El Día Internacional del Cabernet Sauvignon, reconocido mundialmente el 28 de agosto, marca un hito para la vitivinicultura argentina. Originario de Burdeos, Francia, el Cabernet Sauvignon es el cruce natural entre Cabernet Franc y Sauvignon Blances, y la cepa tinta más cultivada globalmente. Su expansión y su capacidad de adaptación permitieron que en Argentina, especialmente en Mendoza, la variedad se afianzara y desarrollara una identidad propia, influenciada por la altura de los viñedos, el clima y la cercanía de la cordillera de los Andes.
La familia Arizu, hace más de medio siglo, dio uno de los primeros e indispensables pasos en la cultivación del Cabernet en Mendoza y la Argentina. A partir de ese momento, Luigi Bosca trabajó en construir un estilo propio, fiel a su origen, pero en constante innovación, buscando competir con los principales exponentes del mundo.
En su día, Luigi Bosca celebra al Cabernet Sauvignon con dos exponentes: Leon y De Sangre Cabernet Sauvignon.
“El Cabernet Sauvignon siempre ocupó un lugar central en nuestra historia. Leon representa nuestro homenaje más profundo a nuestro origen, mientras que De Sangre expresa el espíritu de compartir con los que más queremos. En ambos vinos buscamos reflejar, no solo la excelencia del terroir mendocino, sino también la pasión de una familia que hace más de 120 años eligió crecer junto al vino argentino, y desde hace más de 60 con el Cabernet Sauvignon”, remarcó Alberto Arizu (h), cuarta generación de la familia Arizu.
Los exponenetes
Leon, lanzado en mayo de 2025, rinde homenaje a Leoncio Arizu, primera generación de la familia, quien vio en el Cabernet Sauvignon una oportunidad para crecer en tierras mendocinas y transmitió su pasión a las generaciones siguientes.
El corte está compuesto por 91% Cabernet Sauvignon y 9% Cabernet Franc, elaborado con uvas provenientes en un 80% de Gualtallary (Valle de Uco) a 1.200 metros sobre el nivel del mar y en un 20% de Vistalba (Luján de Cuyo) a 1.020 metros. El proceso de selección incluyó micro parcelas con suelos franco limosos, presencia de arcilla y calcáreo, siguiendo tradiciones de Burdeos.
El vino fue criado durante 12 meses en fudres y barricas de roble francés de 500 litros. Las distintas alturas de los viñedos y los sistemas de riego contribuyen a un carácter distintivo en el varietal, que busca vincular la tradición con la innovación enológica.
De Sangre Cabernet Sauvignon, que cuenta ya con una larga historia en el mercado, recuerda la tradición de la familia Arizu, que durante generaciones marcaba las barricas más especiales, reservándolas para compartir con sus seres más cercanos. Esa herencia se transmitió en De Sangre Cabernet Sauvignon, un vino nacido para compartir con quien más se quiera, elaborado con uvas de parcelas seleccionadas de viñedos ubicados en Las Compuertas y Agrelo (Luján de Cuyo) y en Gualtallary y Altamira (Valle de Uco), en Mendoza. Es un tinto de color rojo rubí profundo con aromas pronunciados a fruta negra madura fresca como moras y ciruelas y notas de pimienta muy bien balanceadas. En el paladar es tenso, con muy buena estructura y cuerpo. Taninos de grano fino maduros, acidez equilibrada. Final armonioso y persistente.












