sábado, 28 de diciembre de 2024

El impacto del proceso electoral en la economía

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A menos de dos meses de las PASO, los mercados financieros parecerían haberse disociado de las variables fundamentales de la coyuntura económica. Mientras el gobierno no ha logrado alcanzar en el primer trimestre -y se podría agregar en el segundo, aunque aún no se conozcan las cifras oficiales de algunas variables.

Por José María Segura (*)

Como las principales metas con el FMI y pese a que aún no se haya llegado a un acuerdo que permita recomponer las mermadas reservas tras el pago por los vencimientos de junio, los bonos y acciones han comenzado un rally ascendente.

Como es ya de conocimiento generalizado, la sequía tuvo severas consecuencias para la entrada de divisas y los ingresos fiscales. Lo primero ha redundado en una caída muy fuerte de las reservas del Banco Central, que se encuentra en mínimos no vistos desde 2016.

Luego, por la caída en la recaudación -en particular la pérdida de impuesto a las exportaciones fruto de la sequía, pero también a las importaciones por las restricciones para importar- el fisco se ha encontrado con niveles de déficit primario que no ceden, aún cuando el gasto se está ajustando.

En este contexto, y como lo dijimos en anteriores oportunidades, expectativas optimistas podrían “financiar” la transición, pero sujetas a la posibilidad que cualquier evento que “no guste” al mercado pueda desembocar en un accidente financiero que coloque a la economía en una situación de mayor stress.

Como mencionamos antes, frente a este escenario se ha producido un incumplimiento de las metas acordadas con el FMI, que obligan a una renegociación si se aspira lograr los desembolsos con los que recomponer las reservas tras el pago efectuado al organismo a fines de junio, lo que evitó entrar en default. Las reuniones que ha llevado adelante el equipo económico y las pocas declaraciones del organismo llevan a pensar que habrá algún tipo de arreglo entre las partes, aunque no está claro el grado de compromiso que dicha renegociación implicará.

En tanto, y como se puede apreciar, no estaría detrás del alza que los activos argentinos registraron en las últimas semanas una mejora sustancial de los fundamentos macroeconómicos, sino un cambio en las expectativas, impactadas fuertemente por el proceso electoral y el cierre de listas.

Así, los sectores más elegidos son aquellos que tienen un potencial diferencial en los años venideros, como la energía y la minería. Los valores de los activos argentinos -aunque también una mejora en el contexto internacional que se refleja en la mejora que se observa en otros activos latinoamericanos- se encontrarían en niveles que simbolizan una buena alternativa para inversores con apetito por el riesgo.

Por ende, la sola posibilidad de la llegada de un nuevo gobierno con intenciones de ordenar la macroeconomía estaría siendo suficiente para desencadenar el proceso al alza, aún cuando se desconoce cómo ese proceso será llevado a delante por cada candidato. Sin embargo, como todo proceso asentado sobre expectativas, puede revertirse con gran rapidez, con un rumor o hecho que cambie la percepción que dio origen a las mismas.

Por lo tanto, probablemente asistamos a un período de mayor volatilidad, donde el mayor riesgo estará dado por eventos que pudieran determinar comportamientos en manada que terminen disparando un proceso de dolarización de carteras superior a la que pudiera soportar la economía argentina.

(*) Economista Jefe de PwC Argentina.

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