viernes, 5 de diciembre de 2025

SpaceX supera los 10.000 satélites de la constelación Starlink y marca un nuevo récord orbital

La empresa de Elon Musk alcanzó la cifra de más de 10.000 satélites lanzados al espacio a través de la constelación Starlink, lo que consolida su posición en el segmento de conectividad global, pero al mismo tiempo plantea una serie de desafíos regulatorios, técnicos y de sostenibilidad.

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La compañía SpaceX alcanzó un hito significativo al haber superado los 10.000 satélites lanzados en el marco de su constelación Starlink.  El logro se materializó el 19 de octubre de 2025, cuando dos lanzamientos consecutivos añadieron 56 nuevos satélites y permitieron superar esa barrera simbólica. 

El cohete Falcon 9 que realizó uno de los lanzamientos despegó desde la costa este de Estados Unidos y empleó una primera etapa que aterrizó con éxito en un buque-dron en el Atlántico tras la separación. 

Nuevo paradigma en constelaciones satelitales

El ritmo de despliegue de la constelación Starlink ha sido inédito. Según los datos disponibles, del total lanzado más de 8.600 satélites permanecen operativos, de acuerdo al astrónomo Jonathan McDowell.  Además, con esta cifra SpaceX controla aproximadamente dos tercios de todos los satélites activos en órbita terrestre baja en ese momento. 

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La constelación comenzó sus lanzamientos en 2018 con los satélites prototipo y su servicio comercial se puso en marcha en 2021.  La empresa cuenta con autorización para desplegar hasta 12.000 satélites y se habla de planes a futuro que podrían escalar hacia los 30.000 o más unidades. 

Implicancias para la conectividad global

La misión declarada de Starlink es ofrecer conectividad a Internet de alta velocidad en zonas desatendidas tales como áreas rurales, marítimas o regiones remotas sin cobertura terrestre adecuada. El hito de los más de 10.000 satélites refuerza la escala de la infraestructura orbital de la empresa, lo cual potencia su capacidad de cubrir globalmente dicho segmento.

Para la industria satelital en su conjunto, este despliegue masivo subraya que el modelo de constelaciones de baja órbita (LEO, por su sigla en inglés) ha entrado en una fase de ejecución a gran escala, y marca la transición de la promesa al despliegue operativo.

Retos reglamentarios y de sostenibilidad

Sin embargo, el crecimiento acelerado no está exento de desafíos. Uno de los principales es la congestión orbital y la gestión del tráfico espacial —es decir, las maniobras, colisiones u obstáculos derivados de numerosos satélites operando en una misma región orbital—. En este sentido, la proliferación de satélites de Starlink y de otras constelaciones similares plantea la necesidad de coordinación internacional, estándares comunes y vigilancia del entorno espacial para mitigar riesgos de colisión o de generación de basura orbital. 

Asimismo, los reguladores y autoridades astronómicas señalan que la interferencia de señales o emisiones no previstas (por ejemplo, desde satélites) puede afectar a la investigación del espacio profundo o a la radioastronomía. Un estudio reciente detectó emisiones no previstas de satélites Starlink en bandas asignadas para radioastronomía. 

Desde la perspectiva regulatoria, el hecho de que una empresa privada cuente con una constelación tan extensa plantea interrogantes sobre la gobernanza del espacio orbital, la distribución equitativa del espectro y los recursos orbitales, así como sobre el equilibrio público-privado en un entorno que tradicionalmente ha sido tema de organismos intergubernamentales.

El hito superado por SpaceX con su constelación Starlink marca una nueva era en la conectividad satelital global: una infraestructura orbital que hoy escala a alturas sin precedentes. No obstante, la magnitud del despliegue exige que los actores —privados, públicos y regulatorios— antici­pen los desafíos que acompañan la expansión del entorno espacial. En particular, la gestión del tráfico orbital, la mitigación de residuos en órbita y la regulación del espectro son aspectos clave para que esta ambiciosa infraestructura contribuya de forma sostenible al desarrollo digital global.

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