Cada vez más personas deciden ir más allá del statu quo y comenzar un nuevo camino, especialmente después de los 50 años. Sin embargo, ciertas circunstancias evidencian la necesidad de un cambio, ya sea por el deseo de un nuevo desafío, mejorar las condiciones laborales, buscar un mayor equilibrio entre la vida personal y profesional o reincorporarse al mercado laboral tras un tiempo fuera de él. Frente a estas situaciones, es fundamental no dejarse inhibir por la idea de que “ya es tarde”, sino abrirse a nuevas experiencias.
Matiana Behrends, socia de Advisory Services y líder de Human Capital Advisory Services en Grant Thornton Argentina, reflexiona: “El sesgo de la edad, muchas veces autoimpuesto, limita todo intento de hacer algún cambio más alineado a los valores de ese momento de la vida. La realidad es que uno tiene la edad que tiene, haga o no esa actividad o vocación dormida. Entonces, mejor vivir esa edad haciendo lo que uno disfruta o necesita, a no hacerlo”.
En muchos casos, la reinvención surge a partir de una crisis externa que desata la necesidad de cambio. Sin embargo, para la mayoría, el proceso comienza mucho antes, con preguntas internas como: ¿esto sigue funcionando?, ¿quiero seguir por este camino?, ¿es ahora el momento para algo que postergué? Un estudio del Instituto Americano de Investigación Económica (AIER) de 2015 reveló que el 82% de las personas mayores de 47 años que decidieron cambiar de carrera lo lograron con éxito. Muchas optan por el emprendedurismo, no solo como vía de autonomía, sino también como fuente de entusiasmo y vitalidad.
Behrends destaca que “muchas veces vemos que el cambio se da hacia proyectos o emprendimientos propios. Por un lado, porque son una fuente de vitalidad y entusiasmo. Y por otro, porque son lo que podemos controlar. No podemos controlar si el mercado laboral está en alza o en baja. Pero sí podemos controlar nuestros proyectos e ir acomodándonos a lo que plantea la realidad”.
No obstante, la reinvención no es un proceso lineal ni sencillo, y los resultados no siempre coinciden con las expectativas iniciales. La especialista aconseja “hacer pequeñas experimentaciones que no rompan dramáticamente con la realidad actual: desde reconectar con amigos o conocidos que ya no vemos, anotarse en ese curso que siempre quisimos hasta probar con ese emprendimiento de manera part-time”.
El informe “Investigando la Empleabilidad de personas +45” de Diagonal Asociación Civil señala que las barreras en la búsqueda laboral para este grupo etario no solo son reales, sino que tienen un alto impacto emocional. El edadismo —la discriminación por edad— aparece como uno de los principales obstáculos percibidos por quienes intentan reinsertarse en el mercado. Las personas entrevistadas expresan frustración, incertidumbre y desánimo, pero también muestran perseverancia, capacidad de adaptación y deseo de aportar desde su experiencia. El informe destaca que “la experiencia, el compromiso, la responsabilidad y la actitud de seguir aprendiendo” son fortalezas clave que las personas +45 aportan a los equipos de trabajo.
Reinventarse después de los 50 no implica empezar de cero, sino redirigir la experiencia hacia un propósito más alineado con los valores personales. Algunas estrategias clave para lograrlo incluyen:
– Buscar el punto en común entre lo que sabemos y lo que disfrutamos hacer.
– Evaluar nuestras habilidades actuales y aquellas que necesitamos desarrollar.
– Considerar el impacto financiero del cambio.
– Aplicar metodologías ágiles para adaptarse, medir avances y ajustar el rumbo sin frustrarse.
Behrends concluye: “Aplicar el mindset ágil significa considerar una propuesta de valor inicial que nos permita enfocarnos en lo que verdaderamente importa, para estar dispuestos a adaptarnos y repensar el plan las veces que sea necesario sin frustrarnos, sino por el contrario, aprendiendo de nuestros errores”.
En definitiva, reinventarse después de los 50 es una oportunidad para reconectar con lo esencial: propósito, motivación y deseo de seguir creciendo.












