Por Julián Colombo, director general de Bitso Argentina.
El 100% de las personas que compraron bitcoin y lo holdearon están hoy en números verdes. Llegar a USD 100.000 dólares demuestra la solidez del protocolo de Bitcoin y el futuro de su criptomoneda. Y que obtener rendimiento con este activo no es cuestión de “suerte”, sino de entender sus fundamentos.
Este año, se demostró como nunca antes la confianza no solo de la comunidad y la industria en bitcoin sino también de las empresas, inversores institucionales y de los gobiernos.
Este fue un gran año para bitcoin. Empezó 2024 con un valor que oscilaba entre los US$ 41.000 y US$ 44.000 en enero, y la aprobación de los ETF por la SEC de Estados Unidos ese mismo mes impulsaron un alza en el precio, al alentar la demanda de nuevos actores institucionales, especialmente de fondos, que comenzaron a operar con bitcoin. Esos ETFs atrajeron, en solo 10 meses, más de US$ 50.000 millones. Luego, la expectativa de un halving en abril (que recorta a la mitad la oferta de esta moneda) impulsó aún más el valor, llevando a BTC al primer ATH del año, al fijar US$ 73.000 a mediados de marzo.
Sin embargo, luego de ese repunte, bitcoin se quedó en una especie de ‘estancamiento’, entre los 50.000 y 60.000 dólares. Y recién a partir de las elecciones de Estados Unidos vimos como este activo y otras cripto, como ether o solana, comenzaron una racha alcista, lo cual generó mucho optimismo.
En este máximo histórico influyen así varios factores, pero se destaca el triunfo de Trump en las elecciones de EE.UU., quien se manifestó en campaña abiertamente a favor del desarrollo cripto, y, con ello, también el próximo cambio de las autoridades regulatorias en ese país, especialmente en la SEC, cuyo titular Gary Gensler no tenía muy buena relación con el mundo cripto. Estos acontecimientos impulsan grandes expectativas en el sector no sólo para bitcoin, sino para los activos digitales en general.
Este contexto y el avance hacia una regulación más favorable para el desarrollo de estos activos a nivel global (y también en la Argentina con los recientes anuncios de la CNV), contribuyen a generar una mayor confianza en el mundo cripto. Esto, a su vez, alentaría la inversión de más fondos institucionales, impulsando tanto el valor de los activos como la consolidación del mercado. Al operar dentro de un marco legal y transparente, los criptoactivos se consolidan como una opción legítima de inversión y no solo como un activo especulativo, permitiendo que más empresas los vean como una herramienta estratégica para diversificar sus portafolios.
En Argentina
En la Argentina, también fue un año de grandes avances para bitcoin en particular y las cripto en general. Se dieron importantes pasos de cara a una regulación que promueva el crecimiento del sector. Se destaca la creación del registro de Proveedores de Servicios de Activos Virtuales (PSAV) por parte de la Comisión Nacional de Valores (CNV), quien llamó una consulta pública para la revisión de sus requisitos. Además, bitcoin fue uno de los activos habilitados para declarar en el marco del blanqueo de capitales lanzado este año, y hoy las empresas pueden también considerar sus tenencias en bitcoin en su patrimonio. Días atrás, además, la CNV habilitó la integración de bitcoin y ether en la emisión de FCI (Fondos Comunes de Inversión), ofreciendo así a los inversores tradicionales una nueva vía de acceso al mercado cripto. Y, sobre el cierre de año, un diputado aliado al gobierno presentó un proyecto para incorporar bitcoin a las reservas del país.
Bitcoin es la criptomoneda que más tienen los argentinos en sus billeteras: el 48% de las tenencias son de esta divisa, seguida por stablecoins (26%) y ether (8%), según el último reporte elaborado por Bitso al primer semestre de 2024. Los recientes máximos históricos de Bitcoin solo refuerzan su atractivo, consolidándose como una de las opciones preferidas para los inversores.
