Entre quienes defienden la virginidad absoluta de los bancos y aquellos que los condenan como únicos responsables de la crisis de los últimos meses, está el análisis de quienes, más allá de las simplificaciones, desmenuzan factor por factor qué es lo que viene ocurriendo en el sector financiero durante los últimos tiempos.
Atribuir a un único detonante o a un solo actor el proceso que derivó en el corralito y sus consecuencias es, en cierto aspecto, una simplificación extrema. De hecho, a más de seis meses de implementada la medida, no es tan fácil despejar la X de la ecuación conformada por los argumentos de entidades y ahorristas, cuya complejidad queda expuesta diariamente en la imposibilidad de resolver el conflicto que amenaza con acabar el sistema en su totalidad.
Yo acuso
De un lado del mostrador, los ahorristas, principales damnificados en la crisis del sector, imputan principalmente a las entidades extranjeras de estafa y lucro excesivo, amén de identificarlas como “capitales golondrina”, de acuerdo con el comportamiento seguido por algunos bancos que optaron por retirarse de la plaza sin mayores explicaciones durante las últimas semanas.
Al momento de las formulaciones, los ahorristas destacan:
• Los bancos son responsables de haber engañado a la sociedad.
Las entidades bancarias se presentaron en la Argentina exhibiendo una imagen de solidez que en definitiva no tenían. Las garantías internacionales que ofrecían las casas matrices de la banca extranjera con desempeño en el país no fueron tales, como quedó demostrado en casos como el Scotiabank Quilmes, o los bancos Suquía, Bisel y Bersa, que se encontraban bajo la tutela del francés Credit Agricole.
En realidad, no se trataba de filiales de esas sociedades extranjeras sino de franquicias, que no tenían el respaldo internacional que decían tener. En otras palabras, constituían una variante de la banca off shore, que en la Argentina se veía obligada a prestar dinero en el país.
• Los bancos nunca debieron haber ganado lo que ganaron.
La falta de competencia, las altísimas comisiones de las Aseguradoras de Fondos, Jubilaciones y Pensiones (AFJP) donde los bancos participan y los costos exorbitantes son las razones por las que los ahorristas consideran que los bancos deben hacerse cargo de la devolución de los depósitos en su totalidad y en la moneda de origen. Más allá del argumento, resulta válido preguntarse dónde estuvo el Estado durante todo este tiempo para defender a los usuarios de las presuntas arbitrariedades del sector.
• Los bancos extranjeros se comportan como capitales golondrina.
Tal como demuestra la salida de la plaza de distintas entidades y la presión que ejercen otras amenazando con su partida inminente, la banca extranjera vino a hacer negocios a la Argentina, sin correr los riesgos que todo negocio implica.
• Desde el ámbito legal, hay quienes se preguntan si los
directivos bancarios no violaron normas establecidas y convenciones de prudencia
al aceptar la venta compulsiva de títulos públicos en forma que
comprometía su patrimonio y sin intentar resistir tales medidas.
Hoy, ante normas que ponen en riesgo su rentabilidad, dejan el país sin siquiera devolver lo que por legítimo derecho y de acuerdo con las disposiciones vigentes les pertenece a sus clientes, como fue inicialmente el caso de las cuentas sueldo, cuyos depósitos no fueron devueltos por el Scotiabank (situación ahora corregida).
Asimismo, los ahorristas se preguntan qué será de los empleados del sector y cuánto influirá en los índices de desocupación el retiro de las entidades de la plaza local.
El programa económico de la década pasada, según Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001, “fue aplaudido por permitir gran participación extranjera en la compra de bancos. Eso creó un sistema bancario que parecía más estable; sin embargo, no dio préstamos a la pequeña y mediana empresa. La lección es que el crecimiento necesita instituciones financieras que otorguen préstamos a las empresas nacionales. Vender bancos a extranjeros sin adecuada protección, puede bloquear el crecimiento y la estabilidad”.
Que la inocencia te valga
Del otro lado de la mesa, en el medio del colapso y sentenciados por la opinión pública, los bancos no están dispuestos a acatar el fallo resultante del hipotético juicio al que los sometió la sociedad sin antes ejercer su derecho a la legítima defensa, centrando en tres ejes –la desconfianza, la pesificación y la devaluación– las razones de la crisis.
Puestos a argumentar, las entidades subrayan:
• Los bancos no fueron responsables de la fuga de capitales ni
de las corridas bancarias.
La desconfianza que sentían tanto los analistas internacionales como la sociedad en general acerca de que la Argentina pudiera mantener la convertibilidad generó las fugas de dinero y las corridas en la City del pasado diciembre.
Como se señaló oportunamente, ningún sistema financiero del mundo resiste el retiro simultáneo de toda su cartera de depósitos. Asimismo, los vaticinios de los analistas que vislumbraban el default trajeron aparejada la fuga de los capitales que terminó en el corralón.
• No es el sector bancario el responsable de la devaluación.
Los costos devengados de esta acción no pueden ser pagados por esta actividad, que se vio involucrada en la medida aun cuando la devaluación es, ante todo, una medida de política económica.
• Los bancos tampoco fueron responsables de la política
de pesificación asimétrica.
La convertibilidad nunca fue responsabilidad de los bancos y ellos no pueden poner la diferencia que surge de esta pesificación, que, en esencia, plantea un desequilibrio que debe ser compensado. ¿Quién debe hacerlo? De acuerdo con las entidades del sector, no son ellas quienes deben llevar a cabo esta tarea.
Según interpretan, la pesificación asimétrica es la forma en que el Gobierno le miente a la sociedad; es la manera que encontró para no asumir la responsabilidad en la pérdida de valor de los depósitos. Por lo tanto, razonan, son las autoridades quienes deben hacerse cargo de la compensación que surge de la medida.
Para el FMI la situación es transparente. Como lo advierte Michael Mussa en el documento que se inserta a partir de la página 78 de esta edición: “Algo debe hacerse para despejar el horroroso embrollo en el sistema bancario argentino, porque sin un sistema bancario en funcionamiento es muy difícil restaurar una prosperidad razonable en la economía nacional. Para encarar ese problema, es fundamental reconocer que la responsabilidad del embrollo la tiene totalmente el gobierno argentino, tanto el anterior como el actual”.
Responsabilidad compartida
Frente a unos y otros, también están quienes exhiben posiciones conciliadoras que –nada es casual– apuntan ante todo a encontrar un principio de solución del conflicto.
Son aquellos que, por caso, se preguntan dónde estuvo el Estado frente a los abusos del pasado (y que le reclaman un rol más activo en el futuro) y que, además, aseguran que los bancos tienen que compartir la devolución de los depósitos a los ahorristas.
Para ellos, el mecanismo más transparente para proceder a esta restitución descansa en la venta de los activos por parte de los bancos. Pero, como el valor de estos activos no es el mismo que el de antes de la pesificación, sostienen que la emisión de un bono público es el complemento necesario para llevar a buen puerto esta tarea. “Es responsabilidad de los bancos devolver la plata –subrayan– pero, después de la pesificación, también es cierto que los bancos no tienen la obligación de devolver lo que dice el papel”.
Divididos
Al cierre de esta edición, se perfilaban Mientras los primeros, entre los cuales |