Gracias a su esfuerzo de décadas para desarrollar la industria, la superpotencia asiática representó 70% de la producción el año pasado. En cambio, la producción en suelo estadounidense era nula en 2017.
Ahora, el gobierno estadounidense de Joe Biden intenta desesperadamente encontrar la manera de cerrar esa brecha, considerando que la dependencia del país respecto de China para las tierras raras es una vulnerabilidad estratégica clave.
Dos financistas estadounidenses, James Litinsky y Michael Rosenthal, asumieron el desafío de ampliar la industria estadounidense de tierras raras invirtiendo en la mina de Mountain Pass, en el desierto de California.
La mina en cuestión tiene una historia accidentada. La zona que la rodea vivió su primer auge en la década de 1860, cuando una “horda de buscadores pululaba por el sur de Nevada y el sureste de California”. Encontraron cobre, plomo, oro, plata y zinc antes de que la producción disminuyera tras la Primera Guerra Mundial.
Los minerales de tierras raras impulsan cada vez más la economía mundial y se utilizan en aparatos que van desde los teléfonos inteligentes hasta los aviones de combate. La magia de estos metales lustrosos pero fáciles de deslustrar es que pueden fabricar imanes mucho más potentes que los fabricados tradicionalmente con hierro. Sin los elementos de tierras raras como el neodimio, el praseodimio y el lantano en los que se centra MP Materials (Mountain Pass), los motores de los vehículos eléctricos y los discos duros de las computadoras no funcionarían.
A pesar de su nombre, la mayoría de las tierras raras son relativamente abundantes, aunque no siempre son fáciles de extraer. Existen reservas conocidas en todo el mundo, desde Burundi hasta Vietnam. Algunos países poderosos, como la India, tienen grandes reservas, pero apenas las explotaron el año pasado.
China es ahora, con mucho, el mayor productor mundial de tierras raras. El año pasado representó aproximadamente el 70% de la producción, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. China también posee las mayores reservas del mundo, con un total de 44 millones de toneladas equivalentes de óxido de tierras raras (OER), aproximadamente el doble que Vietnam, Brasil o Rusia.
La historia de las tierras raras es similar a la de la fabricación de chips, donde Washington también se esfuerza por recuperar el estatus perdido. La tarea es, en todo caso, aún mayor, dado que Estados Unidos siempre ha conservado una capacidad significativa en el diseño avanzado de chips. En cambio, en el caso de las tierras raras, la producción en suelo estadounidense era nula hasta 2017, según cifras del Gobierno.
El año pasado, Mountain Pass representaba el 14% de la producción mundial de tierras raras. La escala sigue siendo relativamente modesta: las reservas estadounidenses de tierras raras apenas superaban el 5% de las de China. La superpotencia asiática también sigue dominando otros aspectos de la producción y el procesamiento.
Entre China y EE.UU. la batalla es por tierras raras
China es el mayor productor mundial de tierras raras, minerales esenciales para industrias estratégicas que van desde el equipamiento militar hasta los dispositivos que impulsan la revolución de la tecnología verde.