Tras un 2012 amesetado, un 2013 muy desacelerado

    ESTRATEGIA | En foco

    Por Rubén Chorny

    Terminadas las vacaciones, Ernesto Kritz les daba vuelta a los primeros reportes de las empresas que suele encuestar acerca de si pensaban tomar empleados o desprenderse de dotación. Y sí, notaba que el vector ascendente de los dos años anteriores había perdido fuerza.
    Sin dudas, una señal preocupante. Preguntó, cruzó datos recopilados por su estudio SEL con los niveles de actividad económica y encontró los siguientes denominadores comunes: “Las incorporaciones por nuevos proyectos se postergaron, las bajas no se repusieron, se redujeron horas extras y las búsquedas de talento se minimizaron, si bien no se había llegado a las suspensiones, acortamiento de jornadas, o despidos, pero las luces amarillas titilaban”, sintetiza.
    No era el único en percibir la mala nueva. Colegas suyos, como Alejandra Figini, de la consultora de origen italiano Gi Group, cuenta que por entonces le empezaron a llover sobre el escritorio del barrio de Belgrano currículums provenientes de Rosario o Mendoza con búsquedas de trabajo fuera de los radios de residencia. “Ese suele ser el primer aviso de que están todos los puestos cubiertos, y como no hay nuevas oportunidades en esos centros urbanos, la gente decide salir a probar suerte laboral afuera sin mover a su familia,”, cuenta.
    Precisamente desde la propia Rosario, Jorge C. Figueroa, Chief Commercial Officer | Argentina & Uruguay, de Randstad Argentina, corrobora “el amesetamiento de la demanda que habíamos comenzado a notar con el personal temporario. Y nuestra actividad es como un termómetro que sirve como alerta temprana, en el sentido de que cuando empieza a haber una disminución de la demanda de mano de obra somos los primeros que nos vemos afectados”, precisa.
    La Encuesta Permanente de Hogares terminó de configurar en números oficiales el panorama  laboral presente, que ya los indicadores del primer trimestre de 2012 insinuaban: el crecimiento interanual del empleo total daba solo 0,6%, el más bajo de los últimos seis años.
    “Es cierto que en el primer trimestre, habitualmente, hay una reducción de esa demanda por razones estacionales; pero esta vez había sido bastante más intensa: además, comparando el dato de empleo con el del cuarto trimestre de 2011, siempre según datos del Indec, se ve la pérdida de 158.000 puestos en los 31 centros urbanos en los que se hace el relevamiento”, indicó Kritz.


    Silvia Rodil

    Mensajero de malas noticias
    Prestigioso consultor de recursos humanos, temía que la repercusión pública de sus informes lo convirtieran en mensajero de las malas noticias, y por eso ya finalizadas las otras recientes vacaciones, las de invierno, sintió alivio cuando el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, hizo pública la posición del Gobierno, aunque contextualizada y explicada en las consecuencias locales de la crisis sin fin que castiga a Europa:  “Se detuvieron las incorporaciones, y eso es un síntoma de que hay que empezar a cuidar el empleo”, disparó.
    Fue el explícito reconocimiento oficial de que la bonanza de empleos ya no era lo que había sido, en directa asociación con la crisis de 2008, que trajo a colación al indicar que otra vez “nos estamos anticipando con políticas anticíclicas. Por ejemplo, el plan de viviendas o la recuperación de la red ferroviaria que, además de ser planes con un objetivo social, van a generar muchos puestos de trabajo”.
    Desde otro punto de vista lo interpreta, la directora de Ghidini Rodil y del portal Rh, Silvia Rodil, quien a pesar de no negar que la crisis internacional esté afectando a la economía nacional, hace hincapié en que la política que aplica el Gobierno no atrae inversiones. Y señala, a la vez, que “los modelos productivos deberían estar acompañados  por el sector financiero, como hace Brasil, donde hay una decisión política que posibilita, a través del Banco Nacional, el financiamiento y crecimiento de sus empresas. En la Argentina este acompañamiento no existe”.
    Kritz escarbó en la encuesta permanente de hogares por qué la caída del empleo no se reflejaba en una suba del índice de desocupación, y llegó a la conclusión de que hay menos personas buscando un puesto.
    En distintas charlas brindó una interpretación que sorprendió a los asistentes: la inflación fue elevando el costo de salir a ganarse el sueldo, sobre todo en los estratos más bajos, y mucha gente resolvió que le convenía más quedarse en su casa, cuidar a los hijos o directamente evitar gastos de movilidad, antes que trabajar por un ingreso magro que ya no le rendía.
    Traducido al argot estadístico, “en el primer trimestre de este año, se redujo en 120.000 la cantidad de personas activas respecto de fines de 2011, lo que técnicamente no implica que estén desocupadas, sino que dejaron de trabajar pero también de buscar activamente un empleo”, dice Kritz.

