Para entender a China


    Matías San Juan

    Una nueva generación de líderes toma la posta en el timón de la segunda potencia mundial. ¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan? ¿Podrán consolidarse en el poder durante los próximos años?
    Junto con un nuevo liderazgo político, habrá una nueva cúpula militar puesta en funciones. ¿Seguirán aceptando el liderazgo político? Su accionar y su concepción estratégica, ¿aumentará roces y fricciones con Estados Unidos y otros países vecinos del sudeste asiático?
    El Gobierno sabe que las dimensiones de la corrupción son colosales sin que hasta ahora se lo haya atacado frontalmente, a pesar de que implica un permanente desafío al poder político. ¿Se hará algo al respecto en esta nueva etapa?
    El secreto de las tasas recientes de crecimiento en ese país reside en altísima inversión a expensas del consumo doméstico. Se habla de un rebalanceo que reduzca la importancia de inversión y exportaciones. ¿Será factible, a qué costo y en qué plazos?

    Con Li Keqiang como Primer Ministro

    Comienza el reinado de Xi Jinping,
    una dinastía que durará 10 años

    Luego de cinco años de ejercicio notorio del poder como segundo de Hu Jintao, el “príncipe” (como se llama a los hijos de líderes de primera línea en la historia partidaria) se elevó al trono y presentó formalmente al resto del equipo (serán siete miembros en el Comité Central en lugar de nueve como hasta ahora).

    Los memoriosos recuerdan que se acaba de presenciar la segunda transferencia de poder perfectamente ordenada en más de seis décadas desde la fundación de la República Popular por Mao y sus seguidores.
    Otra señal clara de la fortaleza que parece tener el nuevo líder es que Hu Jintao renunció de inmediato a la presidencia del Comité Central Militar, el mecanismo por el cual el Partido domina a las fuerzas armadas. Cuando Jintao llegó al cargo máximo hace 10 años, su predecesor tardó dos años más en cederle esta estratégica posición.
    Li Keqiang, que reemplazará a Wen Jiabao como Primer Ministro, ya era miembro del Comité Central, junto con Xi Jinping.
    Para los observadores más veteranos, la tónica común a todos los miembros del órgano de conducción es que son políticamente conservadores y modernizadores en lo financiero y económico.
    Xi Jinping es el hijo de una figura revolucionaria muy respetada, Xi Zhongxun, y tiene sólidas conexiones en todo el partido y en las fuerzas armadas, gracias a las diferentes funciones relevantes que cumplió en el aparato estatal durante los últimos años. El nuevo número uno es también muy conocido del gran público como “el esposo de Peng Liyuan”, una de las más famosas cantantes del país. La hija de ambos está cursando estudios actualmente en la Universidad de Harvard.

    Todo tal cual lo previsto
    Sin sorpresas finalizó el XVIII Congreso del Partido Comunista Chino.
    Se nombró al actual vicepresidente Xi Jinping como secretario general del Partido. Y en marzo será declarado Presidente de la República.
    Se dieron a conocer los nombres de los 7 (ya no 9) máximos líderes que acompañarán a Xi en el Comité Permanente del Politburó. Tampoco se produjo la ansiada sorpresa: la incorporación –por primera vez en la historia–de una mujer: Liu Yandong, al igual que Xi también una “princesa” (hija de un ministro de Mao), quien con 67 años se jugaba la última posibilidad de pertenecer al selecto grupo que toma las decisiones políticas y económicas en la segunda potencia mundial.
    También se confirmó algo que se daba por descontado: Li Keqiang, un protegido de Hu Jintao, será el primer ministro que sucederá a Wen Jiabao. Por cierto, la despedida de Wen se ensombrece por la denuncia que hizo poco antes el New York Times. En realidad, debía ser su hora más gloriosa: donde quedara consagrada su victoria sobre su archienemigo Bo Xilai, el populista bien a la izquierda, despojado de todos sus cargos tras el escándalo que protagonizó su mujer, acusada de asesinato. El prestigioso diario –bloqueado en China en esta ocasión– denunció que a lo largo de la década pasada, Wen y toda su familia aprovecharon los privilegios del poder para amasar una impresionante fortuna estimada en centenares de millones de dólares.
    Aunque tanto la prensa china como internacional especula sobre las distintas reformas económicas y políticas que podrían producirse con el cambio de gobierno, hasta hoy –y según el discurso de despedida del hasta ahora secretario general, Hu Jintao– el partido político más grande del mundo no parece estar ocupado en anunciar reformas, sino en negociar la paz interna. Las disputas entre los distintos grupos de poder se han recalentado desde la caída de Bo Xilai, que representaba la cara visible del sector más comprometido con el “maoísmo” y con una ralentización de las reformas económicas.
    El líder máximo de la fracción ultraizquierdista (o maoísta) es el expresidente Jiang Zemin, quien precedió a Hu Jintao como secretario general del Partido, Presidente de China y jefe máximo del Ejército Popular de Liberación. Jiang se levantó de la cama –donde muchos ya lo daban por muerto– a los 86 años y se sentó a la izquierda de Hu, durante la apertura del XVIII Congreso. Está claro que Hu ha tenido que negociar con Jiang la formación del nuevo politburó.

