La hora del compromiso activo -parte 3-

    Lo que “se desea” y lo “sustentable”

    ¿Será un tema de onda y sexy para los jóvenes?

    Las grandes marcas están comenzando a intentarlo a través de Collectively.org, una plataforma de colaboración financiada por grandes corporaciones y dedicada a inspirar y entusiasmar a los jóvenes del mundo para hacer que formas más estables de vida se conviertan en la nueva normalidad.

    “El gran desafío de Collectively.org”, dice su CEO Will Gardner en conversación con Timothy Large de la Thompson Reuters Foundation, es lograr que lo que “se desea” y lo “sustentable” se fundan en una sola cosa.
    “Collectively.org es una plataforma de colaboración financiada por más de 30 grandes corporaciones y dedicada a contar historias sobre el mundo en que queremos vivir nuestras vidas mientras vamos haciendo que lo sustentable se convierta en “la nueva normalidad”, dijo.
    Nació en el Foro Económico Mundial del año pasado y sus colaboradores son, entre muchos otros, Coca-Cola, Nike, Google, Unilever, Facebook, y Thomson Reuters. La pregunta que se hacen muchos es si un instrumento mediático financiado por grandes marcas puede tener independencia editorial o si será un vehículo para que las empresas alardeen de su Responsabilidad Social Empresaria.
    Antes de la próxima cumbre global de París, donde se piensa lograr un acuerdo sobre metas de desarrollo sustentable para los próximos 15 años, Timothy Large entrevistó a Will Gardner en su oficina de Londres para preguntarle si la colaboración será un concepto que llega para reemplazar a la competencia. Lo que sigue es un extracto editado de esa entrevista:

    –¿Qué papel puede tener la narración en la creación de una sociedad más sustentable?
    –Vivimos en este extraordinario mundo digital donde es casi un cliché decir que el contenido es rey. Todos dedicamos cada vez más tiempo a mirar la pantalla de nuestro celular, tableta, laptop, PC o hasta la televisión donde consumimos historias y muchas veces esas historias pueden comenzar a afectar nuestra actitud en cuanto a la forma en que vivimos.
    De manera que el contenido es increíblemente poderoso, pero el contenido solo no alcanza. Necesitamos ser capaces  de asociar ese contenido con la idea de que hay cosas que la gente puede hacer y cambios que puede incorporar a su propia vida, que pueden hacer algo diferente mañana a la mañana cuando se levantan.

    –Han creado un consorcio con auspiciantes notablemente grandes: Coca-Cola, British Telecom, Carlsberg, Johnson & Johnson, Unilever, Diageo, Microsoft, Nestle, Salesforce… La lista sigue y sigue. ¿Cómo lograron que esas marcas les acerquen dinero real? ¿Y cuáles son los desafíos para un conjunto de medios que está financiado por grandes empresas?
    –Desde el principio la idea de Collectively era que fuera una organización que lograra llegar a todo tipo de individuos y organizaciones para reunirlos, porque al colaborar podemos lograr más  frente a esta visión de vida sustentable en lugar de que cada organización trabaje en su propio silo. De ahí el nombre. Queremos trabajar colectivamente. Entonces, desde el primer momento, cuando surgió la idea de Collectively en el World Economic Forum de Davos, ya hubo empresas entusiasmadas con la idea de colaborar para siempre.
    Pero lo que ocurre aquí es que las compañías con sus marcas forman parte de una amplia conversación con organizaciones sin fines de lucro, emprendedores sociales e innovadores que a veces se acercan con grandes ideas revolucionarias capaces de lograr un cambio hacia adelante y luego nuestro público global joven actúa como test de laboratorio para saber si lo que hacemos es valioso, es auténtico o algo en lo en lo que ellos realmente creen.

    –¿Qué obtienen con esto las empresas? ¿Relaciones públicas, branding? ¿O es una misión absolutamente pura?
    –Creo que es misión pura. Al final entienden que pueden hacer el bien actuando bien. Esa es una frase que está comenzando a permear en los directorios de todo el mundo y hay muchas pruebas de que las empresas que ponen la misión social en el corazón de sus modelos de negocios pueden crear marcas que tienen  un verdadero propósito social no solo logran mayor impacto sino que crecen más rápido.
    La razón es que la gente cada vez más quiere comprar marcas que significan valores que sean iguales a los que de ellos.
    Diría entonces que es un interés inteligente el que tienen nuestros socios, un deseo genuino de levantarse a la mañana y hacer algo bueno por el mundo. 

    –¿Ustedes tienen total independencia editorial?
    –Sí, y la tenemos desde el principio. Dijimos a todas nuestras organizaciones socias que la nuestra tiene que ser una plataforma editorialmente independiente porque estamos creando un público que quiere saber que esto es algo verdadero y bueno y auténtico. Entonces aunque tenemos la oportunidad de contar historias interesantes y noticias de cosas que están haciendo, nuestras empresas asociadas no tienen derecho a que esas historias sean mostradas en la plataforma. Tomamos esas historias de donde vengan.

    –¿Alguna vez pondrían una historia que sea contraria a las empresas financistas?
    –Sí, lo haríamos y lo hemos hecho. Un buen ejemplo, no de una compañía específica pero de señalar algunas cosas malas dentro de un sector, fue una película que hicimos llamada  America’s Shrinking Farms que trataba de la industria alimentaria y, en particular, de la industria de la comida rápida en Estados Unidos y algunos de los peligros que deben resolverse en ese tema. 

