Definitivamente, la era de la sustentabilidad

    El concepto de “cambio de paradigma” se ha utilizado con tanta prodigalidad, que ha perdido buena parte de la profundidad de contenido que tenía cuando se popularizó su uso a partir de la década de los años 60, después de que lo acuñara Thomas Kuhn.
    Lo que su autor tenía en mente era la intensidad del cambio con que la gente percibía el mundo, como consecuencia de relevantes revoluciones científicas. Como el tránsito de una visión de la certidumbre newtoniana a otra de relativismo einsteiniano.
    Tal vez no tan rotunda como en ese ejemplo, hoy los empresarios perciben un cambio similar: de un mercado moldeado por la demanda, a otra realidad de un crecimiento extraordinario en la población mundial y del derrumbe de los límites planetarios.
    Una nueva realidad con un nivel de riesgo que a muchos líderes empresariales les cuesta comprender. Definitivamente, el nuevo riesgo se asocia con la idea de sustentabilidad.
    Como se refleja más adelante en esta misma edición –ver Capítulo I– “cualquiera sea la fuerza que la impulsa, la sustentabilidad se ha convertido en un concepto tan generalizado que definirlo y ejecutar programas de negocios, productos y prácticas con el ojo puesto en sus implicancias ambientales y sociales es un ejercicio gerencial de alta complejidad”.
    “Para algunas empresas, la sustentabilidad ha sido una valiosa lente a través de la cual identificaron oportunidades que de otro modo habrían pasado por alto: recortar costos, reducir riesgos y generar ingresos”.
    Queda claro que, independientemente de posibles ganancias financieras, los beneficios que generan para la sustentabilidad del planeta convierten a esas acciones en absolutamente necesarias. Hay, entonces, un nuevo diálogo: ya no importa tanto contabilizar las acciones en términos de “hacer menos daño” con el accionar del negocio, sino de asegurar que todas y cada una de las acciones empresariales contribuyan a asegurar la viabilidad de la vida futura. De lo que se trata es de medir los resultados.
    Las empresas han descubierto que preocupándose por el medio ambiente tienen mayores oportunidades de éxito en el mercado debido a que cada vez más existe una preferencia por parte de los consumidores por adquirir productos que reúnen condiciones de sustentabilidad ambiental. Además, la escasez de recursos que sufren hoy las obliga a cuidar y aprovechar al máximo cada insumo, evitando el desperdicio en todas las etapas de producción. El manejo del riesgo es una de las razones que las obligan a desarrollar cadenas de suministro con mejor huella ambiental, a consumir menos materiales naturales y asegurar el apoyo de las comunidades locales.

    El reciclaje permanente

    La economía circular –ese concepto que llega para diferenciarse de la economía lineal– sostiene que todos los materiales atraviesan ciclos infinitamente, sean estos técnicos o biológicos. Las empresas adhieren a este nuevo modelo de negocios y ya están buscando formas de lograr esa economía, o sea una en la que mediante rediseño, reutilización y reciclado, las materias primas vuelven a la cadena de suministro industrial.
    Es entonces cuando se percibe la otra discusión que se ha instalados en los últimos dos o tres años: la sustentabilidad. ¿Es un capítulo central de la RSE, o es al revés, y ésta forma parte del concepto más amplio de crecimiento sustentable? En los últimos 12 meses la virulencia de la polémica avanza por otros senderos.
    ¿Es posible que haya crecimiento y que no desaparezca el capitalismo, si no se advierte el imperativo impostergable y la centralidad de la sustentabilidad? Esta es la avenida por donde habrá que transitar durante todo el futuro previsible.
    Es que el tema invade y perturba en todas las dimensiones. Para algunos se trata exclusivamente de satisfacer las demandas de los clientes que reclaman bienes y servicios producidos o entregados responsablemente. En otros casos, se impone la presión de arriba, de los propios accionistas e inversores que pretenden que se cumplan determinados valores corporativos.
    Lo curioso –y atractivo además– es que buceando en esta idea de la sustentabilidad, muchos empresarios han identificado oportunidades que de otro modo nunca hubieran detectado. Sea reducir costos, achicar riesgos y –lo que es todavía más importante– generar nuevos y mayores ingresos.