Por Fabio Ezequiel Ventre (*)
De acuerdo a nuestras estimaciones, se perderán entre 21 y 27 mil millones de dólares frente a la campaña agrícola previa. Esta cifra equivale a 4% del PBI.
Tras alcanzar un récord de casi 55 mil millones de dólares en la campaña 2021/22, proyectamos el valor de la cosecha de los 3 principales cultivos (trigo, maíz y soja) entre 27 y 33 mil millones de dólares en la campaña 2022/23. Esto significa que caerá entre 40% y 50% frente al año previo.
La soja será la más perjudicada. Estimamos que su cosecha perderá más del 45% de su valor, lo que representa de 13 a 15,5 mil millones de dólares menos que 2022.
En el caso del maíz, la pérdida proyectada en moneda dura supera el 35% interanual, equivalente a 6,5 mil millones de dólares. Sin embargo, podría caer inclusive 3 mil millones de dólares más.
Para el trigo, nuestras estimaciones indican que perdió 2 mil millones de dólares a nivel nacional, que significa un 29% menos frente a la campaña 2021/2022.
El impacto productivo
Los rangos de nuestras estimaciones se explican debido a la falta de consenso sobre el impacto productivo definitivo del clima sobre el sector agrícola.
De acuerdo a las primeras estimaciones preliminares publicadas la semana pasada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, la cosecha de maíz caería un 27% y la de soja un 37%.
Estas proyecciones parecen optimistas frente a las realizadas por la Bolsa de Comercio de Rosario, que indican que la producción de maíz caería 46% y la de soja un 48%.
Lo ocurrido con el trigo en la cosecha fina lleva a pensar que el escenario más probable se acerca al proyectado por las estimaciones más pesimistas.
Tras marcar su mejor campaña histórica en el país, el cereal perdió casi 10 millones de toneladas de acuerdo a las estimaciones definitivas (43% menos que 2021/2022).
Cabe mencionar que no todo fue impacto de la sequía: la superficie implementada del cereal ya había caído un 12,5%.
La crisis no es culpa de la sequía
Estimamos que las pérdidas ocasionadas por la sequía equivalen a 4% del PBI medido en dólares. Pese a esto, la sequía no es la causa de los problemas económicos de Argentina.
La actividad económica alcanzó un pico en agosto del año pasado, tras lo cual acumuló una caída de 2,2% en tan solo 5 meses. Esta recesión no se explica por el impacto de la sequía en la cosecha gruesa, que inicia a finales de marzo y comienzos de abril.
Por su parte, el impacto será notorio frente al año previo en términos de generación de divisas. Sin embargo, un análisis de la historia reciente muestra que esta lectura es incompleta.
El valor de la cosecha de este año se ubicará en torno al promedio del periodo 2015 – 2020. No solo esto, sino que incluso en el peor de los escenarios será superior al de la campaña 2017/2018, que también se vio fuertemente afectada por la sequía.
Sin embargo, mientras que en 2017/2018 los precios de las commodities estaban en uno de los niveles más bajos de la última década, los actuales se encuentran entre los más elevados, incluso tras su leve descenso frente al año pasado.
El Banco Central no se está quedando sin reservas genuinas por el impacto de la sequía. Hace tres años tenía aproximadamente 10 mil millones de dólares de reservas propias.
Adicionalmente, el sector agrícola generó casi 40 mil millones de dólares más que lo usual entre 2020 y 2022.
Pese a esto, desde hace casi un año las reservas netas se encuentran al borde de pasar a terreno negativo, subsistiendo a base de préstamos del FMI y medidas como el “dólar soja”, cortoplacistas y contraproducentes, ya que agravan los marcados desequilibrios de la economía argentina.
(*) Subdirector del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba.