    –Estos días mucha gente dentro del periodismo está luchando para lograr la manera en que el contenido sea rentable. Algunas organizaciones podrían  encontrar su modelo de negocio interesante pero sentir un poco de incomodidad al ver que se desdibujan las fronteras entre noticia y branding. ¿Observa alguna tensión allí? ¿Es eso un problema para ustedes?
    –No, todavía no. Creo que nuestros socios primero respetan nuestra independencia pero también saben que están en Collectively  por muchas razones además de poder contar historias, de modo que esto no es una plataforma de RSE de ninguna manera.
    Las empresas saben que tienen la oportunidad de contar historias y por lo tanto que sus marcas puedan ser mencionadas dentro de la historia o combinación de historias, pero también hay una oportunidad de colaboración mucho más amplia.
    Tenemos sesiones de laboratorios con nuestros socios donde los reunimos a todos para compartir con ellos las conclusiones que vamos obteniendo de la gente y lo que buscamos en términos de vida sustentable y ellos dan ideas.
    Y luego aparece lo más interesante: a medida que iniciamos un proyecto colectivo aparece el entusiasmo por lograr un nuevo producto o servicio.

    –Hablemos del público.
    –Es un público joven que por un lado ama la vida que está teniendo, disfruta las marcas, va a comprar al centro el sábado, va a los supermercados, le gusta consumir, pero también quiere que su consumo y su estilo de vida tenga opciones positivas. Y eso a veces entra en conflicto con su vida. O sea, nosotros no nos dirigimos a los que ya están convencidos, queremos llegar a aquella gente que quiere más inspiración y también a veces más asesoramiento en cuanto a cómo pueden vivir una vida más sustentable.

    –Collectively es un sitio con onda.  Podría fácilmente convertirse en algo más pesado, pero tiene secciones que incluyen temas sexy, moda, alimentos, diseño y tecnología. ¿Están tratando de lograr  convertir en sexy a la sustentabilidad?
    –Exactamente. Lo que sabemos es que si queremos llegar a un público más grande debemos poder hacerlo mediante las cosas que los atraen. Entonces ya sabemos que si tenemos un artículo que comienza con frases como “cambio climático” o “escasez de agua” inevitablemente vamos a llegar a menos gente, la pequeña proporción que se preocupa por esas cosas. Si en cambio hablamos de moda, sexo, género, alimentos, viajes, autos o deportes entonces es probable que nuestro público sea más grande.
    Y también estamos tratando de que el lenguaje de la conversación sea más fresco y más fácil. No mucha gente entiende lo que quiere decir la palabra sustentabilidad. A veces meter cositas como “eco esto” o “verde aquello” es mejor porque son palabras que se vienen escuchando desde hace más tiempo. En última instancia, lo que quiere nuestro público es tener una sensación de que el mundo va a ser más elegante, mejor y más justo. Ese es el marco que creemos nos conviene utilizar. 

    Cita en París

    ¿Será obligatorio el acuerdo sobre el clima?

    Se acerca la tan esperada conferencia sobre el clima y ya se conocen los documentos presentados por muchos de los países que se reunirán. Da la sensación de que lo que allí presentan es la posición que ya han tomado y no el punto de partida de las negociaciones. Si esto es así, el acuerdo será débil, pero será mejor que nada.

    Una cantidad de diplomáticos, políticos y empresarios y ONG comenzarán a llegar a París en los primeros días de diciembre para ver si logran consensuar un acuerdo global del clima. Hasta ahora las conversaciones han avanzado a paso de tortuga en los últimos años pero parecería que ahora hay probabilidades de que en París se firma un acuerdo. En realidad, los contornos del Acuerdo de París ya están comenzando a aparecer, no solo en cuanto a lo que se quiere lograr sino en cuanto a la estructura que tendrá. 
    Sitg Schjolset, experto en emisiones de Thompson-Reuters resume aquí lo que a su criterio surgirá en diciembre.

    Las promesas de cada uno
    La suma de los objetivos nacionales de reducción, o sea los llamados Intended Nationally Determined Contributions (INDC), determinarán el nivel ambiental al que se aspira en el nuevo acuerdo. Para principios de octubre unos 140 países responsables de 90% de las emisiones globales habían presentado sus INDC.
    Observando algunos de los más grandes emisores el INDC de China indica que el país podría continuar aumentando sus emisiones hacia 2030. India prometió reducir la intensidad de emisiones de su economía de 22 a 35% por debajo de los niveles de 2005 para 2030 y Rusia presentó un INDC que permite un aumento en las emisiones en los próximos 15 años. Las importantes disminuciones en la UE y Estados Unidos no serán suficientes para compensar aumentos en las economías emergentes con las actuales promesas. La evaluación que hace TR es que con las actuales promesas el presupuesto de carbono mundial, o sea, la acumulación de emisiones globales consistentes con el objetivo de 2°, probablemente se acabe alrededor de 2040. Este cálculo se hace en base a otras evaluaciones que indican que la reducción de objetivos que está ahora sobre la mesa pondrá al mundo en un camino actual hacia un calentamiento global de 3°. Esto es notablemente mejor que los escenarios actuales pero inconsistentes con el objetivo de dos grados. 
    Entonces si todos están de acuerdo en que las promesas nacionales no van a ser suficientes para mantener el calentamiento global dentro de límites seguros, ¿por qué no hay ya en París negociaciones reales para aumentar las aspiraciones ambientales en la inminente reunión?
    Esto es porque los INDC son el resultado de compromisos nacionales muy difícilmente logrados que equilibran intereses sociales, económicos y ambientales. En algunos casos, la UEp por ejemplo, la meta se adoptó mediante un proceso complejo de negociación interna. Cambiar la meta actual de la UE de reducir las emisiones 40% para 2030 comparado con 1990 requiere un acuerdo unánime entre 28 estados miembro.
    Ese acuerdo obviamente no será posible de lograr durante las dos semanas de negociaciones en París. Esto ilustra cómo los actuales INDC son ofertas finales en términos de cómo los países limitarán sus emisiones de aquí a 2025 o 2030.y de ninguna manera el punto de partida para las negociaciones que tendrán lugar en París.

