La expansión de las constelaciones satelitales abrió un nuevo frente de riesgo: los ciberataques en órbita. Ante ese escenario, Deloitte decidió pasar de la consultoría tradicional a la acción directa en el espacio, con el desarrollo de Silent Shield, una carga útil de ciberdefensa diseñada para monitorear, detectar y reportar comportamientos anómalos en satélites y enlaces de comunicaciones en tiempo casi real.
Una consultora que mira más allá de la Tierra
Deloitte es conocida por sus servicios de auditoría, asesoramiento impositivo y consultoría de negocios. Sin embargo, desde hace algunos años viene construyendo una práctica específica para el sector espacial, dirigida a gobiernos, fuerzas de defensa y empresas que dependen de datos satelitales para operar.
El razonamiento es simple: a medida que se multiplican los satélites de observación, navegación y comunicaciones, también crece la “superficie de ataque” disponible para actores maliciosos. Para la firma, ya no alcanza con proteger los centros de control en tierra; la defensa debe estar cerca de la fuente de los datos, es decir, en la propia órbita.
En esa línea, la compañía impulsa una flota de pequeños satélites destinada a demostrar que las defensas cibernéticas colocadas en el espacio pueden identificar intrusiones y anomalías de manera más rápida y precisa que los sistemas limitados al segmento terrestre. El proyecto busca posicionar a la consultora como un actor tecnológico dentro de la economía del espacio, y no sólo como asesora externa.
Qué propone Silent Shield
Silent Shield es una carga útil de operaciones de ciberdefensa (DCO, por sus siglas en inglés) que se integra a un satélite para monitorear el tráfico de datos que recorre el bus y las cargas útiles de la nave. Su función es detectar comportamientos inusuales, validar la integridad de la información y alertar a los operadores en tierra cuando identifica riesgos.
La solución puede implementarse en dos formatos: como un “payload sin masa” basado solamente en software, o como un paquete de hardware y software con capacidad de cómputo, memoria, almacenamiento, comunicaciones y un diodo unidireccional dedicado. Esta flexibilidad permite adaptarse a diferentes arquitecturas satelitales y requisitos de tamaño, peso y consumo de energía (SWaP).
En ambos casos, el núcleo de la propuesta es el mismo: aplicar analítica predictiva, algoritmos de detección de anomalías y técnicas de aprendizaje automático directamente en el entorno espacial, en vez de limitarse a revisar los datos una vez que llegan al centro de control.
Defensa “fuera de banda”
Uno de los elementos centrales de la estrategia tecnológica es el enfoque out of band o “fuera de banda”. Silent Shield se conecta de manera pasiva al bus del satélite mediante un diodo de una sola vía. Eso le permite “escuchar” el tráfico interno y observar el comportamiento de los sistemas sin introducir nuevas vías de acceso que puedan ser explotadas por un atacante.
La solución proporciona conciencia situacional cibernética casi en tiempo real sobre múltiples protocolos presentes en la industria espacial —como 1553, CAN, ethernet o SpaceWire— sin hacerse visible para un adversario ni agregar riesgo a las operaciones de misión.
Desde la perspectiva de la compañía, este enfoque resuelve una tensión conocida en ciberseguridad: para monitorear mejor, suele ser necesario abrir más puertas. En el espacio, donde el margen de error es mínimo, la consultora optó por un diseño que observa sin intervenir y que, por construcción, no permite el movimiento inverso desde el payload hacia los sistemas críticos del satélite.
Datos confiables: del sensor al analista
Otra pieza clave de la propuesta es la validación independiente de los datos y sensores. Según la documentación técnica, Silent Shield se posiciona “en el borde” de la recolección de información para confirmar, en tiempo casi real, que los datos son exactos, confiables y no han sido manipulados desde el sensor hasta el analista.
El objetivo es simple pero crítico: evitar que una intrusión silenciosa altere la información en origen y distorsione las decisiones basadas en ella. En misiones de observación de la Tierra, defensa o comunicaciones estratégicas, una imagen adulterada o un flujo de datos modificado puede tener consecuencias operativas y políticas significativas.
La validación independiente cobra especial relevancia en un ecosistema donde conviven satélites gubernamentales, comerciales y de startups, muchas veces compartiendo infraestructura de comunicaciones. La solución de Deloitte apunta a ofrecer a los operadores un “segundo par de ojos” que confirma si el dato que llega a pantalla es realmente el que captó el sensor.
Integridad del enlace y detección en el borde
Además del segmento espacial, la estrategia contempla la integridad de los enlaces entre la nave y la estación terrena. Silent Shield trabaja en conjunto con sensores de ciberseguridad en tierra para comparar la información transmitida y recibida, con el fin de identificar posibles manipulaciones en el trayecto o intentos de contacto no autorizados.
La detección en el borde, es decir, lo más cerca posible del origen de la señal, permite generar alertas tempranas sobre actividades anómalas —cibernéticas o de otro tipo— y brinda información adicional para la toma de decisiones operativas. La documentación de la compañía subraya que esta capacidad está pensada para “asegurar la misión y fortalecer la resiliencia cibernética de la empresa espacial”.
En la práctica, esto significa que un operador podría recibir, casi en simultáneo, la confirmación de que un sensor se comporta fuera de los parámetros habituales, que un enlace presenta patrones sospechosos o que un dato crítico no supera los controles de integridad.
Razones detrás de la apuesta espacial
La decisión de una firma de servicios profesionales de invertir en cargas útiles espaciales responde a una combinación de factores estratégicos. En primer lugar, la base de clientes de Deloitte incluye organismos de defensa, agencias espaciales y compañías que dependen de servicios satelitales para comunicaciones, logística, energía o finanzas. Para todos ellos, la confiabilidad de la información es un activo central.
En segundo lugar, la economía del espacio se proyecta como un mercado en expansión en las próximas décadas, con constelaciones de órbita baja, programas de exploración y nuevas aplicaciones comerciales. Al ofrecer soluciones propias, la consultora busca capturar parte de ese valor y diferenciarse de competidores que limitan su rol al asesoramiento.
En tercer lugar, la ciberseguridad se convirtió en un vector transversal a todos los sectores. El espacio no es la excepción: un ataque a un satélite puede interrumpir servicios de navegación, afectar la sincronización de redes eléctricas o interrumpir sistemas financieros. La firma interpreta que los marcos regulatorios y las exigencias de compliance terminarán por exigir pruebas de resiliencia cibernética también en la órbita, y pretende anticiparse con una oferta ya probada.
Hacia una nueva categoría de servicios
La hoja de ruta de la compañía combina el despliegue de Silent Shield en satélites propios de demostración con la integración de la tecnología en vehículos de otros operadores. El objetivo es validar en operaciones reales que la detección y análisis en órbita aporta información que no se obtiene sólo con herramientas en tierra.
Si la apuesta resulta exitosa, puede abrir una nueva categoría en el mercado: la de servicios de auditoría y aseguramiento cibernético desde el espacio, donde la misma empresa que asesora sobre riesgos también provee la tecnología que los monitorea.
Para la industria satelital, iniciativas como ésta marcan un cambio de etapa. El foco ya no está solo en lanzar más naves o ampliar la capacidad de transmisión, sino en garantizar que cada bit que cruza el espacio sea confiable. En ese terreno, Deloitte busca un lugar propio, con una estrategia que combina su experiencia en gestión de riesgo con una presencia, cada vez más concreta, en la órbita terrestre.












