¿El buen gobierno tiene repago?

    Por Alejandro Javier Rosa (*)

    En los últimos años se han escrito varios “papers” y publicaciones que analizaron la correlación entre la adopción de las buenas prácticas de gobierno en la organización y el valor de mercado de la empresa.
    Quizás el más famoso y citado sea el de Gompers, Ishii y Metrick (investigadores de Harvard y Wharton) denominado “Gobierno Corporativo y precio de las acciones” del año 2003. Sobre la base de 24 prácticas de gobierno organizacional, los investigadores construyeron un “índice de Gobernabilidad” según el cual ponderaron el nivel de derechos de los accionistas en 1.500 empresas cotizantes en Estados Unidos. La conclusión del estudio fue que una estrategia de inversión focalizada en comprar acciones de empresas que se encontraban en el decil del “Indice de Gobernabilidad” con el más alto nivel de derechos para los accionistas y vender acciones de empresas incluidas en el decil con más bajo nivel, hubiese obtenido una rentabilidad promedio del 8,5% anual durante un período de 10 años (1990-2000), rendimiento muy por encima del registrado por el índice S&P en el mismo período. Otros resultados de este mismo estudio indicaron que las empresas incluidas en el decil más alto tenían mejores márgenes de ganancia y más alto crecimiento de ventas, y además más bajo nivel de inversiones de capital y adquisición de empresas, lo cual indicaba que eran más eficientes en el uso de los recursos.
    Otro interesante estudio es el realizado por McKinsey en 2002. Se le preguntó a más de 200 responsables de Inversores Institucionales globales si pagarían un “premium” por la acción de una empresa con altos estándares de gobierno corporativo respecto de una empresa similar que tenga bajos estándares. Más del 75% de los encuestados respondieron que pagarían un “Premium” sobre el valor de la acción.

    En economías emergentes

    Cuando se les preguntó qué porcentaje de sobreprecio pagarían, la respuesta fue variable de acuerdo al país en el que se encontrara la empresa, comenzando en 11% si la empresa fuera canadiense hasta 40% si la empresa fuera rusa o egipcia. Otra lectura interesante de esta encuesta es que la percepción del valor de las buenas prácticas de gobierno como práctica diferencial es mayor en las economías emergentes que en los países desarrollados. Es así como, de acuerdo con este mismo estudio, en mercados emergentes como Argentina, Chile, Brasil, India y Sudáfrica el sobreprecio que un inversor pagaría por una empresa con buenas prácticas era superior a 20%. En cambio en los países desarrollados como Estados Unidos, Gran Bretaña, Suecia, Francia o Alemania la prima que el inversor estaba dispuesto a pagar se encontraba entre 12 y 15%.
    Estudios más recientes como el presentado en 2013 (“Corporate Governance: Its effect on Share Price” por Steven Walken) indican que los mercados maduros (USA, UK, UE) ya han asumido un cierto estándar en la aplicación de las buenas prácticas de gobierno de las organizaciones, y es por ello que los precios de las acciones ya tienen implícita esta consideración. Concluye, siguiendo ese razonamiento, que no existirían, en estos mercados, grandes oportunidades para mejorar la valuación de las empresas a través de la adopción de buenas prácticas de gobierno, aunque sí reconoce que esas oportunidades podrían existir en mercados emergentes.
    En esta pequeña muestra de trabajos de investigación puede observarse que se ha demostrado que existe una importante correlación entre la valuación de las empresas y el grado de adopción de buenas prácticas de gobierno de una organización.
    Existe además otro elemento, y es el de verlo desde el otro punto de vista. Es decir, el de la destrucción de valor de empresas como consecuencia del seguimiento de prácticas indebidas y contrarias a las mejores. Casos de amplia publicidad en los últimos años (Enron, Lehman, Parmalat) hablan por sí solos.
    En definitiva, y a modo de respuesta a nuestra pregunta inicial, podemos decir que, ya sea por el efecto positivo de su adopción o por el negativo de no adoptarlas, las buenas prácticas de gobierno de las organizaciones tienen una importante influencia en el valor de mercado de las empresas.

    (*) Associate Partner de PriceWaterhouse Coopers.