    Despedida y comienzo
    Fue la actuación final de Hu Jintao, tras diez años de gloria en el estrellato como secretario general del Partido Comunista, hasta ahora el único poder en China. Durante el 18º Congreso partidario, recibió las congratulaciones de toda la dirigencia nacional, transfirió su poder –o al menos buena parte de él– a su sucesor, Xi Jinping.
    Pero la década que viene está claro que será distinta a la anterior. No solamente por los cambios producidos (surgimiento de China como potencia de primer orden, auge de las economías emergentes, profunda crisis en Europa y estancamiento en Estados Unidos) en el contexto global. También por las voces internas que reclaman cambios políticos y sociales de gran envergadura, a los que Jintao se opuso hasta ahora.
    Los dirigentes que se retiran están decididamente a favor del statu quo y solamente sugirieron la posibilidad de algunas medidas que reducirían la hegemonía estatal sobre la economía. Nada que se parezca a una nueva agenda.
    Su sucesor, heredará formalmente el cargo. Pero al menos no al principio, carecerá del absoluto poder de su predecesor. Deberá consultar a los restantes miembros del Consejo Central, y a los líderes veteranos retirados de posiciones formales de poder.

    Preguntas para una nueva etapa
    Estos son algunos de los interrogantes que se plantean en el nuevo escenario chino, y a los que se busca respuesta
    • Hubo un inmenso crecimiento económico pero la urgencia del momento es mayor calidad de vida, reclamada por 50% de la población que ya es urbana. ¿Qué peso tendrán estas demandas en la nueva etapa? Lo mismo ocurre con desafíos ambientales, especialmente los causados por la industria química. ¿Se avanzará en este terreno?
    • El sistema financiero de bancos estatales es grandes y parece muy sólido. Pero se ha desarrollado todo otro sistema financiero en la sombras, sin control, que sigue creciendo. ¿Qué harán los reguladores en este campo?
    • La industria automotriz plantea una paradoja. Hay ahora una industria local fuerte pero que está perdiendo terrenos frente a las marcas europeas, estadounidenses y coreanas (las japonesas ahora fuera de juego por el conflicto sobre la soberanía de las islas limítrofes). ¿Crecerá la participación de las marcas locales o seguirán perdiendo terreno?
    • El país es un enorme importador de materias primas. Seguirá comprando petróleo y gas, cada vez más. Pero acero, mineral de hierro y cobre, bastante menos. En cambio aumentará la compra de soja, maíz y algodón. ¿La visión puesta en una economía orientada más al consumo?

    Agenda de 2013

    Grandes problemas
    de una gran economí
    a

    Son nueve: crecimiento económico en declinación, inflación, burbujas económicas, cambiantes motores de crecimiento económico, ajustes en las estructuras de sus industrias y negocios regionales, limitaciones ambientales, el costo social del desarrollo, el deterioro del contexto internacional y la resistencia a las reformas.

    Li Zuojun, subdirector del Institute of Resources and Environmental Policy Research del Development Research Center of the State Council, publicó un artículo donde describe los principales problemas que aquejan a la economía china. Este centro de investigaciones es una institución líder de investigación política y consultoría.
    Aquí, una versión condensada del artículo.

    Ahora que se terminó la etapa de 30 años de rápido crecimiento en China y que comienza la etapa de la reestructuración y desarrollo, la economía china se encuentra antes problemas y desafíos.