    Crear un acuerdo global con fuerza legal
    Desde 2011, el principal objetivo de las negociaciones del clima ha sido crear un marco legal que incluya o conecte los objetivos nacionales de reducción con los otros elementos que constituirán el acuerdo de París. El mandato de los negociadores es “desarrollar un protocolo, otro instrumento legal o un resultado acordado con fuerza legal según la convención que rige para todas las partes”.
    Esencialmente, ese mandato ha definido dos grandes principios sobre los cuales el nuevo acuerdo debería construirse. El primero habla de la forma del acuerdo: debe tener fuerza legal. El segundo se refiere al contenido del acuerdo. El resultado debería ser “aplicable a todos”, o sea, la cobertura debería ser más amplia que la de los anteriores compromisos bajo el Protocolo de Kioto, que solo imponían metas de reducción a un grupo relativamente pequeño de países industrializados.

    ¿Aplicable a todos?
    Comenzando con el principio de que el acuerdo debería ser aplicable a todos, esto en la práctica ha sido difícil de combinar con otro principio en las conversaciones del clima: “Las respectivas responsabilidades y capacidades comunes pero diferenciadas”. Esto esencialmente se refiere a la cuestión de justicia según ejes diferentes. ¿Quién tiene la mayor responsabilidad histórica por el calentamiento global? ¿Quién debería contribuir más a la necesidad de reducir emisiones? Y finalmente lo más importante: ¿Quién debería pagar por ello?
    Sin embargo, con el concepto de los INDC, un nuevo entendimiento de que a los países se les permitirá autodiferenciarse sobre la base de circunstancias nacionales ha ido surgiendo gradualmente. La fijación de objetivos antes de París ha sido un proceso de abajo hacia arriba en el que los países aportan a la canasta internacional como ellos quieren. Y, lo más importante, es que han sido muy renuentes a criticar las metas de los demás. Hasta el INDC ruso, que obviamente es mucho más bajo de lo que razonablemente podría esperarse, fue recibido sin críticas, ni de la UE ni de Christiana Figueres, la secretaria ejecutiva de la UNFCC (United Nations Framework on Climate Change).
    El problema heredado del sistema voluntario es que no da el envión que hace falta para lograr y mantener el umbral de menos de dos grados de calentamiento global. Del lado positivo, será posible lograr que todos los grandes emisores asuman algún tipo de compromiso para limitar sus emisiones, implicando que el nuevo acuerdo será aplicable a todos (o la mayoría de) los países, aun en términos de metas de reducción. La fortaleza del acuerdo de París, entonces, dependerá en gran medida de los mecanismos para elevar con el tiempo las metas de reducción. Si bien parece que está surgiendo un consenso sobre ciclos de revisión cada cinco años, la fortaleza de ese mecanismo dependerá de cuán fuerte sea la presión por lograr mayores aspiraciones.

    ¿Acuerdo con fuerza legal?
    La UE y varios otros miembros idealmente aprueban la mayoría de los aspectos del acuerdo de París incluida la cláusula de que los compromisos de reducción sean legalmente obligatorios. Sin embargo, debido a las circunstancias nacionales en Estados Unidos y otros países, está claro que esto va a ser imposible. 
    En Estados Unidos, por ejemplo, hay tres formas en que el país puede entrar en acuerdos legales internacionales: 1) por aprobación de dos tercios del Senado, 2) por aprobación de ambas cámaras del Congreso, o 3) por decisión presidencial solamente, sin la aprobación expresa del Senado o el Congreso. Como las dos primeras opciones ya pueden casi descartarse cualquiera sea el contenido de un nuevo acuerdo climático, la cuestión clave es qué tipo de acuerdo podría firmar el Presidente de Estados Unidos sin la aprobación del Senado o el Congreso. Parece probable que un acuerdo con sobrereducción de metas y obligaciones financieras requiriría aprobación del Senado o de ambas cámaras del Congreso. Esos elementos, por lo tanto, tendrán que ser agregados en decisiones no obligatorias mientras que el presidente podría poder firmar un acuerdo que incluya compromisos obligatorios en asuntos procesales como por ejemplo en términos de obligaciones de informar sobre el progreso hacia objetivos de emisión y promesas financieras. 
    Por lo tanto, el acuerdo de París con toda probabilidad será un marco híbrido. El acuerdo central de obligación moral incluirá elementos procesales mientas los temas duros como la reducción de objetivos y las obligaciones financieras vendrán envueltas en decisiones más suaves. Aunque ese acuerdo híbrido será visto como demasiado débil por muchos países y observadores la alternativa –tener un acuerdo que estaría muerto al llegar a Estados Unidos– es claramente peor.

