tan significativas, si se tiene en cuenta que hay otros factores que elevan los precios de los materiales. En primer lugar, los costos de flete cobran importancia, y se incrementan cuanto mayores sean el peso por metro cuadrado de material y la distancia desde la planta elaboradora (los sistemas in situ mejoran este aspecto).
Por otra parte, el costo de los materiales es, en sí mismo, más elevado. Y la mano de obra necesaria para el uso de estos sistemas es más costosa, o por lo menos requiere de un mínimo proceso de aprendizaje y práctica, que también deben tener los profesionales encargados de la dirección de obra.
Estos tres factores contribuyen a disminuir los ahorros obtenidos por la utilización de menor cantidad de operarios. Es por ello que la ventaja más significativa que ofrecen los nuevos sistemas no reside tanto en el ahorro de mano de obra como en la reducción de los tiempos de ejecución.
Flujo de caja
La aplicación del enfoque industrial, aun para la obra de pequeña escala (típicamente, la vivienda unifamiliar), y la racionalización de los sistemas tradicionales produjeron una reducción espectacular de los tiempos de ejecución de obra.
Independientemente del ahorro directo e indirecto de costos que permite la aplicación de nuevos sistemas constructivos, es preciso considerar otro aspecto, no menos importante para la dinámica que ha exhibido la economía argentina en la última década: el ahorro en términos de flujo de caja.
Si se toma como ejemplo la actual recesión, en la que los precios de los inmuebles cayeron en promedio 10%, un edificio realizado con el sistema de encofrados deslizantes, que genera un ahorro de seis meses, permite achicar la brecha entre el valor esperado y el efectivamente realizado. Se reduce así la incertidumbre sobre el resultado final del proyecto, un factor clave en el contexto actual, en el que las variables financieras son las que dominan la actividad.
Sin marcha atrás
Luego de la importante expansión desde principios de la década de los ´90, que alcanzó sus picos más altos en los años ´94 y ´98, la construcción se encuentra en la actualidad en una etapa de dificultades, por la menor inversión destinada al sector.
Los sistemas constructivos tradicionales aplicados al segmento de viviendas (el de mayor superficie construida anualmente) cuentan en la Argentina con la ventaja de su bajo costo y la valorización por parte del usuario final.
El segmento destinado a emprendimientos productivos (industriales y comerciales) utiliza fuertemente los nuevos sistemas por sus características técnicas y cortos plazos de ejecución. La aplicación de todos estos nuevos sistemas es un terreno ganado e irreversible: la penetración de las diferentes categorías en el mercado de la construcción es un proceso sin marcha atrás.
La asignatura pendiente de la mayoría de estos sistemas sigue siendo
el precio, un aspecto que debería tender a mejorar a partir de volúmenes
de producción que permitan amortizar las fuertes inversiones que requieren
en términos de investigación, maquinaria y matricería.
Demanda con muchos matices El interés En el segmento Pero esto Por ejemplo, Otro factor |
Los informes sectoriales El Departamento Esos informes En la edición El siguiente N° |
El sumario La siguiente 1.
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Casas más, casas menos El déficit Los segmentos |
Indicadores económicos del sector. Home page de la Cámara Argentina de la Construcción. http://www.camarco.org.ar/ARCHIVOS/Resumen_publico.htm “Roggio y Macri buscan socios”. Clarín, 22 de marzo “Aumenta la construcción pero no crece el empleo”. Clarín, “Skanska has completed the acquisition of Argentine construction company “Los |
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Investigación: Alejandro Manzone