    Desaceleración del crecimiento económico
    La desaceleración es un hecho y una tendencia. En el segundo trimestre de 2012 la tasa de crecimiento del PBI cayó a 7,6%. Esto no es temporario sin que refleja la dirección del mercado. Esto significa que la demanda de productos ha aflojado, que los pedidos cayeron y que el mercado se contrajo. Significa que muchas empresas podrían incurrir en pérdidas al punto de quiebra, lo cual conduciría a pérdida de empleo. Uno de los principales motivos por los que se apuraba el crecimiento económico en el pasado fue para
    resolver el problema del desempleo.

    La inflación a largo plazo
    En 2011 el índice de precios al consumidor (IPC) era de 6,5%. En junio 2012 cayó a 2,2%, pero puede volver a subir en cualquier momento. Los dos últimos años vieron tasas de interés negativas (o sea, más bajas que la inflación). Ahora finalmente tenemos tasas de interés positivas. Lo que debería preocupar es si la presión inflacionaria es un problema de corto, de medio o de largo plazo. Es probable que sea un tema de medio a largo plazo. De modo que debemos aumentar nuestra tolerancia a la inflación y nuestra resiliencia.

    Acumular burbujas económicas
    Junto con el rápido crecimiento económico, las burbujas económicas también se acumularon. Los altos precios de la vivienda son un buen ejemplo de burbuja económica. Los altos precios de los activos representan otra. En lugar de fabricar nos hemos zambullido en el mercado financiero, que en sí mismo ha creado una burbuja. Muchas industrias tienen capacidad ociosa, otra burbuja.
    A mucha gente le preocupa que esas burbujas estallen. Si el Gobierno usa una técnica de macro control, las va desinflando de a poco sin desencadenar una crisis económica o inestabilidad social y oportunamente cultiva nuevo crecimiento económico y nuevas ventajas competitivas para que las empresas se modernicen. Eso sería un “aterrizaje suave” y las burbujas no explotarían. Sin embargo, en 2013 habrá una presión sin precedentes que merecerá un alto grado de vigilancia.

    Cambiantes motores de crecimiento
    Después de 30 años de crecimiento rápido y sostenido, la economía de china está cambiando, sobre todo en cuatro áreas. Primero, la transición de depender de la demanda externa a confiar en la interna; segundo, la transición entre una economía impulsada por la inversión y otra que depende de los consumidores; tercero, la transición entre inversión estatal e inversión privada y cuarto, la transición entre confiar principalmente en elementos tradicionales de producción y elementos avanzados de producción, China debe reestructurar todos esos motores para mantener su impulso de crecimiento.

    Ajustes a industrias y negocios regionales
    Cambiar la estructura de la economía es el mejor camino para transformar el desarrollo económico. Implica, entre otras cosas, cambiar la forma en que están estructuradas nuestras industrias y negocios regionales.Para hacer eso, hay que resolver dos problemas. Eliminar la producción excesiva y actualizar nuestras industrias.
    Cerrar negocios que están produciendo de más implica cambiar la mentalidad de muchos grupos de interés. Aunque se los obligue a cerrar, habrá que prepararse para compensarlos. La transformación y mejora de las industrias requiere tecnología, personal altamente calificado y management moderno. Solo podremos dar un salto adelante cuando todas esas condiciones estén presentes. Hasta ahora, solo algunas regiones y compañías han logrado actualizarse.

    Crecientes limitaciones de recursos y del ambiente
    Hay mayor presión porque los precios de la energía y de las materias primas aumentaron. China representa entre 70 y 80% de la demanda global de petróleo crudo. Esta demanda influye en el precio de la energía y materias primas disponibles.
    Al mismo tiempo, crece la presión para proteger el ambiente. Debido al calentamiento global, China sufre cada vez más presión en la arena internacional para reducir sus emisiones de dióxido de carbono, que en 2008 fueron las más altas del mundo. Si se mantiene el patrón, para 2020 el país producirá más de 30% de las emisiones del planeta.

