El emprendimiento femenino en Argentina y América Latina se configura principalmente como una respuesta ante la urgencia económica. De acuerdo con el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), el treinta y tres por ciento de las mujeres proyecta iniciar un negocio, mientras que el veintiuno por ciento ya lo está desarrollando. Esta tendencia se vincula a situaciones de desempleo y condiciones laborales precarias, donde el emprendimiento se convierte en una fuente principal de ingresos familiares.
Según un estudio de Emprende Pro Mujer, plataforma de capacitación regional, el setenta por ciento de los emprendimientos impulsados por mujeres surgen desde la urgencia económica. Aunque estos proyectos generan ingresos de manera rápida, presentan limitaciones en planificación, recursos y estrategias comerciales, lo que dificulta su crecimiento sostenido. La entidad señala que el noventa por ciento de sus participantes emprende por necesidad, fenómeno que se refleja también en el GEM: a nivel global, el veintisiete por ciento de las mujeres inicia actividades por necesidad, frente al 21,8 por ciento de los hombres, mientras que en países de bajos ingresos la cifra asciende al treinta y siete por ciento.
La transición de emprendimientos por necesidad a proyectos basados en oportunidad se presenta como una instancia clave para alcanzar estabilidad financiera y desarrollo personal. Factores como la capacitación, el acceso al financiamiento y la construcción de redes de apoyo resultan determinantes para superar limitaciones en el acceso a cargos directivos.
América del Sur exhibe un porcentaje elevado de mujeres en puestos de liderazgo, con el 37,2 por ciento, y en Argentina ellas lideran el 40,6 por ciento de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPyMEs) con personería jurídica. Sin embargo, a nivel global, solo ocupan el 34 por ciento de los cargos de liderazgo senior, con avances marginales respecto de 2024. Las principales barreras incluyen la baja formalización de los negocios, menores salarios y la sobrecarga de tareas de cuidado.
El acceso limitado a servicios financieros representa una de las mayores dificultades para consolidar los emprendimientos liderados por mujeres. Globalmente, el 47 por ciento de las mujeres posee una cuenta bancaria, en comparación con el 55 por ciento de los hombres. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que cerrar la brecha de género en los mercados emergentes podría incrementar el Producto Interno Bruto (PIB) hasta en un 23 por ciento, lo que evidencia el impacto de la inclusión financiera en el crecimiento económico y la reducción de la pobreza.
“7 de cada 10 nacen desde la urgencia económica y, aunque generan ingresos rápidos, carecen de planificación, recursos y estrategias comerciales que les impiden crecer”, señala Emprende Pro Mujer.
