Cada uno elige al auditor que le merece confianza

    DOSSIER |

    Por Florencia Álvarez

    Según Miguel Centarti, socio de Baker Tilly Argentina, los entes reguladores no deberían resolver con qué tipo de auditoría debe trabajar una empresa: “Cada institución debe hacerlo con quien le despierte mayor confianza”.
    Baker Tilly International está posicionada en el octavo puesto en facturación entre las mayores firmas auditoras del mundo. Tiene presencia en más de 93 países y desde 2009, cuenta con una base en la Argentina. La historia se remonta al año 2000, cuando la empresa comenzó con una fuerte política de expansión a escala mundial y los auditores locales, Centarti & Sanguinetti Asociados, fueron seleccionados para formar parte de la red de Baker Tilly, representándolos en la Argentina como miembros independientes. Cuatro años después, los locales ya habían obtenido importantes logros y fueron autorizados a operar bajo la denominación de Baker Tilly Cysas. Finalmente, hace tres años, se convirtieron en Baker Tilly Argentina. La compañía va más allá de los tradicionales servicios de auditoría, consultoría y outsourcing, y ha logrado una gran experiencia en la reorganización y management de empresas, y asesoramiento impositivo para compañías medianas y grandes.
    Miguel Centarti es tajante cuando responde que no está de acuerdo en que para fomentar la competencia, los reguladores europeos le prohíban a los bancos exigir que cuando van a dar un préstamo, las compañías sean auditadas por las empresas más reconocidas del mundo. “El prestigio y la reputación se logran con mucho trabajo y esfuerzo. Cada institución o empresa debe trabajar con quien le despierte mayor confianza”.
    En cuanto a cómo haría él para fomentar que más jugadores entraran a la cancha en el mercado de la auditoría, asegurando a su vez mayor seguridad y confiabilidad en los servicios que ofrecen, Centarti expresa que esa es tarea de los entes reguladores: “Deben tener un registro amplio, promover la capacitación y supervisión de las distintas firmas con el objetivo de asegurar no solo la idoneidad sino también la responsabilidad y honestidad profesional. Estamos hablando siempre de un proceso comprometido y continuo”, sostiene y agrega que también sería importante que las auditorías sean asumidas por dos firmas conjuntas, una “Big Four” y otra de las chicas, lo que permitiría un control mutuo ante una responsabilidad compartida.
    En cuanto a la inquietud existente ante las grandes firmas de auditoría muy activas en el campo de la consultoría, se debe a que muchos creen que ambas actividades en la misma firma no son del todo compatibles.
    Centarti expresa que es una cuestión de responsabilidad, y que trabajando de ese modo no deberían existir riesgos. Pero aclara que para alejar esas creencias, que muchas veces son infundadas, “si se dividen ambas tareas mejoran las garantías de independencia”.
    Al referirse a la crisis bancaria desatada a partir de 2007 y ante las sospechas de que hay balances que se aprueban sin el rigor adecuado, algo que se habría acentuado entre 2010 y 2011, el socio de Baker Tilly Argentina dice: “Es una exageración. La crisis está por encima de los balances. Por supuesto que en épocas de conflictos se presentan situaciones más complicadas y difíciles de resolver pero no por eso se olvidan las normas”.

    Contra el fraude
    En relación a si se han implementado nuevas metodologías para evitar el fraude, detectarlo y prevenirlo; o si por el contrario, esta problemática se ha acrecentado, Centarti explica que en los últimos años se han creado distintas normas, comités de auditoría, así como la designación y rotación de los auditores en las empresas para mejorar el seguimiento del entorno y de control. Pero advierte que evitar el fraude o dolo puntual es imposible considerando la complejidad de los negocios y la evolución de la informática, entre otras cuestiones.
    Por último, sostiene que no cree que los auditores sean los únicos proveedores de servicios con responsabilidad ilimitada. “No es ilimitada sino amplia, compleja pero acotada. Cumpliendo con los procedimientos y documentándose correctamente, nuestra posición es sólida”. 

    Brea Solans & Asociados

    Con todo aquello que impulse la competencia

    Para esta firma auditora, hay balances que se aprueban sin el rigor adecuado y, si bien cuando estas conductas son detectadas los fiscalizadores aplican mayores controles, luego todo se va diluyendo.

