Por Marcos Caruso

La dimensión protagónica del turismo parece destinada a los elogios continuos, pero un indicador de la inflación que no cae bien en la Casa Rosada, lo convierte en sospechoso. En los distintos segmentos que integran el sector, la tesis pareció ser: “al que le quede el sayo que se lo ponga”. Lo cierto es que los hoteleros fueron los primeros en reaccionar con herramientas racionales que pretenden demostrar que, si hubo aumento, no se les debe imputar a ellos.
Según el último análisis de precios realizado por el centro de estudios de la Federación de Empresarios Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (Fehgra), sobre la base de cifras oficiales, confirma –a juicio de la entidad– la poca incidencia que tuvo el sector hotelero en la inflación registrada en enero último. El índice del mes provocó que tanto el Presidente Néstor Kirchner como la ministra Felisa Micelli, señalaran al turismo como factor determinante de la trepada inflacionaria.
Las duras advertencias del Presidente y de la ministra de Economía calaron hondo en la sensibilizada dirigencia turística, que salió a responder de distintas formas y desde diversos sectores. La situación, a su vez, provocó enfrentamientos, acusaciones cruzadas y pedidos de renuncias entre los integrantes de las entidades que conforman la Cámara Argentina de Turismo.
Estas circunstancias trasladaron a un segundo plano las estadísticas de la temporada estival, que viene perfilándose como un nuevo récord en cantidad de visitantes y de gastos per capita, fenómeno que se reitera año tras año desde que la Argentina salió de la convertibilidad y que es tomado como ejemplo por la dirigencia pública y privada al momento de destacar al turismo como una industria generadora de riquezas y de fuentes de trabajo.
Las cifras
En forma trimestral, Fehgra analiza en su centro de estudios la evolución de la economía y del sector en particular. El centro trabaja en 90% con la información oficial.
Con los números en la mano, Alberto Álvarez Argüelles, presidente de la entidad, afirma que los hoteleros no fueron los responsables del incremento inflacionario en el turismo. “Este trabajo es simplemente una muestra de la evolución de los precios. El estudio demuestra la evolución económica de la actividad turística y la incidencia que ha tenido en los precios al consumidor”, expresó el empresario.
Si bien el presidente de la entidad fue claro al señalar que no se le estaba respondiendo a nadie, el trabajo tal vez sirva para disipar dudas y acallar voces dentro de la dirigencia turística, que ha tomado rumbos divergentes a partir de que fueron puestos en la picota por Kirchner y Micelli.
El estudio realizado por Fehgra demuestra, a través de los últimos cuatro años, que cuando se desagrega el índice de Precios al Consumidor, y se comparan cada uno de los componentes que conforman el rubro Turismo, queda en evidencia que el alojamiento es uno de los factores que menos incidió en el aumento de precios que se desató luego de la devaluación.
Según se advierte en el gráfico Evolución del IPC Grupo Turismo Base dic de 2001= 100, las excursiones y paquetes turísticos son los rubros que lideraron la suba, seguidos por el transporte y, recién en tercer lugar, por el alojamiento.
De hecho, sólo durante enero el aumento de precios es mayor que el que se registra en el índice general. Luego puede observarse que el comportamiento en alojamiento es mucho más moderado.
Para la entidad, “analizar solamente el comportamiento de los precios del rubro alojamiento, nada más que en cuatro destinos y además durante enero, muestra una foto muy parcial de la realidad”.
Es cierto, como puede verse en el gráfico Variación mensual del IPC y del rubro alojamiento, que durante los meses de enero los precios aumentan, pero también debe decirse que más de 70% de la demanda turística de todo el año se concentra en ese mes y que en los restantes meses las tarifas hoteleras caen de precio.
“En menos de 40 días al año se da la demanda de 22 millones de usuarios”, dicen en Fehgra, y analistas económicos vinculados con la industria turística destacan: “Estamos en un mercado capitalista; el turismo es un mercado capitalista. Entonces, dadas así las cosas, todos quieren hacer su agosto” (en verdad, deberían decir “su enero”).
Para otros, es lógico que en temporada los precios sean más altos y es un fenómeno que se repite en cualquier otro lugar turístico del mundo, excepto en aquellos destinos donde la estacionalidad no es tan marcada, como por ejemplo Londres o Nueva York.
Por otra parte justifican los ajustes de tarifas en temporada como una previsión ante posibles brotes inflacionarios. “Si en determinados sectores de la industria no se toman precauciones, no pueden hacerle frente a una posible suba de los insumos. Sus empresas quedarían al borde de la quiebra”.
Además, como en 40 días está la demanda señalada, se incrementa el número de empleados. En turismo, tener malos salarios es sinónimo de malos servicios. Es un área de la industria donde se necesita obligatoriamente mano de obra calificada, cara.
Riquezas y trabajo
Tras los primeros meses de 2002, tanto en los despachos oficiales como en las entidades vinculadas con el turismo se machacaba con el concepto de que ésta era la primera actividad económica que demostraba signos de recuperación. Con Enrique Meyer sentado en la Secretaría de Turismo se instaló el discurso de la importancia del sector en la economía, de cómo generaba y distribuía riquezas, además de producir fuentes de trabajo genuinas, y de su incidencia en el PBI.
El funcionario acaba de lucirse en la importante feria de turismo de España, FITUR 2006, donde hizo anuncios de importancia y desde el área a su cargo se indicó que la inversión en el sector hotelero en nuestro país durante este año está estimada en $ 1.419 millones.
Porque te quiero, te aporreo, dice el refrán. Son 200 establecimientos hoteleros más en la geografía argentina, justo cuando en la feria española los grandes operadores de turismo le reclamaron más acción a la comitiva argentina en cuanto a destinos se refiere, porque consideran que la paleta de propuestas se agota en los lugares tradicionales.
Como en cualquier otro sector productivo, en turismo, cuando no hay cosas nuevas que mostrar en un país, el ritmo se estanca, y si los destinos emergentes no son acompañados con inversiones en todos los rubros que conforman la actividad, el viajero no los visita.
Los empresarios hoteleros festejan el hecho de que desde el oficialismo se hagan eco de sus inversiones, dado que encaran emprendimientos sin créditos especiales ni subvenciones.
“Este tiene que ser un sector felicitado –dice Álvarez Argüelles–, somos un sector estrella. Y sin embargo somos golpeados. Pero salimos a dar respuestas inmediatamente. A principios de febrero ya teníamos más de 500 hoteles y 400 restaurantes con promociones concretas, no comisionables. No salimos en diciembre con estas promociones porque sabemos bien que no impactamos en los precios”.
Es muy probable, a su vez, que estas promociones sirvan para que algunos destinos se vean beneficiados inmediatamente, tal es el caso de Villa La Angostura, cuyos empresarios hoteleros observaron los beneficios futuros y actuaron con una rapidez sorprendente.
“El turismo no está aferrado a las variables de cambio –señala Álvarez Argüelles–. Este sector demuestra su actitud con obras, con inversiones y con propuestas”. M