    Un paso adelante
    Si las aspiraciones ambientales y la forma legal del acuerdo más o menos ya se vislumbran, ¿no habrá nada para discutir en París? Claro que sí. Hay todavía muchos temas por resolver y la pata final de las negociaciones podría salir horriblemente mal. La financiación sigue siendo un tema doloroso que dificultaría el progreso en todos los demás temas en las conversaciones. Los países ricos están muy lejos todavía de cumplir con su promesa de 2009 de entregar US$ 100.000 millones por año de financiación para el clima a los países pobres. Habrá que firmar en París un acuerdo más creíble sobre esto que incluya poner más dinero sobre la mesa. Pero en general, es bastante probable que se firme un nuevo acuerdo en París.

    Nivel del mar: un video muestra lo que ya pasó

    Hasta ahora las advertencias llegaban en forma de terribles proyecciones, un tipo de periodismo sobre cambio de clima que los escépticos rechazan por especulativo y alarmista. 
    Lo que ha hecho este equipo de expertos de Reuters es crear un paquete multimedia que llama Water’s Edge para mostrar el efectos que ya están presentes debido al cambio climático. Water’s Edge es una serie de videos que ha ganado premios internacionales y que documentan el problema actual, real y palpable del aumento del nivel del mar. 
    Maurice Tamman, quien preside el departamento de análisis computarizado de datos de Reuters, dudaba de la eficacia de una cobertura demasiado enfocada en calamidades futuras. Quería mirar con detenimiento los datos actuales sobre los efectos del cambio climático. 
    “Hasta ahora nadie había mirado el tema como un problema presente”, decía Tanman en 2013 cuando comenzó a insistir en realizar un proyecto con esas características. “Queríamos documentar con historias de efectos reales en la tierra. Algo que tocara fibras. La idea era encontrar y documentar lo que ya ocurrió, no lo que puede ocurrir en el futuro”. 
    Más o menos en los mismos días, la reportera de investigación Deborah Nelson, quien vive en la región de Maryland que tiene una de las tasas más altas de aumento del nivel del mar en todo el país, llegó a Reuters con una propuesta para documentar lo que está ocurriendo ahora mismo con el cambio climático. 
    Esbozaron un plan y Reuters armó un equipo para realizarlo: Nelson, Ryan McNeill, preriodista especializado en datos de Reuters, Duff Wilson, reportero de investigación, Alister Doyle, corresponsal sobre temas ambientales y Bill Tarrant corresponsal en Europa. El proyecto, en que el grupo comenzó a trabajar en 2013, fue armado y editado por John Blanton, director de Reuters Estados Unidos. 
    La dirección para verlo es www.reuters.com/investigates/special–report/waters–edge–the–crisis–of–rising–sea–levels/

    Capacidades globales y compromiso local

    Por Juan Médici (*)

    No es una novedad ni un misterio que vivimos en un mundo cada vez más interconectado e interdependiente. Esta realidad obliga a prepararse para enfrentar nuevos y diversos desafíos, y entrar en contacto con personas con ideas y culturas diferentes a las propias. 
    Por eso, los profesionales de hoy y de mañana necesitan desarrollar capacidades que les permitan moverse en el desafiante contexto actual.
    AFS – Programas Interculturales trabaja para que sus participantes adquieran competencias globales, sin por eso dejar de lado el arraigo y la búsqueda de soluciones de problemáticas de las propias comunidades. El desafío es formar personas con conciencia global, pero con foco en la acción local.
    Somos una organización de base voluntaria, que desde 1947 a escala mundial y hace 60 años en nuestro país, ofrece oportunidades de aprendizaje intercultural para adolescentes, jóvenes y adultos, destinados a favorecer su crecimiento académico, profesional y personal. 
    En estas seis décadas de presencia en el país, los programas de AFS han sumado más de 5000 participantes, muchos de los cuales se han consolidado como profesionales en puestos jerárquicos de excelencia.
    Los programas tradicionales de AFS están dirigidos a estudiantes de nivel secundario, a quienes se les ofrece la posibilidad de estudiar y vivir uno, dos, cinco u 11 meses en el extranjero en la casa de una familia voluntaria local y asistiendo regularmente a una escuela del lugar, lo que les permite sumergirse en la cultura del país en el que residen.
    Tanto antes como durante y después de la experiencia se forma a los jóvenes en capacidades interculturales, a fin de que puedan sacar mayor provecho de la experiencia vivida. El programa se completa con la puesta en práctica de nociones de emprendedorismo social, fomentando el compromiso de los participantes con sus comunidades.
    A fin de ayudar a los padres a costear la carga económica que implica el envío de un hijo/a al exterior, AFS destina un fondo económico para la creación de becas que dan la posibilidad a los jóvenes de vivir una experiencia de intercambio.
    Entre las posibilidades que ofrece la organización se destaca el Programa de Becas Corporativas. Mediante el mismo, las empresas ofrecen becas internas para brindar a sus empleados la oportunidad de que sus hijos y/o familiares de entre 15 y 18 años puedan participar de algunos de los programas de AFS. Estas becas pueden hacerse extensivas a jóvenes de las comunidades donde están radicadas las empresas.