    Por Florencia Álvarez


    Matías Brea

    Matías Brea es quien, junto a su socio Carlos Solans, dirige la empresa Brea Solans & Asociados. Como en todos los órdenes, la forma de ejecutar las tareas en el ámbito de la auditoría ha ido cambiando y avanzando según los requerimientos de los tiempos modernos.
    Dentro de estas mutaciones, dice Brea, lo más importante que ha ocurrido en ese sentido “es que se ha desarrollado la visión del riesgo de auditoría como pilar de la definición del trabajo. La auditoría, hoy en día, se hace a medida de la empresa, sus circunstancias y el contexto en la que está inmersa”, sostiene.
    Otro de los cambios que se ha generado tiene que ver con que a las firmas dedicadas a la auditoría se les ha abierto un abanico de posibilidades que les permite sumar otros servicios a los que ya ofrecían a sus clientes. Es el caso de quienes, en contra de lo que ocurría en los primeros años de la década pasada, se han expandido al campo de la consultoría.
    Brea expresa que en tanto no se vulneren normas de independencia, esta modalidad que parece ir en ascenso, no debería ser preocupante. “Las tareas de consultoría resultan naturales para los auditores, cualquiera sea el tamaño de la firma a la que pertenecen y, además, agregan valor a su tarea”.
    En cuanto a si considera real que los auditores son los únicos proveedores de servicios que tienen responsabilidad ilimitada, el director de la compañía señala que la responsabilidad del auditor está claramente establecida por las normas profesionales. Pero destaca que el problema, a veces, es que la legislación intenta que el auditor cumpla roles que no son los requeridos por esas normas, y que les terminan transfiriendo tareas de fiscalización y contralor que no son propias de la auditoría sino de los reguladores.

    Exigencias que se relajan
    Otro tema, que se viene agitando a partir de la crisis financiera global de 2007 y que resonó con fuerza este año y el anterior, tiene que ver con balances que se aprueban sin el rigor adecuado. En este sentido, Brea señala que no es una sensación ni se trata de rumores que circulan sino que, efectivamente, es así. Aunque advierte que las generalizaciones nunca son buenas, dice que es algo que sucede habitualmente cuando surgen nuevas regulaciones y se publicitan casos de fraudes contables. “Al principio se ejercen mayores controles y rigor en la emisión de los balances. Paulatinamente, estas exigencias se van relajando, tanto internamente como por parte de los responsables de la fiscalización”.
    En cuanto a si se ha avanzado en el terreno de cómo detectar y prevenir fraudes, mecanismo al que se recurre más habitualmente de lo que se cree, Brea confirma que no han habido avances sobre el tema. “Para encontrarle una solución a esta problemática, es necesario capacitar a los profesionales en lo que se denomina auditorías forenses, que son aquellas en las cuales se persigue la detección de fraudes”.
    “Sin embargo, se ha difundido más la necesidad de considerar el fraude como potencial elemento en el ámbito de los negocios y de las empresas. El buen establecimiento del gobierno corporativo es una medida adecuada para combatirlo y controlarlo, a través de herramientas como la auditoría interna, comités de auditoría, etcétera”, agrega.
    En Europa, los reguladores demandan que se le prohíba a los bancos que van a dar un préstamo exigirle a las compañías que sean auditadas por uno de los grandes nombres. Es un criterio que se lleva adelante para fomentar una mayor competencia.
    “En principio, estamos de acuerdo con todo aquello que impulse la competencia y permita que las firmas más pequeñas –que cumplen con adecuados estándares de calidad– tengan las mismas oportunidades profesionales que aquellas que ostentan grandes nombres”, señala.
    Brea añade que si él estuviera en el lugar de los reguladores y tuviera que buscar formas de estimular que nuevas firmas entraran a competir en el mercado de auditoría, garantizando una mayor seguridad y confiabilidad a estos servicios, establecería un registro de firmas de auditoría que tuvieran que cumplir con ciertos requisitos de funcionamiento y calidad. “Desarrollaría algún plan de revisión selectivo de trabajos y evitaría los preconceptos que suponen que una firma es más apta que otra, solamente considerando su tamaño, su antigüedad o su nombre”, concluye.