    Aumentar los costos sociales del desarrollo económico
    En años recientes hemos enfatizado el desarrollo económico y social porque el desarrollo económico no es un fin en sí mismo. La meta es satisfacer necesidades humanas. Sin embargo, desde el punto de vista económico, el desarrollo social aumenta los gastos. Los gobiernos y los pueblos deben pagar por esos gastos para asegurar que estén bien cubiertas las jubilaciones, la asistencia médica, la vivienda, la educación y otros emprendimientos sociales.
    Para muchos gobiernos locales, la presión sobre el gasto sigue aumentando. Los gastos administrativos, de infraestructura, de construcción de vivienda, de bienestar social y de mantenimiento de la estabilidad son obligatorios o deben aumentar. Pero los ingresos del gobierno declinan, los impuestos industriales y comerciales bajan porque la pequeña y mediana empresa tiene menos ingresos y lo que el gobierno percibe por el uso de la tierra también disminuye por la caída en los precios de la vivienda.

    Deterioro del ambiente por el desarrollo económico
    Primero, el ambiente internacional está menos interesado en las exportaciones de China. La razón fundamental es la persistente crisis económica internacional. Mientras esa crisis continúe, la economía internacional seguirá deprimida por otros dos o tres años y tendrá un impacto adverso en nuestras exportaciones.
    Segundo, se está deteriorando el ambiente internacional para nuestras inversiones en el exterior. Hay países que no miran con buenos ojos nuestras inversiones, a diferencia de nosotros, que damos la bienvenida a sus inversiones. Cuando queremos invertir en sus compañías de alta tecnología temen que les robemos su tecnología. Cuando queremos invertir en sus recursos, dicen que vamos a controlar sus recursos. Cuando queremos aplicar nuestra experiencia para la construcción de nuestras propias zonas de desarrollo, dicen que vamos a controlar su tierra. En suma, restringen las inversiones de China con el pretexto de la seguridad nacional u otras razones.

    Resistencia a las reformas
    En primer lugar, hay intereses creados que resisten la reforma. En los últimos 30 años la estrategia de reforma ha sido despareja y nos llevó a un serio desequilibrio y falta de coordinación en reforma política, cultural y económica. Junto con el rápido desarrollo económico, la reforma también provocó el ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres. Este proceso generó intereses creados, grupos que se beneficiaron con el desequilibrio y la falta de coordinación en la transición. Esos grupos, también, se han convertido en un obstáculo para la próxima ronda de reformas.

    El fin del milagro

    El fin del crecimiento
    exponencial en China

    En las últimas tres décadas –a partir del establecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos– la República Popular China experimentó un crecimiento promedio de su economía de más de 10%, que en 2010 convirtió al país en la segunda economía mundial, aun cuando en relación al ingreso per cápita se encuentra todavía entre los más pobres del mundo.

    Por Yuri Doudchitzky

    El Gobierno chino, augura para 2012 un crecimiento del PBI de 7,5% y algunos especialistas consideran que en 2013 podría ser aún menor. Según Li Zuojin, economista del Centro de Investigaciones para el Desarrollo del Consejo de Estado, “esto no es temporal sino que refleja la tendencia del mercado”. La opinión de Li la comparten otros miembros del Consejo de Estado, aunque también están los que sostienen que el país puede volver al crecimiento de dos dígitos, estimulando la inversión en infraestructura.
    Estadounidenses como Michael Pettis y Patrick Chovanek, que viven en China y enseñan economía en sus universidades desde hace años, sostienen que el crecimiento de la economía china podría ubicarse entre 3 y el 4% en los próximos años. De ser así significaría la quiebra de decenas de miles de empresas y la destrucción de millones de puestos de trabajo.
    “Como alguien que ha estado visitando China desde 1975, con Mao aún vivo y la Revolución Cultural todavía en marcha, he podido presenciar el extraordinario progreso que ha hecho China. Pero más allá de este impresionante progreso (mientras escribo esto voy en un tren de alta velocidad a más de 200 kilómetros por hora en un suave coche cama), acá hay un sentimiento de “fin de siècle” en este momento. Como si se comprendiera que el país está llegando al acto final de un gran drama, pero el autor no hubiera escrito aún el último acto, y, peor aún, no tuviera ni idea de cómo será o debería ser”. Este es un extracto de La Gran Empresa, texto recientemente posteado en su blog Chinafile por Orville Schell, director del Centro de Relaciones Estados Unidos-China de la Asia Society, en Nueva York, y autor de nueve libros sobre el gigante oriental
    El gran crecimiento chino de las últimas tres décadas se basó en un gran acuerdo entre el gobierno –absolutamente controlado por el Partido Comunista– y las empresas multinacionales occidentales y de Japón, Corea y Taiwán, en el que China ponía la mano de obra y la materia prima para fabricar y exportar los productos de las multinacionales a todo el mundo a bajo costo.
    La inversión extranjera, los impuestos y la carencia de asistencia social (la explotación de un pueblo dispuesto a cualquier sacrificio para salir de la miseria), le permitieron al Gobierno chino acumular capital con el cual hizo crecer superempresas estatales (manejadas por los hijos de la cúpula del Partido, graduados en Harvard) e invertir en infraestructura.
    En cuanto a la sobreexplotación de los recursos naturales y la contaminación, la situación actual sólo es comparable a los más alarmistas films de ciencia ficción. En las dos docenas de megalópolis chinas la mayor parte del tiempo no se ve el cielo, sino una especie de bruma como la londinense de hace varias décadas.
    En la zona de Guangdong, el más grande polo de desarrollo de la industria china, hay varios centros urbanos denominados “aldeas cancerígenas”, donde tras décadas de producción industrial vertiendo desechos químicos a la tierra y el río, gran parte de sus habitantes sufren de cáncer y los niños tienen niveles altísimos de minerales en la sangre. Más de 150 grandes lagos han desaparecido en el país en las últimas tres décadas.
    El milagro chino se terminó. Esto no es una sorpresa para los líderes gubernamentales. El 12º Plan Quinquenal, dado a conocer el año pasado, hablaba de la necesidad de cambiar el modelo industrial exportador por el del consumo interno. La sorpresa fue la debacle europea. La UE es el principal socio comercial de China, o al menos lo era hasta hace unos meses. La caída de las exportaciones chinas obliga al gobierno a hacer ya lo que se proponía hacer en los próximos diez años.

