Las economías emergentes sufren diferentes inconvenientes en el plano de su desarrollo universitario. China, por ejemplo, tiene un ambicioso programa de US$ 250.000 millones al año para desarrollar sus universidades e instituciones de investigación, pero los Gobiernos de otras partes del globo están más restringidos en sus recursos.
Kran Khemka, codirector de la práctica educativa de la consultora Parthenon Group, sugirió en un ensayo para Harvard Business Review que el “modelo occidental” de educación universitaria financiada por el Estado “es un lujo que los mercados emergentes, con recursos limitados, no se pueden dar”. Esos países dependen de proveedores sin fines de lucro para crear un sector universitario que sea rápidamente en escalable y sostenible en el largo plazo.
Algunos sectores del establishment educativo británico siempre fueron escépticos de las instituciones privadas, con fuertes dudas sobre su calidad y valor por dinero. Pero en toda Asia y América latina, esos proveedores no tienen el mismo estigma. En Malasia, por ejemplo, la educación superior privada era en 2012 un mercado de US$ 2.400 millones o alrededor de 1% del PBI.
En los mercados emergentes las universidades privadas responden, absolutamente, a una demanda creciente. En Brasil, la mayor parte de las inscripciones en la educación superior son para universidades privadas.
Mientras las economías viejas y nuevas luchan con el problema de cómo brindar educación de buena calidad a estudiantes cada vez más móviles, la tecnología podría proveer parte de la respuesta. Masivos cursos abiertos online difunden conferencias gratuitamente y programas de enseñanza diseñados por académicos de primera línea a cualquiera que tenga conexión a Internet en cualquier parte del mundo. El debate se ha concentrado entre el modelo de la universidad presencial y la universidad online.
Mercado, en su edición de junio pasado, publicó en su tema de portada “El futuro de la universidad”, una investigación y encuesta a profesores, alumnos y egresados, realizada en colaboración con Ernst & Young. De esa encuesta surgió que el Top Five de universidades que hoy lideran la educación online en la Argentina está formado por dos universidades estatales y tres privadas: la UBA, con 34,5% (estatal); la Universidad Austral, con 26,3% (privada); la UTN, con 24,4% (estatal); la UADE, con 20,8% (privada) y la UP, con 19,3% (privada).
Empujando la globalización de las universidades están los estudiantes de clase media de economías emergentes que buscan alta calificación. Para atraerlos, las economías occidentales compiten entre sí. Paralelamente ya largó la carrera por crear más universidades en naciones como India y Brasil.
Alrededor de 2,5 millones de jóvenes están estudiando fuera de su país de origen, creando un sector valuado en US$ 30.000 millones al año para Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia, según la consultora educativa Parthenon Group.
Para estos mercados tradicionales, el boom no podría haber llegado en mejor momento. La austeridad achicó los subsidios estatales a la educación superior, mientras los gastos suben y crece la competencia por mejores profesores, tecnología e instalaciones. En Estados Unidos, la suba de los costos y la merma de inscriptos hacen peligrar la viabilidad a largo plazo de algunas de las universidades más débiles.
Mientras los ingresos de los estudiantes extranjeros traen el aire que necesitaban esas instituciones en apuros, Mike Boxall, experto en educación superior del PA Consulting Group, advierte sobre los riesgos de tener demasiados estudiantes de otros países. “Sabemos que en algunas universidades esto ha llegado a un límite difícil de tolerar”, dice. “Los estudiantes que llegan de la otra parte del mundo para conseguir experiencia en inglés, descubren que en su clase hay muchos otros estudiantes internacionales”.
Boxall cree que, al menos en Gran Bretaña, van a surgir tres grandes categorías de universidades: oligarcas, innovadoras y zombies. Las grandes marcas establecidas como Oxford y Cambridge son las oligarcas, con supervivencia asegurada. Las innovadoras son las universidades de rango medio dispuestas a correr los riesgos de atraer estudiantes nuevos, mientras que las zombies, que se rehúsan a cambiar y sufren merma de inscripciones, caerán en espiral hacia la extinción. Según él, el desafío futuro para las instituciones de educación superior será mantenerse vivas en un momento en que es fácil para los estudiantes acudir a otros lugares para acceder al conocimiento y las habilidades que necesitan.
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