“Si tener buena información siempre es importante, lo es aún más en escenarios complejos y de limitaciones de recursos. La gestión se basa en información; si no tenemos datos adecuados y un contexto para analizarlos, el management está “ciego” respecto a cómo manejarse, y en materia de Riesgos y Oportunidades Ambientales y Sociales (ASG o ESG, en inglés) también es así”, reflexiona Julián Costábile, socio de Sustentabilidad en SMS Buenos Aires. Por ello, agrega, “contar con información de calidad es clave para tomar decisiones adecuadas. Definitivamente el auditor tiene un rol en fortalecer la calidad de esa información, no solo ante terceros a través de una opinión independiente, sino también dándole a la empresa misma un feedback sobre cómo mejorar la calidad de esa información”.
La sustentabilidad ante nuevas tendencias
¿De qué manera las consultoras se posicionan como socias estratégicas frente al cambio climático y la sostenibilidad? ¿Qué retos enfrentan ante nuevos paradigmas muchas veces contrapuestos al cuidado del medio ambiente?
El tema nos desafía a un nuevo rol y mirada. No se trata de ver solamente cómo se cumplen las normas (que muchas veces no existen), sino cómo efectivamente agregamos valor. Y esta frase tan trillada debe traducirse en temas concretos, por ejemplo, ayudar a planificar el ahorro de energía (y por lo tanto costos) a la empresa, adoptando tecnologías que reduzcan a la vez las emisiones GEI. Así se moverá lo ambiental desde una obligación de cumplimiento a una oportunidad de negocios. Facilitar la medición ayuda a mejorar el financiamiento, permitiéndole a las organizaciones acceder a nuevos inversores con interés en impactar en esos KPIs (indicadores claves). Por ejemplo, vemos en varios países de la región, fondos de inversión internacionales financiando a bancos para que saquen líneas de crédito para eficiencia energética, para que industrias y sectores tengan acceso a facilidades para incorporar tecnología. Es decir, no se trata de un tema “anti-negocios” sino todo lo contrario, y a la vez es bueno para el planeta. Se alcanza esto, retomando el punto inicial, con buena información que brinde confianza al inversor o financiador, que requiere lógicamente de un proceso de auditoría externa. Lo mismo pasa con los factores sociales; incluir a las comunidades locales, pymes, y otros actores en las cadenas de valor, es clave para que las empresas mejoren no solo la llamada “licencia social” sino también para que encuentren más y mejores oportunidades que de otro modo no se hubieran identificado.
¿Qué factores geopolíticos están configurando las prioridades en las demandas de consultoría de sus clientes?
Estamos en un momento muy interesante de confluencia de tendencias diferentes. Por un lado, un gran número de empresas y organismos han comenzado a gestionar los factores ASG y a desarrollar más y mejor información, ya no son solo un pequeño grupo de líderes, sino que es un campo mucho más amplio. Es una tendencia de fondo que parece irreversible y que hace a la mejor gestión en general de una organización. Quizás no es posible tener una estrategia perfecta y definida para los diversos temas, pero lo que no podemos es “no saber dónde estamos parados”. Es clave tener los datos, luego cada management priorizará dónde enfocar, pero no saber qué ocurre en estos temas a lo largo del negocio es un abordaje definitivamente muy limitado. Por otra parte, luego de un período de auge, en el cual se desarrollaron estándares, regulaciones, y certificaciones de todo tipo (quizás en algunos casos en exceso) surgen quienes se cuestionan el para qué de tanto esfuerzo e inversión. Esto hace a la madurez del tema, a poder realmente enfocarnos en lo importante. No se trata de que la organización deba cumplir cientos de parámetros y anotarse en todas las iniciativas y certificaciones, sino de priorizar qué es lo importante para su negocio, y luego medir y gestionar. Aún hay posiciones extremas en la materia, pero el mercado va a ir encontrando un consenso razonable sobre el tema.