El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) presentó los resultados del informe “Indicadores de condiciones de vida de los hogares en 31 aglomerados urbanos. Primer semestre de 2025”, elaborado a partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). El estudio ofrece una visión integral del bienestar material y social de casi 30 millones de personas distribuidas en más de 10 millones de hogares urbanos.
El relevamiento evidencia una leve mejora en algunos indicadores estructurales —como la calidad de los materiales de las viviendas y la disponibilidad de saneamiento adecuado—, pero también confirma la persistencia de desigualdades entre los distintos estratos socioeconómicos. La población continúa mostrando contrastes marcados en acceso a servicios básicos, cobertura sanitaria, educación y entorno urbano.
Vivienda: materiales adecuados, aunque con déficit persistentes
El 81,5% de los hogares habita en viviendas con materiales de calidad suficiente, mientras que un 12,8% presenta condiciones parcialmente insuficientes y un 5,7% materiales claramente deficitarios. En términos de población, las proporciones son algo menos favorables: el 78% vive en viviendas adecuadas, el 15% en unidades parcialmente adecuadas y el 7% en viviendas de baja calidad.
El fenómeno del hacinamiento crítico —más de tres personas por cuarto— afecta al 1,8% de los hogares y al 3,4% de las personas, es decir, más de un millón de argentinos. La proporción se mantiene relativamente estable desde 2022, aunque con leves mejoras. Por otra parte, el 87,9% de los hogares cuenta con condiciones de saneamiento adecuadas, mientras que el 12,1% restante no dispone de baño dentro del terreno, comparte el sanitario o utiliza instalaciones sin descarga de agua.
Un dato que muestra avance es el de la tenencia de baño con descarga de agua: el 93,9% de los hogares dispone de este equipamiento, lo que significa un aumento respecto de los registros de 2024 (93,5%).
Acceso a servicios públicos: avances desiguales entre regiones
El informe revela que el 90,6% de los hogares accede a la red pública de agua corriente, el 65,7% a gas natural y el 73,1% a cloacas. Si bien estas cifras representan una cobertura elevada, el 46,2% de los hogares no cuenta con al menos uno de los tres servicios esenciales. Las disparidades son mayores entre regiones: mientras los grandes aglomerados del centro y sur del país presentan niveles de cobertura cercanos al promedio nacional, en las provincias del NOA y NEA las brechas son significativamente más amplias.
En el caso del gas de red, el acceso retrocedió respecto de 2022 (69,2%) y mantiene una tendencia descendente. Esto refleja tanto las limitaciones de infraestructura como los impactos del contexto macroeconómico, que postergó nuevas conexiones y obras en redes troncales.
El informe también muestra que el 9% de los hogares se ubica en zonas inundables, cifra que crece desde 2023, y el 5,1% vive a menos de tres cuadras de basurales, indicador que refleja la precariedad ambiental de determinados entornos urbanos. En total, más de 3 millones de personas habitan en áreas expuestas a riesgo hídrico, y 1,8 millones viven cerca de basurales, lo que refuerza las desigualdades en el hábitat.
Régimen de tenencia: estabilidad con alto peso del alquiler
La estructura de propiedad se mantiene estable: el 61,1% de los hogares es propietario de la vivienda y el terreno, el 6,4% solo de la vivienda y el 20,7% alquila. Los ocupantes sin título de propiedad —ya sea por pago de impuestos, permiso o hecho— representan el 9,9% de los casos, una proporción que se mantiene constante desde 2024.
El avance del mercado de alquiler y la falta de acceso al crédito hipotecario continúan condicionando el panorama habitacional. El número de inquilinos se incrementó más de dos puntos porcentuales respecto de la prepandemia, una tendencia que el organismo estadístico atribuye a la pérdida de poder adquisitivo y a las restricciones de oferta inmobiliaria formal.
Cobertura médica: un tercio depende del sistema público
El acceso a la salud continúa reflejando la segmentación del sistema argentino. Según el INDEC, el 66,5% de la población cuenta con obra social, prepaga o mutual, mientras que el 33,3% depende exclusivamente del sistema público de salud, lo que equivale a casi 10 millones de personas. Entre los niños y adolescentes hasta 17 años, ese porcentaje asciende al 43,7%, en tanto que entre los adultos mayores se reduce al 2,5%, dado el alto nivel de cobertura previsional.
Por hogar, el 62,9% cuenta con cobertura completa para todos sus miembros, el 20,4% tiene al menos un integrante sin cobertura privada y el 16,7% depende enteramente del sistema público. Si bien la proporción total se mantiene estable respecto del segundo semestre de 2024, se consolida la tendencia a una mayor dependencia del sector público entre los hogares de menores ingresos.