    Jorge Figueroa

    Igual en grandes que en chicas
    El subdirector general-director de Marketing de Manpower, Eduardo March, indica que la desaceleración en la demanda de mano de obra, comparando con algunos trimestres del año pasado, es pareja entre empresas líderes y Pyme. “Por el tipo de empresas que abastecemos estamos viendo que todo lo que tiene que ver con el área comercial (como los servicios, particularmente los bancos, compañías financieras o de seguros, empresas de consumo masivo relacionadas también con ventas de esos productos) está demandando mucha mano de obra”, contrasta.
    Aclara que se trata de un tema bastante coyuntural y es independiente de algunas otras categorías que piden las empresas, pero que son más especializadas y no se consiguen en el mercado. Por ejemplo las vinculadas a rubros de innovación tecnológica o ingeniería, en los distintos segmentos, y la verdad es que esta gente está faltando, está ocupada.
    Señala que “hay por ahí Pyme que demandan menos mano de obra y otras nada, porque tienen 10 personas, así que el volumen se nota más en las grandes. En esos casos notamos que muchas empresas, no solo locales sino internacionales, están adecuando perfiles internos a esas nuevas funciones con los conocimientos que tienen que tener, son categorías educables”.
    En la encuesta mensual de SEL Consultores a las líderes, ya había quedado sugerido que, en el segundo trimestre, la proporción neta de grandes empresas que indicó tener planes de expansión de la dotación cayó a 4,5% y a 1,8% en junio.
    Para Rodil, sucede que las empresas líderes están “invernando”, esperan hasta que aclare y no se han planteado modificaciones en sus políticas de gestión de los RR.HH.: ni en selección, ni en capacitación y desarrollo, ni en compensaciones. En general, se sigue la tendencia que marca la evolución de la economía y nada más.
    “Específicamente, en cuanto a los procesos de búsqueda de personal muchos se han suspendido y en aquellos que continúan no se evidencia demasiado apuro en su cierre”, señala.
    Como contraste, marca que “la encrucijada en las Pyme, en cambio, es resolver la profesionalización, lo cual es normalmente muy resistido por sus dueños, y en este particular momento más aún, dado que las condiciones generales de la economía los hacen, a ellos, ´más imprescindibles´. Toda esta tarea está siendo postergada”, agrega.

    Alfredo Fagalde

    Paritarias sobredimensionadas
    Con la última encuesta de Expectativas de Empleo de Manpower a la vista, el director general del grupo en la Argentina, Alfredo Fagalde, atribuye la postergación de definiciones en materia salarial y la incertidumbre que se manifiesta en la contratación de personal a que “los aumentos salariales reclamados en paritarias son más altos que los esperados por el sector empresarial y el Gobierno”.
    La consulta a 800 empleadores de todo el país revela que para julio-setiembre el resultado neto entre los que prevén un aumento en sus contrataciones menos los que esperan una disminución, si bien da 10 puntos a favor, es más débil que el del trimestre anterior y el más bajo desde el primer trimestre de 2010 cuando se comenzaba a salir de la última recesión.
    En realidad, la directora de la firma italiana Gi Group, Alejandra Figini, ubica en mayo “el stop sin go” de la demanda de empleo. “80% de nuestra cartera la integran empresas de servicios, y podemos afirmar que no están generando nuevos puestos de trabajo: no se ven recambios, ni los movimientos horizontales que producen las migraciones entre empresas frente a mejoras salariales que se suelen ofrecer por fuera del convenio. Antes se hacían dos veces al año y ahora a lo sumo una”.
    Pero los pedidos de personal por nuevos proyectos se dilatan aún más atrás. “El último que entró fue uno italiano para call center, que según el embajador es la primera inversión de ese tipo que llega al país en tres años. Tomando los últimos cinco, se pasó de un promedio de cinco start ups, que mueven a más de un millar de personas, a uno”, sostiene.
    No solo no aparecen alternativas que requieran formar planteles nuevos, sino que “el costo inflacionario retrae el empleo, siendo que los aumentos salariales por inflación no se reflejan necesariamente en el poder adquisitivo de los sueldos, pero sí cambian la ecuación de un negocio. A las empresas de servicio les bajaron las ventas, subieron los alquileres, las cargas salariales. Así, por ejemplo la combinación de tarifas fijas reguladas por el Estado con la aplicación del convenio de comercio para pagar al personal hizo desaparecer los locutorios que se habían instalado como concepto desde hacía 10 años”,  añade Figini.
    Figueroa, de Randstad Argentina, atribuye el congelamiento de los proyectos de desarrollo en las industrias que implicaban una mayor demanda de personal, a la falta de insumos del exterior, al aumento de los costos laborales que complicaron los proyectos y, en el caso de las autopartistas, a la dependencia de las automotrices y problemas de abastecimiento de insumos importados. Señala que se empezó a notar, en principio, en marzo y abril, pero las demoras se acentuaron hacia mayo, junio y julio, proceso que se dio también en áreas financieras.
    Sin embargo, pone de relieve que hay situaciones dispares, como que a la consultora, por un lado, le cierran contratos que remplaza con nuevos clientes, “que en consecuencia obviamente les faltan a nuestros competidores, y que mientras tenemos noticias del sector automotor de suspensiones y reducciones, que no nos impactan, por otra parte nos están reclamando gente”.
    De igual modo, apunta, “la industria recibe, por un lado, el impacto de la mayor venta en el Mercosur, sobre todo al principal socio que es Brasil, pero por otro lado sufre los efectos negativos de las trabas a la importación de insumos”.