    Experiencias y prácticas
    Por otro lado, y gracias a acuerdos con organizaciones del mundo, AFS pone a disposición de jóvenes que ya se hayan graduado de la escuela secundaria oportunidades de vivir experiencias académicas, estudio de idiomas, voluntariado y prácticas profesionales en el extranjero.
    La oferta de AFS en este sentido suma más de 250 programas en todos los continentes. Esto permite que los jóvenes interesados accedan a experiencias hechas a su medida.
    Desde hace algunos años, AFS sumó cursos de desarrollo de competencias globales para el personal de empresas y otro tipo de organizaciones a su oferta de programas.
    Los temas tratados en los cursos van desde la forma de mejorar la efectividad comunicacional hasta el desarrollo de capacidades de liderazgo, pasando por la generación de negocios efectivos. Los contenidos pueden ser customizados según las necesidades de cada organización.
    De esta manera, AFS apoya a las organizaciones y su fuerza de trabajo a adquirir capacidades que aportarán a su efectividad laboral en, por ejemplo, el trabajo en nuevos entornos y culturas o en equipos culturalmente diversos.
    AFS busca formar alianzas para ayudar a crear una fuerza de trabajo que sea competente a escala global, a la vez que involucrada en actividades significativas con impacto visible en la comunidad local y en toda la sociedad. De esta manera, se forman ciudadanos global y socialmente responsables.
    Desde el comienzo de la implementación de estos programas, más de 20 empresas u organizaciones (fundaciones, cámaras empresarias, representaciones diplomáticas y dependencias gubernamentales, entre otras) han confiado en AFS para tomar estos cursos. 85% de los participantes consideró los conocimientos adquiridos en los mismos como “de gran utilidad” para su empleo.
    Los tiempos cambian y los desafíos son cada vez mayores, pero el compromiso sigue siendo el mismo de siempre: hacer de nuestro mundo y nuestra comunidad lugares mejores para nosotros y para las próximas generaciones.

    (*) Presidente de AFS – Programas Interculturales, una organización internacional.

    Rizobacter 

    Soluciones con la mirada en el futuro

    Es la empresa argentina de microbiología agrícola más importante del país. Desde Pergamino, localidad en la provincia de Buenos Aires que le dio origen, se convirtió en un actor protagónico del negocio agrícola casi desde sus inicios en 1977 y en materia de sustentabilidad y RSE posee una visión innovadora.

    Por Leandro Africano


    Ricardo Yapur

    Ricardo Yapur, gerente general de Rizobacter, es uno de los directivos que hace casi 20 años tomó nota que para crecer había que tejer alianzas estratégicas con las grandes compañías, y fue así como hizo saltar su facturación anual de US$ 4 millones a US$ 100 millones en menos de dos décadas. En la actualidad exporta 20% de la facturación y ha atravesado un camino de RSE que se inició en la ayuda a ser parte del core business de la compañía. Asimismo, en 2014 presentó por primera vez su reporte de sustentabilidad bajo la normativa más exigente G4 donde presenta avances innovadores en la materia. 
    Por definición la compañía nació para buscar soluciones. “Creíamos en la naturaleza; la tierra nos marcaría el camino. Queríamos impulsar la vida, semilla a semilla. Pasaron ya 38 años de aquel comienzo y esos valores aún se mantienen inalterables”, señala su gerente general. Hoy, Rizobacter es una compañía líder en investigación y desarrollo de productos microbiológicos aplicados al agro. “Desde esa posición, asumimos un rol protagónico: alimentar al mundo con métodos sustentables. No se trata de un postulado vacío ni de una consigna de marketing. Desde el mismo germen de nuestro negocio, la misión de Rizobacter es aportar los mejores recursos para desarrollar soluciones amigables con el medio ambiente. Muchos de los métodos tradicionales de producción han sido fructíferos en el pasado. Pero la frágil situación ecológica de nuestro planeta nos demanda ahora más esfuerzos: debemos sumar mayor potencial a los cultivos, cuidar nuestros recursos naturales y producir más alimentos saludables” explican en su reporte de sustentabilidad. 
    La compañía se hace cargo de una idea de negocios: “estamos convencidos de que la microbiología es el futuro. Porque brinda más vida para el campo y ofrece ventajas metodológicas, aumentando los rendimientos, permitiendo la producción en plazas marginales y reduciendo los costos de los productores. Esa es la razón por la que, año tras año, destinamos 30 % de nuestras ganancias a proyectos de investigación y desarrollo”. En este contexto Yapur conversó con Mercado para analizar el impacto de esta temática el trabajo diario de la compañía y compartió su visión sobre la problemática.

    –¿Qué rol juegan las políticas de sustentabilidad y RSE en la estrategia de negocios de la compañía? 
    –Somos la compañía más grande de Pergamino y estamos constantemente observados por la comunidad y por cada uno de los públicos con los que interactuamos. El desarrollo de nuestra política de sustentabilidad y RSE se basa en la educación, el cuidado del medio ambiente y en un marco ético de trabajo. Lo que comenzó años atrás como políticas de ayuda hoy es parte de la estrategia. Es el mismo proceso que tuvo nuestro negocio: comenzamos con un negocio de riesgo que era impensado para la Argentina y hoy facturamos US$ 100 millones y exportamos a 25 países.

    –¿Cómo se articulan esas políticas con el trabajo cotidiano?
    –Nuestro negocio crecerá en la medida en que cuidemos el sistema productivo agrario. Por eso investigamos y desarrollamos productos de calidad, que resguardan del medioambiente y permitan producir la mayor cantidad de alimentos de manera sostenible. Desarrollamos una relación cercana con nuestros grupos de interés. Generamos alianzas con los principales actores del sector para promover proyectos innovadores y sustentables. Y buscamos el desarrollo de nuestra comunidad, fortaleciendo lazos con organizaciones sociales que potencien las habilidades de los sectores más vulnerables de las zonas donde operamos.