    ¿Cómo articular el cambio?
    A partir de marzo de 2013 un nuevo equipo de miembros del Partido tomará las riendas del Gobierno en medio de lo que constituye la situación más dramática para el país desde su época precapitalista (el Partido gusta llamar “socialismo con características chinas” al capitalismo neoliberal liderado por Deng Xiaoping). Hasta hoy el pueblo tenía un acuerdo tácito con el Gobierno: soportaremos la dictadura y todas sus medidas arbitrarias mientras haya crecimiento económico. Ese acuerdo parece estar llegando a su fin. Las protestas sociales –alrededor de 3.000 por día– son cada vez más numerosas y efectivas. Recientemente el gobierno debió dar marcha atrás en el establecimiento de tres plantas químicas, por protestas de vecinos.
    Cientos de millones de migrantes internos están cada vez más descontentos debido a la marginalización y las restricciones que sufren en las ciudades. Li Shi, director del Instituto de Distribución del Ingreso de la Universidad Normal de Beijing, sostiene que el coeficiente Gini –que mide la inequidad–puede situarse en niveles peligrosos durante la próxima década: alrededor de 0.5, por encima del 0.4 que implicaría serios riesgos de conflictos sociales.
    Cómo afrontará el nuevo gobierno los nuevos retos es un misterio. La cúpula del Partido, inmersa hoy en una profunda lucha interna, tiende a profundizar el secreto. Pero a la inequidad distributiva, el desastre ecológico, el riesgo inflacionario, la caída de las exportaciones, la burbuja inmobiliaria y la especulación en la Bolsa, se suman también los riesgos de una grave crisis de deuda.
    A principios de año, Li Yang, vicepresidente de la Academia de Ciencias Sociales, se manifestaba preocupado por el alto nivel de deuda de las empresas chinas, que incluso supera a la media de los principales países desarrollados. Oficialmente la deuda gubernamental es de 25%, pero tanto Michael Pettis como otros economistas sostienen que realmente es mucho más alta.
    “La carga de deuda total del sector no financiero corporativo de China es elevada y creciente. El total de la deuda del sector no financiero en relación al PBI (medida según los extraordinarios préstamos pendientes y la deuda de empresas) alcanzó en 2008 el 82% del PBI y dos años después llegó al 98% del PBI”, según un reciente informe de China Economic Watch. Una investigación de Standard Chatered ofrece estas estimaciones para fin de 2012: deuda publica, 58% del PBI; deuda de consumidores, 19% del PBI; deuda de empresas, 128% del PBI.
    La inversión en China –que representa 40% del crecimiento del PBI– ha alcanzado su límite. “Muchos años de inversiones desaprovechadas en proyectos inútiles como aeropuertos vacíos, puentes a ninguna parte, edificios gubernamentales sin ocupación y acerías apenas utilizadas han resultado en niveles de deuda que crecen mucho más rápido que la habilidad para pagar esas deudas. Y más inversión solo tiende a empeorar el problema”, sostiene Pettis.
    El Gobierno chino es conciente de esta realidad. Por eso el plan de estímulos lanzado este año para enfrentar las consecuencias de la brusca caída de las exportaciones es sensiblemente inferior al lanzado en 2009, tras la crisis financiera estadounidense. Con menos ingresos por exportaciones y menos inversiones en infraestructura, a Beijing solo le queda recurrir al crecimiento del consumo interno. Pero representando éste 35% del PBI, es –según Pettis– el más bajo jamás visto en la historia mundial.
    Para diciembre, el Partido anuncia la presentación de un plan de redistribución del ingreso. Aunque –como todo lo que discute el Partido– el plan se mantiene en secreto, algunos sospechan que estaría relacionado con un extenso plan de seguridad social, que daría alivio al pueblo chino –actualmente angustiado por los altos costos de la salud– y permitiría emprender la vía del consumo. Sin embargo, este plan tendría un costo monetario altísimo en el país mas poblado del mundo y en momentos en que cae el crecimiento. Otra de las sugerencias que hacen los economistas chinos, es el de abrir las puertas de las superempresas estatales al capital privado (las 145.000 empresas estatales chinas emplean a la mitad de la fuerza laboral del país y 60 de ellas se encuentran entre las 500 empresas más grandes del mundo).