    Alejandra Figini

    Sensación de leves cambios
    Según March, “todos estos movimientos no representan más que sensaciones leves de cambios que están produciéndose en el mercado.
    Algunas empresas están a la expectativa de ver qué pasa, hay algunas en expansión y otras sí están, definitivamente, con algún plan de ajuste.
    Entre tanto vaivén, según la encuesta mundial de Manpower, no se ve que haya una expectativa de empleo tan diferente a trimestres anteriores.
    Mientras los empleadores en la Argentina y en Estados Unidos son los menos optimistas del continente, en Brasil se continúan reportando las mejores intenciones de contratación, con una expectativa neta de +31%, aunque 8 puntos porcentuales más baja que aquella del trimestre anterior. Los siguen sus pares de Panamá +22%, Perú +22% y Colombia +20%.
    El ejecutivo de Manpower apostrofa que tenemos, por ahí, un par de empresas que están con alguna reestructuración o fusionando algunas plantas y, en algunos casos, conservan el personal todo lo que pueden.
    Observa una caída en la demanda de mano de obra en general en los servicios de minería y construcción, que en años anteriores tenían un movimiento bastante importante. Y lo mismo ve algún tipo de retracción con bienes raíces y todo lo que está bajo la influencia de la divisa dólar.
    La consultora Tendencias Económicas precisó en su reciente informe sobre conflictividad laboral despidos concentrados en casas de cambio, frigoríficos, inmobiliarias, transporte, olivícolas, construcción y fabricación de motos, además de suspensiones en la industria textil, frigorífica y automotriz. En julio hubo 5.979 despidos y 7.741 suspensiones cuando el año pasado, al mismo mes, había sido de 322 y 3.780, respectivamente.
    El ranking de los descensos de este año, según Manpower, lo lidera minería y construcción, a mitad de camino detrás se encuentra servicios, y en el escalón siguiente, finanzas, seguros y bienes raíces. Contrariamente a lo que cabría suponer, dada la merma de la actividad de los últimos meses, las expectativas de empleo industriales, aunque levemente, superan en intenciones de contratación a esos sectores.

    Expectativa positiva
    Pero las papas las salva la Administración Pública y el área Educación, que pese a presentar una caída de 6 puntos porcentuales respecto del trimestre anterior, exhibe la expectativa neta de empleo más alta para el próximo trimestre, seguida por agricultura y pesca, y transporte y servicios públicos.
    Rodil prefiere saltar de la coyuntura y detenerse en las mutaciones estructurales que se produjeron en el mercado laboral, el cual “si bien está claro que acompaña los vaivenes de la economía, tanto el crecimiento como la desaceleración, y que en estos momentos se está atravesando una etapa que afecta la creación de empleo, a partir de la ruptura del proceso de desindustrialización la creación de puestos de trabajo se concentró en los sectores industriales, en áreas de producción”, afirma, para agregar: “Hoy la Argentina responde bastante bien a las ramas productivas que hacen uso intensivo del conocimiento. La industria de producción de software, de biotecnología y genética, autopartes, microelectrónica, maquinaria agrícola, agroquímicos, equipamiento médico, nuclear, satelital son ejemplos de lo que nuestro país hace y del potencial existente”.
    Recuerda que antes de 2002 el área “beneficiada” en materia de empleo era finanzas, pero que “siempre hay una adaptación de las empresas al nuevo perfil productivo, así como también aparecen posiciones nuevas respondiendo a las diversas necesidades (tecnológicas, de nuevos proyectos, etc.)”.
    Como ejemplo de estos recientes puestos de trabajo que emanaron del mundo de la tecnología menciona: Community Manager (responsable de la comunidad virtual); analista de Business Intelligence (análisis de datos mediante herramientas informáticas); Mobile Developer (desarrollador dispositivos móviles), etcétera.
    Figini, por su parte, contrasta las actuales características de demanda y oferta laboral: “Más chicos salieron a la calle con el secundario terminado sin que se hayan abierto nuevas plantas ni puestos de trabajo, mientras se piden más técnicos y los oficios vienen en baja, pero porque no se promueve la enseñanza terciaria con carreras cortas, sino que se siguen fomentando las clásicas universitarias: vemos así que en sistemas hay plena ocupación, pero no se encuentran especialistas en telecomunicaciones ni profesionales en sistemas, pero sobran los licenciados”.