    –¿Cuáles son los lineamientos de RSE que ha implementado la compañía teniendo en cuenta que en definitiva son una Pyme del interior de la Argentina? 
    –Entendemos que la Responsabilidad Social Empresarial es la contribución al desarrollo sostenible, a través del compromiso y la confianza de la empresa hacia sus empleados y las familias de éstos, hacia la sociedad en general y hacia la comunidad local, en pos de mejorar el capital social y la calidad de vida de toda la comunidad. En Rizobacter pensamos que los negocios no serían posibles sin potenciar el valor social. Vivimos en comunidad, somos parte de ella y tenemos el compromiso ineludible de dialogar y convivir con nuestros vecinos y devolver a la sociedad, parte de lo que ella nos brinda. 
    En este año que termina hicimos hincapié en la educación basándonos en dos proyectos concretos: por un lado el Programa Experiencia Rizobacter: iniciativa en la que los mejores promedios de los colegios secundarios de Pergamino tienen la oportunidad de hacer su primer experiencia laboral en la compañía. Por otro lado llevamos a cabo planes de alfabetización y apoyo escolar en el barrio Virgen de Guadalupe, zona que se ha vuelto socialmente muy vulnerable: todos los días, un grupo de 30 niños, acceden a un programa de apoyo escolar para colaborar en la educación primaria básica del barrio. Este proyecto, se realiza en conjunto con la Asociación Civil Nueva Vida. Asimismo, estamos a punto de cumplir con otros de nuestros objetivos en el que nos propusimos donar 500 horas de voluntariado corporativo a la comunidad de Pergamino. Nosotros creemos que estamos iniciando el camino de un salto sustancial: desde la responsabilidad social hacia la sustentabilidad, pensando e implementando acciones sostenibles, que atraviesen a toda la empresa, tangencialmente.

    Desafío de innovadores

    Por María Rigou (*)

    Mirando algunos sucesos internacionales es posible pensar que la sustentabilidad se va consolidando como un principio ético universal, que invita y obliga a Gobiernos, empresas y organizaciones de la sociedad civil, a fijar objetivos y agendas de alcance mundial, para que sean puestas en práctica por los distintos actores sociales. 
    La Encíclica del Papa “Laudato Si”; la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible planteada por Naciones Unidas recientemente en Nueva York, la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático a desarrollarse próximamente en París son algunos de estos hitos que van mostrando a la comunidad global la necesidad de decidir el desafiante y difícil camino para lograr un crecimiento económico, inclusivo socialmente y que preserve el medio ambiente. 
    Este fenómeno llevado al mundo de la empresa se está transformando en una mirada disruptiva que pone en jaque a los empresarios tradicionalistas y motiva a los innovadores. En la medida en que la sustentabilidad es un valor significativo para colaboradores, consumidores, proveedores y sociedad en general, puede una compañía ignorar sus principios y criterios rectores? ¿Puede una organización ser eficiente y competitiva sin colaboradores comprometidos? ¿Es posible lograr rentabilidad económica sin respetar las preferencias de los consumidores? ¿Logra una empresa su licencia social si la comunidad en la que opera desconfía de su accionar? 
    Según un informe de Mc Kinsey (2014), 36% de los número uno de las corporaciones empresarias ubica a la sustentabilidad en el Top 3 de su agenda corporativa. Aunque todavía es una tendencia incipiente, cada vez más compañías han asumido ambiciosos compromisos de sustentabilidad a 2020, 2030 o 2050 y para cumplirlos deben redefinir sus procesos de manera innovadora incorporando criterios ambientales y sociales a su planificación estratégica.
    En particular en nuestro país, si bien el camino por recorrer es largo, también ha habido algunos buenos indicios de la importancia que está tomando el tema en aquellas organizaciones que procuran prepararse para un futuro que ya se vislumbra. Cada vez más compañías suman áreas específicas de RSE y sustentabilidad o crean comités con representantes de los distintos sectores para encontrar oportunidades de mejora en los diferentes procesos corporativos. En los últimos años han aumentado la cantidad de empresas que reportan y muchas de ellas se han animado a hacerlo según el G4 del GRI, herramienta que invita a reflexionar en los aspectos materiales de lo que se hace y se comunica en materia de responsabilidad social. Han crecido los presupuestos destinados a la sustentabilidad y, en algunos casos, ya no solo los gestiona el área específica sino que las partidas responden a las áreas con los que la responsabilidad social se cruza en el negocio. 
    Las universidades van ampliado la oferta de formación en esta temática. Los espacios de divulgación se multiplican y empiezan a aparecer CEO que en algunos pocos y notables casos se transforman en los principales voceros de la sustentabilidad. Han aumentado la cantidad y la calidad de los premios en cámaras y en instituciones que procuran promover buenas prácticas y cada vez más las empresas se presentan a competir por ellos.
    El reto está en marcha. Cada paso en esta dirección suele producir anhelo y entusiasmo, pero también desencanto y frustración. Es necesario entonces, comprender desde una perspectiva estratégica, la complejidad del cambio para enfrentarlo con la premura necesaria sin descuidar la profundidad que requiere.

    (*) Coordinadora del Curso de Posgrado en Gestión Estratégica para el Desarrollo Sustentable de Fundación UADE.

