El cáncer de mama constituye la principal causa de mortalidad oncológica en mujeres argentinas, de acuerdo con el Instituto Nacional del Cáncer. Los registros oficiales indican que este tipo de tumor representa el 16,8% de los diagnósticos nuevos en el país. Más allá de los efectos en la salud individual, el impacto económico es considerable tanto por gastos médicos como por la disminución de la productividad.
Las estimaciones privadas calculan que los costos directos derivados de consultas, tratamientos y medicamentos superan los US$ 460 millones anuales, mientras que las pérdidas asociadas a la interrupción laboral o reducción de jornada alcanzan los US$ 300 millones. La mayoría de las pacientes son jefas de hogar que enfrentan simultáneamente la disminución de ingresos y un aumento de responsabilidades familiares, intensificando el desgaste físico y emocional y perpetuando desigualdades estructurales.
A nivel regional, la Organización Panamericana de la Salud informa que en 2022 se registraron más de 220.000 casos y cerca de 60.000 muertes por cáncer de mama en América Latina y el Caribe. Aunque la incidencia es menor que en otras regiones, la mortalidad es superior debido a factores como el diagnóstico tardío y las limitaciones en el acceso a tratamientos y servicios sanitarios.
Las diferencias en supervivencia son marcadas. El Observatorio Global del Cáncer del IARC señala que en países de ingresos bajos o medios fallece el 56% de las mujeres diagnosticadas, frente al 17% en países con muy alto índice de desarrollo humano. Estas disparidades reflejan la necesidad de políticas públicas sostenidas que promuevan la detección temprana y el acceso equitativo a la salud.
En Argentina, organizaciones como Pro Mujer desarrollan iniciativas orientadas a reducir barreras mediante educación, prevención y herramientas digitales como el Chat de Salud, un chatbot que brindó orientación a más de 16.000 personas en 2024, de las cuales 5.500 mujeres accedieron a información específica sobre cáncer de mama. “Estas estrategias pueden reducir hasta un 30% los costos asociados al tratamiento tardío, además de mejorar los índices de supervivencia”, según informó Pro Mujer.
El abordaje del cáncer de mama exige respuestas que contemplen tanto el acceso sanitario como la equidad de género y el fortalecimiento del tejido social y económico. “Es importante destacar que la detección temprana salva vidas y que cada acción para acercar la salud a las mujeres —especialmente a las más vulnerables— tiene un impacto directo en su bienestar, en el de sus familias y en la construcción de una sociedad más justa”, afirmó Pro Mujer.