    Perfiles técnicos y profesionales
    En el mismo terreno, Figueroa nota que hace unos tres años más o menos los perfiles laborales se han ido desplazando más hacia los técnicos y profesionales, a fin de lograr mayor productividad. Y si hoy existe algún recambio o salida neta, tiene que ver con esto, porque a la par de algún inconveniente que pudiera haber en las ventas internas o exportación, se suma el costo laboral.
    Y apunta las siguientes características:
    • Hoy las empresas buscan tener menor cantidad de gente pero más productiva para ajustarlo.
    • No tenemos salidas netas porque estamos con un pequeño crecimiento en cantidad de gente colocada versus el año pasado.
    • Un dato significativo sería la disminución de horas extras respecto del año pasado. Las suspensiones se dan más en empresas Pyme autopartistas por la falta de insumos importados.
    • Los que tienen más posibilidad de conseguir empleo son ingenieros, por la escasez, perfiles de IT (innovación y tecnología) y del área financiera, como controladores, auditores, analistas y otro de los sectores donde no es tanto el problema de conseguir gente porque está demandado, como son el de marketing y comercial.
    • Los incrementos de remuneración estaban el año pasado por encima de la inflación y este año aparentemente la tendencia es la misma, pero dependerá de los acuerdos de la gente bajo convenios.
    • Otra historia será con los que están fuera de convenio, lo que en gran medida depende de las políticas administrativas de cada compañía.
    • Hay también una gestión de retención de talentos, por lo que el esquema de remuneración es efectivo en referencia con esta política.
    • Los esquemas de salarios por banda que tienen las compañías están vinculados a los roles, funciones y responsabilidades: retener un talento dentro de esas posiciones exige pensar en un esquema diferente que a veces desborda las bandas. Integran el paquete beneficios, compensaciones, obra social, etc.
    “La perspectiva es de un 2013 desacelerado”, resume Figini. Y añade: “Si en 2002 un desocupado tardaba promedio un año y medio en volver a ubicarse, actualmente esa impasse es de menos de seis meses”.
    Aunque valga la aclaración: en aquel año, el desempleo real era de 12%, mientras que el actual apenas supera 9%.