    Tetra Pak

    Estrategia en torno a materiales reciclables

    “Protegemos los alimentos y garantizamos seguridad alimenticia a los consumidores y, además, hacemos que nuestra operación tenga un mínimo impacto ambiental, dado que nuestros envases “vuelven a crecer”. Esto quiere decir que los envases provienen de fuentes renovables en un 75%”.


    Estela Reale

    Es que la principal materia prima que lo compone, el cartón, no sólo vuelve a crecer de forma natural, sino que a su vez presenta una excelente alternativa ambiental, al contribuir beneficiosamente con la ecología y el clima de nuestro planeta, enfatiza Estela Reale, gerente de Comunicaciones de Tetra Pak.

    –En un contexto de cierta convulsión y restricción económica como el de los últimos años, hay quienes optan por reducir inversiones en iniciativas sustentables o programas de RSE. ¿Cuál es la experiencia que le ha tocado vivir en su empresa o en otras empresas colegas? 
    –Para nosotros, los programas de RSE y sustentabilidad son prioritarios. Es por ello que año tras año continuamos llevando a cabo acciones que protegen lo bueno. Ejemplo de esto es Buena Leche, Buena Vida, nuestra campaña de donación de leche larga vida en envase Tetra Brik, que ya cuenta con tres ediciones. 
    A su vez, ya hemos apoyado con más de 30 cintas de clasificación a Cooperativas y Municipios (Creando Conciencia, Unión de Cartoneros Platenses, Coreme, La Única, Nuevamente, Recuperadores del Oeste, etc. y Municipios como La Plata, Morón, Capital, San Isidro, Concordia), donde implementaron sistemas de recolección diferenciada y centros de clasificación de reciclables para recuperar nuestros envases y todos los reciclables. Asimismo, hemos desarrollado nuevos recicladores, como Papelera Rosato en Berazategui, Papelera Quequén en Necochea, que cada día comienzan a recibir más envases Tetra Pak para recuperarlos y producir diversos artículos, como cajas, papel higiénico natural, toallas de mano, etc. 
    Años atrás, hemos desarrollado en el país una nueva estrategia de trabajo en conjunto con municipios, los cuales han implementado, o están en pos de implementar, sistemas de Gestión de Residuos Sólidos Urbanos (GIRSU) con separación en origen y recolección diferenciada de materiales reciclables.
    Bajo estos pilares, trabajamos fuertemente para fomentar el reciclado y, por ello, consideramos las acciones de RSE y sustentabilidad como prioridad en nuestra agenda diaria.

    –Hay una gran diferencia entre táctica y estrategia en RSE y sustentabilidad. En la táctica se apoyan iniciativas de salud, educación, mejor alimentación. En caso de dificultad, se pueden reducir o eliminar sin mayor problema. En la política estratégica se requiere tiempo y recursos, y desarrollo de relaciones de muy largo plazo. ¿Cuál criterio prima en la compañía en la que le toca actuar? 
    –Creemos que la mejor opción es contar con una combinación de ambas, dado que tanto la estrategia como la táctica son fundamentales a la hora de actuar. De todos modos, una lleva a la otra.
    Por ejemplo en el reciclado venimos trabajando en comunicar, contar y concientizar sobre la temática desde los años 90. Hoy, que de a poco las condiciones se van dando, se ven los resultados. Es decir que se trabaja día a día con pequeñas acciones, englobadas en una gran estrategia que da sus frutos a largo plazo.

    – De acuerdo a investigaciones recientes, las nuevas generaciones (millennials) muestran un mayor conocimiento acerca de la sustentabilidad  y exigen a las compañías un accionar responsable, incluso a la hora de elegir un lugar donde trabajar. ¿Percibe esto en los empleados y aspirantes de su empresa? ¿Qué políticas toman al respecto?
    –En este último tiempo se puede percibir una creciente preferencia de los consumidores por productos que cumplan con requisitos ambientales. Las nuevas generaciones buscan estos productos y están involucrados con el cuidado del medio ambiente.
    Como organización, nos comprometemos a cumplir con las expectativas del consumidor y, en consecuencia, con las expectativas de nuestros empleados que también son parte del mercado. Es así como nuestros empleados consideran este tema muy relevante y ya forma parte de sus nuevos hábitos y costumbres.

    –La agenda 2030 para el desarrollo sostenible será una guía de intervenciones en desarrollo por los próximos 15 años. Un aumento importante en la temperatura mundial puede imponer un costo de entre 10 y 30% del PBI global. Los costos están asociados a la masiva inversión en infraestructura industrial para adaptarse a las nuevas temperaturas y al nuevo nivel de los océanos. ¿Cree usted que hay conciencia en las empresas sobre estos escenarios y se está trabajando al respecto?
    –Creemos que la conciencia se va adquiriendo de a poco, requiere cierto proceso. Las empresas son parte de este cambio, y son cada vez más las que se comprometen con el desarrollo sostenible. 
    En nuestro caso, nuestras oficinas comerciales y técnicas operan en un edificio sustentable en el diseño, construcción, funcionamiento y mantenimiento. Para la ejecución de este predio se tuvieron en cuenta parámetros ambientales como: el uso del terreno con criterio ecosistémico, la sustentabilidad de los materiales de construcción y re-utilización de materiales pre-existentes, el uso eficiente de la energía y del agua y la calidad ambiental del aire interior. 
    El edificio cuenta con un gran protagonismo de vidrio que permite utilizar en 90% la luz natural y en el techo se han colocado placas de poli-aluminio prensado, hechas con más de 7 millones de envases de Tetra Pak reciclados. Este sistema en el techo, no sólo reduce la temperatura interior, sino que por su diseño, permite recolectar agua de lluvia, la cual es re-utilizada para el riego artificial del predio, disminuyendo 40% el uso de agua potable. 
    De esta manera, Tetra Pak está comprometido con el desarrollo sostenible y trasmite esto a todos sus empleados, porque consideramos que se empieza por casa, para el gran cambio.

