Posibilidades de desarrollo y estabilidad, metas de esta era

    Por Francisco Llorens

    Esta tesis, que se encuentra desarrollada en el Anuario de Talento publicado por Mercado, el mes pasado, se ve apuntalada gracias a los resultados de la encuesta que llevaron a cabo Grupo Rhuo y la Universidad Abierta Interamericana.
    Ambas organizaciones elaboraron un relevamiento sobre hábitos y preferencias laborales a escala nacional. La importancia de los equipos de trabajo y la relación con los jefes directos son claves para la motivación.
    Allí se destaca que 37,7% de los encuestados considera que lo que más le importa del trabajo es que permita desarrollarse. Mariela Aliandri, gerente de Capital Humano de Grupo Rhuo, conversó con Mercado y sostuvo que este fue el punto que más le llamó la atención de la encuesta: “No solo fue la opción más elegida en general, sino que se acentúa al inicio y al final de la carrera. Esta elección seguramente se relacione con el hecho de que la vida de la persona es una sola, donde conviven lo laboral y lo personal y, de acuerdo a la edad, el foco va virando entre darle mayor preponderancia a la familia o al desarrollo profesional. De esta forma, en el rango etario de entre 30 y 50 años es en el que disminuye el foco del desarrollo laboral para centrarse en un período de realización de proyectos personales y familiares”.
    “Es decir, –continúa– al comienzo de la vida laboral uno se centra en el desarrollo. Luego entra en una etapa de afianzamiento familiar y, al final, regresa a centrarse nuevamente en objetivos profesionales pendientes cuando otros aspectos personales ya quedaron resueltos”.


    Mariela Aliandri

    Estabilidad laboral

    El segundo aspecto más valorado del trabajo fue la estabilidad, apuntado por 36,5%. Para Aliandri, “el mercado laboral se encuentra en un período de quietud y, por supuesto, esa coyuntura hace que las personas privilegien la estabilidad laboral”.
    Completan las respuestas “que proporcione altos ingresos”, con 20,2% y “que la empresa o el puesto tenga prestigio”, con 5,7%. El primer caso muestra sus valores más altos en los hombres (23,9% contra 17,8% de mujeres) y en personas de entre 30 y 49 años. En cuanto al prestigio, alcanza su techo en los jóvenes de la generación Y, donde trepa hasta 7,4%; y también entre quienes no cuentan con estudios, ya que lo destacó 9,6% de este rango.
    En cuanto a las condiciones laborales, llamó la atención que haya sido elegida con un gran margen de diferencia la opción “Buen equipo de trabajo”: obtuvo 41,8% de las respuestas, mientras que de lejos siguieron “Buenas condiciones ambientales” (13,6%), “Flexibilidad horaria” (12%), “Desafíos profesionales” (11%) y “Posibilidad de ascenso” (10,9%).
    En esta línea, Aliandri acuerda en que el compromiso de los empleados se visualiza en la relación con los jefes directos y sus compañeros y no tanto con las instituciones en general: “Es totalmente normal que así sea, ya que la organización es algo abstracto. El compromiso, la fidelidad y la motivación están guiados por las personas que componen dicha organización. Por supuesto, en este aspecto influye también la cultura de la compañía, es decir, valores, visión y misión que orientan la forma de trabajar y que están personificados en sus empleados. Los vínculos con jefes y compañeros son definitorios al momento de pensar en un buen lugar de trabajo”.
    La contraparte en este punto fue la posibilidad de trabajar desde la casa: mientras muchos expertos la consideraban una práctica en aumento, solamente 2,9% de los encuestados lo destacó como el aspecto más valorado de su trabajo. Aliandri reconoce que fue uno de los resultados más sorpresivos: “El homeworking todavía no es una práctica instalada masivamente en nuestra sociedad, sino que se da en ciertos niveles o segmentos de mercado muy puntuales. En la Argentina, las empresas no lo terminan de implementar o aceptar debido a cierta cultura predominante, basada en el ‘controlar de cerca’, por lo que resta aún mucho camino por recorrer hasta que esta modalidad se instale como práctica habitual. Y para ello, en principio, será imprescindible que se produzca un cambio cultural o generacional en las organizaciones”.

    Solapamiento: camino recorrido y por recorrer

    En relación a las facetas más negativas de la relación laboral, la más importante tiene que ver con lo salarial. En comparación a los beneficios y a las posibilidades de ascenso fue la que peores resultados obtuvo: 39,1% dice estar muy satisfecho o satisfecho con su sueldo, 32,1% algo satisfecho y 28,8 % poco o nada satisfecho. El contexto inflacionario es un gran enemigo de los salarios, que suelen verse perjudicados y desactualizados. Esto se acentúa en los profesionales, que no se encuentran amparados en los convenios colectivos de trabajo.
    De esta forma, aparece el solapamiento salarial. En términos de Aliandri: “Desde hace casi 10 años el solapamiento salarial es un tema vigente, al cual se intenta abordar buscando soluciones que no atenten contra la evolución de los negocios. Ante ese panorama, las empresas trabajan en nuevos beneficios para compensar este solapamiento. En épocas de coyunturas complicadas se trata de lograr más con menos y no perder de vista el desarrollo de nuevos beneficios para el personal que, de algún modo, disminuyan el impacto de la pérdida de poder adquisitivo”.
    En épocas de nuevas prácticas laborales y de la generación Y, resultó interesante también lo relacionado al balance entre la vida personal y profesional. Mientras 35,7% de los interpelados afirmó que nunca recibe mails laborales fuera de ese contexto, 34,8 sostuvo que los recibe, aunque solo de forma excepcional, y 29,5 que lo hace habitualmente.
    El corte etario ofrece una buena clave: en el grupo de 50 años o más, el porcentaje de quienes no reciben mails laborales asciende a 41,8%; mientras que quienes tienen entre 30 y 39 años, 35,3% los recibe habitualmente.
    Aliandri ofrece su visión al respecto: “La persona tiene una sola vida donde conviven el ámbito personal y el ámbito laboral. En la medida en que se avanza en la estructura de una organización y crecen las responsabilidades o compromisos, la vida personal se entrelaza con mayor fuerza con la laboral y es complicado separarlas. Por esto, es importante y saludable que la persona pueda realizar un corte entre una y otra. Es necesario despejar la mente y recobrar energías para volver a retomar la dinámica laboral. Cuando no se logra ese ansiado corte, la persona está mucho más expuesta a que su cuerpo reaccione con alguno de los síntomas del estrés. En definitiva, como consecuencia desemboca en un escenario desfavorable tanto para el empleado como para el empleador”.
    Los resultados de la encuesta avalan este concepto también en cuanto a los puestos. Mientras 48,3% de los directivos o gerentes realiza actividades laborales en el tiempo personal, solo 31,8% de la línea media y 24,2% de quienes están en niveles iniciales lo hacen. A contramano, 24,1% de los directivos y 45,2% de los niveles más bajos afirman no realizar nunca tareas laborales en su vida personal.
    En esta línea, cuenta que les interesa seguir midiendo la evolución del estrés laboral y compararlo con años anteriores “para conocer cómo es la influencia de cada coyuntura”.

    Ficha técnica

    Población target: ciudadanos de todo el país.
    Tamaño de la muestra: 1.253 casos.
    Instrumento de recolección de la información: cuestionario estructurado y cerrado.
    Fecha del trabajo de campo: 21 de febrero al 13 de marzo.
    Error muestral: 4,1%.