En el contexto de la creciente digitalización, la autenticación biométrica física mediante reconocimiento de voz, huella o rostro se consolidó como herramienta clave en la banca latinoamericana. El impulso responde al aumento de fraudes financieros en la región y está acompañado por una expansión significativa del mercado de tecnología biométrica, que según Grand View 2024 superó los USD 4.500 millones en 2023 y podría alcanzar los USD 17.700 millones en 2030.
El uso de biometría física, si bien aporta ventajas en prevención de fraude, introduce desafíos complejos. A diferencia de las contraseñas, los datos biométricos físicos no pueden modificarse tras una filtración, lo que expone a las personas de manera permanente. Josué Martínez, Global Advisor de BioCatch para Latinoamérica, señaló: “Cuando se da un robo de contraseñas, la primera acción recomendada es cambiarlas, en cambio, ante una filtración de datos biométricos físicos, no es posible cambiar de rostro, voz o huella, lo que expone a las personas de por vida”.
A los riesgos inherentes a la protección de datos se suman problemas de sesgo y discriminación, con algoritmos que presentan mayor margen de error en mujeres y personas de piel oscura, especialmente en Brasil. También se registran costes operativos elevados y vulnerabilidades probadas, como el caso de Mercado Libre en Colombia, donde se vulneró un sistema de reconocimiento facial.
La implementación de reconocimiento facial en procesos electorales, como la autenticación de votantes prevista en Colombia para 2026, intensifica las inquietudes sobre la seguridad de los datos y la posibilidad de delitos financieros por suplantación de identidad.
Frente a este escenario, la biometría conductual se presenta como alternativa. Este sistema identifica a los usuarios por sus patrones de comportamiento, vinculando los datos a hashes anónimos que pueden regenerarse en caso de filtración. La recomendación de BioCatch es complementar la biometría conductual como primera capa de prevención y reservar la biometría física para situaciones de riesgo elevado, considerando las implicancias regulatorias, tecnológicas y éticas.
“Todo ello, siempre considerando que el uso de biométricos conlleva implicaciones regulatorias, tecnológicas y éticas”, concluyó Josué Martínez.