    ¿Qué hacer para avanzar?

    Por Julián Costábile (*)

    Todos sabemos que la sustentabilidad social y ambiental es hoy un tema central en la agenda empresaria, y ya no un accesorio para “decorar” políticas de comunicación corporativa.
    Hay tendencias sobre este tema que se consolidan en todo el mundo y también en América latina. Por ejemplo en Chile, la Bolsa de Santiago acaba de lanzar su primer índice de sustentabilidad para las empresas que cotizan en dicho mercado, mientras que Bolivia ya hizo exigible el Reporte de Sustentabilidad para las empresas financieras y petroleras.
    Pero en la Argentina debemos reconocer que para el empresariado local mantenerse “al día” y poder avanzar en línea con lo que pasa en otros países no es fácil. Sin que sea una excusa para no actuar, hay que reconocer que estos años trajeron para los directivos locales múltiples desafíos y complejidades, que le sacaron “tiempo mental” al tema y llevaron a que la sustentabilidad sufriera cierta postergación en las estrategias de muchas compañías locales.
    Y, dado que parece que seguiremos enfrentando tiempos desafiantes, la pregunta es ¿qué hacemos para avanzar en este tema en épocas de presupuestos y calendarios ajustados?
    Lo que seguramente no podemos hacer es paralizarnos, debemos pensar en enfocar el tema de otra forma y en encontrar nuevas oportunidades. Dejar de ver la RSE como un costo, o una unidad para recibir donaciones, y verla como una parte más de la empresa, que debe producir resultados.
    En esta línea aparecen varias iniciativas a tener en cuenta:
    Medir eficiencia y resultados: La RSE no debe quedar afuera de un buen manejo en materia de eficiencia y resultados. Es clave planificar bien, desarrollar alianzas inteligentes y monitorear resultados. Hay que encontrar el tema donde la empresa es más efectiva y construir propuestas de valor compartido. Por ejemplo, hay organizaciones sociales que ofrecen a las empresas poder retirar sus materiales en desuso para reciclarlos y con esto generar fondos para becas que apoyen la inclusión laboral de jóvenes en riesgo.
    Incorporar la lógica del negocio para abordar los problemas sociales: Pensar cómo nuestros propios productos, servicios y habilidades de gestión pueden mejorar algún tema ambiental o social es parte de las tendencias que requieren más estrategia “cabeza” que “espalda”, es decir formas efectivas de generar impacto antes que costosos programas.
    Hay temas claves como por ejemplo vivienda, donde las empresas pueden desarrollar programas autosustentables de financiamiento que mejoren el acceso a la vivienda en sus zonas de influencia. Resolver problemas sociales y ambientales sin que implique un “barril sin fondo” de donaciones es fundamental para escalar programas de RSE. La clave está en pensar con la mentalidad de un plan de negocios y no con la de un programa de donaciones.

    Acceso a grupos vulnerables
    1. Compras inclusivas: las empresas son compradores importantes. Encontrar cómo dar acceso a grupos vulnerables entre nuestros proveedores es también una acción que, aunque puede insumir algún costo o tiempo adicional al principio, impacta a largo plazo sin requerir nuevos recursos cuando esa organización o grupo consigue desarrollar habilidades para vender en el mercado productos y servicios. Organizaciones como en Buenas Manos, Media Pila y Redactivos son excelentes ejemplos de socios potenciales para este enfoque.
    2. Cadena de valor: En el mundo de hoy las empresas son responsables no solo de lo que pasa “puertas adentro” sino de sus proveedores y cadena de distribución. Es un desafío no menor gestionar los riesgos en la cadena, pero a la vez es una oportunidad de consolidar lazos con proveedores y clientes, de forma de que toda la cadena sea más competitiva y pueda acceder a mercados que ponen actualmente la lupa en este tema.

    3. Sistemas de Reporting eficaces: La importancia de emitir reportes “no financieros” (reportes de sustentabilidad o integrados) no debe ser postergada por cuestiones de presupuesto. Finalmente la información es la única forma de gestionar y, compilarla en un formato y darle la solidez de la verificación externa es la mejor forma de poner en valor ante terceros lo que la compañía hace en la materia, sus resultados y progresos. La clave es orientarlos al futuro, para que las inversiones rindan frutos en el nuevo contexto. Hay que diseñarlos desde el inicio para satisfacer las nuevas exigencias de los mercados de capitales y evitar invertir de más en costosas piezas de comunicación que luego quedan en algún cajón.

    4. Incentivos fiscales: En algunos temas y zonas hay incentivos para actuaciones socialmente responsables. No deberían ser el motor principal de una acción, que tiene que estar planificada para cumplir la estrategia de sustentabilidad trazada, pero no deja de ser valioso en estos tiempos optimizar recursos aprovechando los programas de incentivos que los estados tienen en los diferentes temas relacionados con una actuación responsable.

    (*) Es director de SMS Sustentabilidad, SMS Latinoamérica.