    Sobredosis de cargas sociales y subsidios

    Políticas públicas de empleabilidad para abordar esta crítica coyuntura laboral reclama la directora de Gi Group, Alejandra Figini. “No puede ser que un locutorio pague lo mismo que una empresa líder”, se subleva.  
    El tema no es menor, porque la inequidad alcanza “a 80% de los empleados que están en Pyme, y 40% pertenecen a comercios donde hay menos de 10 empleados”, con lo cual cualquier aumento por paritarias que supere los 20 puntos manda cualquier costo salarial arriba de $10.000, de los que el trabajador percibe 4.500 y 5.500 van al Estado, sumando los aportes previsionales de patrón y empleado, más la obra social.
    Desde acuerdos para canalizar una parte de los sueldos en negro hasta precarización de los contratos, pasando por el pase a la informalidad vuelven a ser las vías de escape.
    Figini se pregunta cuánto tiene que vender una Pyme para abonarle a cada empleado $5.200 de sueldo y compara la potencial facturación con la de una empresa de mayor porte. Y peor aún: ¿cómo hacen pequeños empresarios, como por ejemplo uno del transporte que tenga cinco camiones, para extraer de la tarifa la carga salarial vigente para sus choferes y competir con flotas de 28 camiones que tienen ese mismo costo?
    En ese sentido, Ricardo Delgado, director de Analytica, coincide y ratifica la efectividad de las políticas directas de subsidios al salario, aunque haya que asumir una carga fiscal. “Algo así viene haciendo Brasil con la industria desde el año pasado, cuando lanzó un plan piloto de exoneración de cargas salariales, patronales y personales, que empezó con cuatro sectores: textil y vestimenta, muebles, calzado y telecomunicaciones, y ahora se extendió a 15, que no pagan cargas sociales patronales. Y muchos de ellos son competidores de la Argentina en términos de comercio bilateral. A cambio de eso, se les pide porcentaje (que va de 1 a 1,5%) de la facturación de la empresa, a fin de compensar parte de ese costo fiscal”, expone.
    Señala que medidas de este tipo sirven para “aliviar en parte la estructura productiva local y permiten generar situaciones de rentabilidad, que se ha perdido y mucho, sobre los sectores Pyme”.
    Invoca los correctivos que aplicara el Gobierno en el 2009 en términos de equilibrios en el mercado laboral. “Cuando cayó la actividad económica, hubo una recesión en ese año expresada en 0,8% de crecimiento que dio el Indec, y el Gobierno implementó los Programas de Recuperación Productiva (Repro), que son planes de asistencia a las Pyme con situaciones de crisis, que subsidiaron con aportes no reintegrables 50% del salario de los trabajadores en el período que durara la declaración de crisis, lo cual llegó a abarcar a 150.000 trabajadores, de los que hoy quedan 29.910, fundamentalmente textiles, pesqueros, de frigoríficos y alimenticios en 280 empresas, según los últimos datos,”, recuerda.

     

    Un bono antiparitario

    Crece la modalidad en las grandes compañías de apelar al pago de dos bonos anuales ligados a objetivos empresariales y rendimientos individuales para diferenciarse de las políticas salariales de “igual remuneración para igual tarea” que marcan los convenios colectivos.
    Este sistema de premios, que permite retener y captar a los recursos humanos de mejor desempeño mediante premios específicos, viene siendo relevado por la consultora Mercer, que llegó a la conclusión de que 94% de 362 empresas encuestadas desde 2011 posee una política de bonos y la mayor parte los paga en marzo (37%) y abril (21%).
    La consultora senior de Capital Humano de Mercer, Valeria Bohorquez, indicó que esta política no varía mucho en cada año, si bien en esta última oportunidad la mitad más uno le subió algunos puntitos a los empleados por encima de lo que había previsto, contra 42% que lo había hecho en 2011.
    “Como tendencia, podemos señalar, que la política de bonos se está extendiendo en general a niveles más bajos de la organización. Es una forma de retener y en muchos casos de diferenciar a los empleados dentro y fuera de convenio”, señaló Valeria Bohorquez.
    Es recibido actualmente por el total de los gerentes generales, directores y gerentes senior, 97% de gerentes; 89% de jefes; 71% de analistas senior; 61% de analistas semi senior, 45% de analistas junior y 37% de operarios.

     

    Vivir el momento

    Lo que las paritarias le dan al trabajador, con aumentos en los haberes que superan largamente 20% anual, más otros beneficios no remunerativos, el costo de vida se lo quita con creces, se mida con el indicador que se prefiera.
    Entre tantos ceros y dígitos en porcentajes, lo cierto es que, según Alejandra Figini, en el sector servicios, que representa gran parte de la ocupación en los centros urbanos, un analista financiero, por caso, no cobra más de $6.000 y un procurador gana menos que un soldador en una fábrica.
    En ese sentido, advierte que la actual estructura salarial metropolitana está creando una clase media en decadencia, constituida por jóvenes con formación terciaria que trabajan desde un básico de $5.000 mensuales a entre $6.000 y $8.000 cuando se trata de profesionales junior.
    Consumen en forma selectiva hasta el último centavo de la cuenta y el límite extremo de la tarjeta de crédito, compran solo cuando hay ofertas de 20/30, pagan la cuota de un auto, del celular smart última generación y se alimentan mediante delivery.
    Aplican el aguinaldo para cubrir deudas o juntarse para un viajecito.
    Si bien la directora de Gi Group considera que ocho de cada 10 graduados universitarios provienen de clases pudientes y, por lo tanto, reciben ayuda de sus padres, sobre todo para vivienda, le llama la atención que  cumplan 27 años y aún no aspiren al techo propio, aunque reconoce que tampoco dispondrían de créditos hipotecarios de largo plazo con cuotas que puedan afrontar sueldos de $6.000 a 7.000.
    “Ocurre lo mismo que en Brasil, donde la gente perdió la confianza en el ahorro y optó por gastar lo que cobra”, apunta.