Educación: asistencia casi universal, brechas de nivel y origen
El informe muestra que la asistencia escolar alcanza al 97,9% de los niños y adolescentes entre 4 y 17 años, consolidando una cobertura casi universal. Sin embargo, la tasa de asistencia desciende al 92,6% entre los niños de 4 años y al 94,9% entre los adolescentes de 15 a 17, donde inciden tanto la repitencia como la necesidad de trabajar.
El clima educativo del hogar —medido como el promedio de años de escolaridad de los adultos— se mantiene como uno de los principales determinantes de la permanencia escolar. En los hogares con clima educativo alto o muy alto, la asistencia alcanza el 98,6%; en los de clima bajo o muy bajo, el 96,5%.
Entre los jóvenes de 18 a 24 años, el 50,4% asiste a un establecimiento educativo, y el 81,5% cursa estudios superiores o universitarios. En tanto, la mitad que no asiste exhibe un patrón heterogéneo: el 59,2% completó el nivel secundario y solo el 5,2% tiene título terciario o universitario.
En la población de 25 años y más, los resultados confirman una mejora paulatina: el 37,6% de los jóvenes de 25 a 29 años completó el secundario, y el 14,3% alcanzó un título universitario. Entre los mayores de 65 años, en cambio, solo el 21,4% finalizó el nivel medio, lo que muestra el salto generacional en la expansión educativa de las últimas décadas.
Desigualdad estructural y pobreza multidimensional
La comparación entre hogares pobres e indigentes y aquellos por encima de la línea de pobreza revela la magnitud de las diferencias estructurales. Mientras el 85,3% de los no pobres habita en viviendas de materiales adecuados, entre los pobres no indigentes la cifra desciende a 64,3% y entre los indigentes a 56,4%.
El acceso a agua corriente también varía: 90,6% entre los no pobres, 87,2% entre los pobres no indigentes y 82% entre los indigentes. La disparidad se amplía en el caso del gas de red: el 70,9% de los no pobres tiene conexión, frente al 39,2% de los pobres no indigentes y apenas el 35,4% de los indigentes.
Los indicadores de entorno refuerzan la misma tendencia. Mientras el 7,4% de los no pobres vive en zonas inundables, esa proporción asciende al 15,9% entre los pobres no indigentes y al 18,6% entre los indigentes. En cuanto a la cercanía a basurales, los valores son de 4,6%, 9,1% y 8,6%, respectivamente.
El tipo de cobertura médica también muestra una fuerte correlación con el nivel de ingresos. Solo el 7,9% de los no pobres depende exclusivamente del sistema público, frente al 36% de los pobres no indigentes y al 64% de los indigentes.
Por último, el clima educativo del hogar es uno de los factores más decisivos: el 31,5% de los no pobres reside en hogares con nivel alto o muy alto, mientras que más de la mitad de los hogares indigentes se concentra en el nivel bajo.
Panorama general y evolución semestral
El INDEC destaca que la mayoría de los indicadores mantienen una tendencia estable desde 2023, con mejoras leves en materiales de construcción y saneamiento, y retrocesos marginales en acceso a gas y en localización de viviendas seguras. El porcentaje de hogares con servicios públicos suficientes aumentó 0,3 puntos porcentuales en un año, mientras que la proporción de hogares en zonas inundables creció casi dos puntos.
El informe fue elaborado con una muestra de 52.700 viviendas, representativa de los 31 principales aglomerados del país. En total, el universo urbano relevado incluye a 29,9 millones de personas. Los resultados, según el organismo, son consistentes con las mediciones previas y permiten observar tendencias estructurales más que coyunturales.
Una foto del bienestar urbano argentino
La publicación de Condiciones de vida 2025 reafirma la utilidad de la EPH como herramienta para el diagnóstico social. En un contexto económico complejo, los indicadores sugieren un escenario de mejoras parciales pero insuficientes para cerrar las brechas estructurales.
La Argentina urbana presenta altos niveles de cobertura en servicios básicos y escolarización, pero con segmentos persistentes de vulnerabilidad, especialmente entre hogares jóvenes con bajo clima educativo y localizados en zonas de riesgo ambiental.
Como advierte el informe, “los indicadores contemplados son de carácter estructural” y su evolución es lenta. El desafío, por tanto, no radica solo en expandir la infraestructura, sino en garantizar que la mejora material se traduzca en igualdad de oportunidades.