    Ganadores y perdedores

    Hay una nueva economía

    Existe otra transición que ocupa los titulares de los diarios: el decepcionante desempeño económico del país luego de años de crecimiento de dos dígitos. La economía china creció solo 7,4% en el tercer trimestre de 2012 –su menor crecimiento desde 2009– y si termina el año según las proyecciones, esta tasa será la más baja en 13 años.

    Por Sarah Butler, Edward Tse, y John Jullens (*)

    Los años del gran florecimiento quedaron atrás, pero igualmente la gran potencia asiática ofrece grandes oportunidades a las multinacionales que se adapten a su nueva realidad económica.
    La declinación varía según la industria o actividad. El más afectado es el sector de bienes raíces; los nuevos precios de las viviendas en muchas ciudades siguen cayendo por políticas oficiales que tratan de controlar la inflación. El crecimiento también varía según la región; algunas provincias del interior y del oeste, experimentaron tasas de crecimiento por encima del estándar, mientras que se enfrió en las provincias costeras, tradicionalmente las más ricas.
    Pero otros indicadores cuentan una historia diferente. Beijing reportó recientemente que la producción industrial creció 9,2 % en septiembre, y que las ventas minoristas aumentaron 14,2% en el mismo mes. Sectores como salud y otros servicios siguen creciendo con fuerza. E incluso aunque baje la tasa de crecimiento, el PBI real sigue en expansión. Tanto funcionarios oficiales como ejecutivos en actividad dicen que el gobierno chino todavía tiene la voluntad y la capacidad para asegurar un aterrizaje suave mediante su control sobre el sistema bancario doméstico, tasas de cambio y flujos de capital, inversiones en infraestructura y otros instrumentos de política macroeconómica.
    Aunque en los próximos meses ningún estímulo del gobierno será tan grande como el que lanzó Beijing en 2008, dicen, podría alcanzar para mitigar el grave daño derivado de las crisis financieras en Europa y otras partes.
    Las opiniones y predicciones sobre el panorama chino podrán variar según las cifras mensuales, pero una realidad es ineludible: la economía china está madurando. China se está alejando de un modelo de fabricación barata para acercarse al crecimiento sostenible y los negocios de mayor valor agregado.
    También se aleja de un crecimiento orientado a la exportación para ocuparse más del consumo interno. En unos años más, podría verse muy diferente de lo que luce hoy, cuando cambios regionales en riqueza, clientes más entendidos y exigentes y compañías chinas altamente motivadas cambien totalmente el paisaje competitivo. La economía nacional también está evolucionando de manera notable mientras un crecimiento anual de un dígito se convierte en plausible como nuevo camino. Las corporaciones multinacionales que crecieron acostumbradas a los años del boom tal vez se pongan algo nerviosas con esta situación. Pero pueden confiar en que China seguirá siendo una importante fuente de oportunidades para todos los que adapten sus estrategias. Para hacerlo, las empresas deben primero entender las tendencias que están moldeando estos cambios.

    Cambios de corto plazo
    La demanda doméstica está creciendo en China, pero en el futuro inmediato provendrá de regiones que han sido ignoradas por muchas multinacionales. Esos cambios sustanciales en la demanda reflejan el movimiento de la riqueza, que se aleja de las áreas costeras y se va hacia el interior del país, se aleja de las primeras ciudades y va hacia ciudades de la segunda línea y, para algunas categorías, hacia las áreas rurales. Esta tendencia está afectando a ciertos sectores, como bienes de consumo masivo, automotores y productos industriales.
    Las empresas chinas y las multinacionales tendrán que reacomodar su huella y su modelo operativo para estar en forma para crecer. Pueden expandirse más allá de los mercados de la capa uno y dos en los que se establecieron, profundizando y ampliando sus canales para entrar a los mercados de las capas inferiores, implementando lo que se llama una estrategia de “ir hacia abajo” (xia chen, en chino).
    Eso exigirá cambios en sus modelos tradicionales de ir al mercado, y también en elementos centrales de sus proposiciones de valor para el cliente. Por ejemplo, tendrán que ligar las regiones del interior y occidentales al resto del país y construir redes nacionales de logística y marketing. Las empresas extranjeras se pueden beneficiar de sociedades con jugadores chinos para acelerar esta estrategia y llenar baches, pero también deben desarrollar sus propias capacidades para ejecutar este cambio con éxito.
    Además, las empresas tienen cada vez más oportunidades de aprovechar canales digitales, incluidos el comercio electrónico y los medios sociales, como parte de sus estrategias. El mercado chino de comercio electrónico está creciendo, con sitios de venta minorista, conocidos y exitosos como Taobao.com, un sitio BtoC propiedad de Alibaba.com, que es un popular sitio B2B.
    El número de usuarios de Internet ya es el doble que en Estados Unidos y China es el mayor mercado de medios sociales en el mundo. Los medios sociales son especialmente importantes allí como fuente de información creíble, porque los medios convencionales siguen controlados por el gobierno central.
    Las empresas necesitan los líderes adecuados para sus negocios en China y también un modelo operativo que equilibre flexibilidad local y agilidad con control global y capacidad para aprovechar oportunidades. Pero la gran escasez de gerentes y ejecutivos chinos experimentados sigue siendo un obstáculo para que las empresas puedan crecer con rapidez y rentabilidad. Deberán adoptar un enfoque más totalizador para atender el desequilibrio en la oferta laboral. El desequilibrio es particularmente crítico en el caso de la gerencia media, donde el talento es escaso y los expatriados son menos eficaces que en los niveles superiores.
    En general, las empresas deben dedicarse menos a reclutar a las personas adecuadas y más a desarrollar y retener personas de alto potencial mediante programas estructurados de administración de talento y un compromiso de largo plazo con su estrategia en China.

    Competencia de largo plazo
    Es cierto que los clientes chinos están ahora dispuestos a pagar más por mayor calidad y que tienen más lealtad a las marcas que en el pasado. Pero el valor de esos desarrollos para las multinacionales estará limitado por la ambición de competidores locales que están adquiriendo rápidamente la tecnología y el know-how para producir bienes de alta calidad al mismo nivel que las ofertas de las multinacionales. Se acabaron los días en que ganaban solamente por tener el atractivo de una marca extranjera, por eso ahora se necesita una proposición de valor mucho más diferenciada.
    Aunque las empresas chinas siguen teniendo muchos baches en cuanto a capacidades, especialmente en estrategia de marca y marketing, muchas ya han superado su reputación de copionas para convertirse en serios competidores innovadores. Por cierto, la encuesta 2012 China Innovación descubrió que muchas compañías ya ingresaron a una etapa en la cual prestan más atención al mercado y sacan productos que se acomodan a la demanda de los consumidores tal como la ven. Entre las multinacionales entrevistadas como parte del estudio, 45% dijo que tiene competidores chinos que son por lo menos tan innovadores como ellos mismos.
    Las conclusiones de la encuesta son avaladas por el análisis de Booz & Company de una nueva categoría de competidor chino: innovadores de mercado medio. En algunos sectores, las multinacionales se encuentran compitiendo cada vez más con esta nueva categoría de empresas locales que tienen marcas fuertes y tecnologías y calidad equivalentes o mejorando rápidamente.
    Los sectores con un gran mercado medio incluyen equipos para la construcción (Sany Heavy Industry), logística (China International Marine Containers Group), motos (Lifeng Group), y electrodomésticos (Haier and Galanz). Ahora con posibilidades de vender al inmenso mercado chino, esas compañías han aprovechado el explosivo crecimiento en infraestructura y la inmensa oferta de trabajo barato en todos los niveles para producir alta tecnología y variedad a bajo costo, con una fuerte base nacional para crecer hacia afuera.
    No todas esas compañías triunfarán. Por cierto, la reciente crisis económica global las sometió a una prueba de realidad. Sany Heavy Industry, por ejemplo, considerada hasta hace muy poco como el mayor peligro para empresas como Caterpillar y Komatsu, comenzó a despedir personal luego de ver que caían sus ventas. Y el desempeño financiero de muchas empresas industriales estatales también decayó drásticamente. Con todo, muchas se recuperarán lo suficiente como para que las multinacionales las tengan en cuenta.

    Encontrar la oportunidad
    Para hacer frente a esos cambios tanto en el corto como en el largo plazo, las multinacionales deberían seguir algunos de estos cursos de acción.
    1. Subir la apuesta. Algunas compañías anticiparon el crecimiento de las regiones continentales de China y están usando la oportunidad para competir agresivamente –con precio, por ejemplo– para poner presión a la competencia. Esta estrategia les está dando resultado, al menos hasta ahora. Por ejemplo, General Motors sacó una marca barata llamada el Baojun (“caballo adorado”) específicamente para segmentos de clientes emergentes en los mercados del interior.
    2. Reposicionamiento. Las empresas que están sufriendo un gran cambio en la demanda –en el sector logística, por ejemplo– deben adaptarse proactivamente. Esto podría significar alterar su modelo de negocios. También podría querer decir buscar una nueva forma de jugar en el mercado. Por ejemplo, Damco, el brazo logístico del A.P. Moller-Maersk Group, acaba de abrir nuevas oficinas en China occidental y ha hecho varias adquisiciones en respuesta a los cambio en la demanda.
    3. Desensillar hasta que aclare. Hay empresas que pueden permitirse esta opción, por ejemplo, las marcas de lujo como Gucci y Cartier o empresas que controlan recursos no renovables como De Beers, que están considerando un método más cuidadoso. Esas son compañías que pueden ganar participación en el mercado en cualquier entorno mediante innovación o fortaleza de marca. Sin embargo, tienden a actuar impulsadas por un deseo de expandirse más rápido cuando pueden o por presión de la casa matriz.
    4. Retirarse. Empresas con posiciones débiles y falta de capacidad para ganar market share necesitan repensar su estrategia. Podrían necesitar introducir cambios radicales en su estrategia y dónde o cómo juegan, por ejemplo, aprovechando las fortalezas de un socio chino o reenfocándose en parte del negocio que mejor aprovecha sus capacidades actuales más notables. Google se encuentra en este grupo.
    La mayoría de las empresas deberían considerar estas opciones como parte de sus esfuerzos para desarrollar una estrategia global general con China en su centro, incorporando sus muchas ventajas competitivas a las operaciones globales. Para perseguir este tipo de estrategia, las empresas deben mirar más y más de sus actividades en la cadena de valor, como I&D y desarrollo de productos dentro de China, mientras mantienen escala global y aprovechan sus capacidades globales.
    También deberán tener una profunda comprensión del contexto local, en particular, de sus competidores locales. Deberán invertir en dos tipos de capacidades: las necesidades competitivas que se requieren para ganar en este nuevo mercado y algunas capacidades distintivas que pueden distinguirlos de cualquier otra compañía en sus industrias en China.
    ¿Si las multinacionales deberían quedarse en China? Sí, pero sus enfoques tendrán que cambiar a medida que madura la economía local. Habrá que ver cómo los nuevos líderes afectan las políticas económicas y fiscales, pero en cualquiera de los escenarios posibles, China crecerá en importancia durante la próxima década como un mercado estratégico y una fuente de competitividad global.

    (*) Sarah Butler, Edward Tse y John Jullens son socios de Booz & Company en China.