Iría en camino de superar el crecimiento de China con una expansión anual de más de 8%. El Gobierno avanza hacia su tercer año en el poder acelerando planes para la reforma económica del país. Las dos grandes promesas: fin de la corrupción y reactivación. El menor precio del petróleo elevará los ingresos disponibles, especialmente entre las familias pobres y ayudará a bajar la inflación.
El tono de los funcionarios indios es de triunfo, especialmente cuando la economía de China exhibe lentitud y retroceso en su crecimiento económico. En las dificultades chinas, advierten la posibilidad de convertirse en algún momento cercano en una gran economía con la mayor tasa de crecimiento global.
Varios ministros en Nueva Delhi parecen creer que tal ambición es viable. Sin embargo, para muchos observadores extranjeros subsisten dos problemas a resolver. El primero es la duda que generan las estadísticas indias, acusadas de “estar infladas”. El segundo, las mismas dificultades que arrastra el país desde hace décadas, excesiva pobreza, abundancia burocrática, mala gestión de los recursos públicos.
Con todo, ésta es realmente una situación especial. Este año se espera que China reduzca su crecimiento anual a 7% del PBI. Pero en uno o dos años se aguarda que esa tasa de sitúe en 5%. Mientras tanto el cálculo aceptado es que India crecerá a 7,7% annual.
Por otra parte, el descenso pronunciado que afecta los precios de los productos básicos, que golpea a todas las economías emergentes, no hace mella en la India, ajena a este fenómeno. Al contrario, le otorga una ventaja. India es el tercer importador mundial de petróleo. Con un precio que en un año pasó de US$ 140 el barril a otro de poco más de US$ 40, el ahorro es más que significativo.
Como contrapartida, tampoco es un importante exportador de productos industriales. De modo que si la demanda global por estos bienes es menor, es irrelevante para una economía donde 57% del producto bruto doméstico lo genera el consumo interno.
Con todo, la idea de que India se convierta en un tiempo en una gran economía global, parece más producto del entusiasmo del elenco gobernante que de los datos de la realidad. No hay chance de que se convierta en la locomotora de la economía mundial, o en una de ellas, para el caso. Aún con sus dificultades, China equivale a 13,5% del PBI mundial, mientras que India es apenas 2,5%.
En definitiva, tanto se ha hablado de las dificultades recientes de la economía china, problemas bursátiles y devaluación de su moneda, –tras 30 años de expansión incesante y a notable ritmo– que un tema mucho menos conocido como el de la India, mereció de pronto renovada atención.
Por otra parte, en febrero pasado este país cambió todo el sistema con el que se calculaba el PBI, tras lo cual incorporó una corrección de dos puntos hacia arriba. De allí las críticas sobre “estadísticas imaginativas”.
El gobierno mantiene atrasos en los programas de reformas de las tierras fiscales, de un nuevo impuesto sobre bienes y servicios. Se concentró en cambio en desarrollar infraestructura, caminos, fábricas y centrales de generación eléctrica.
Es una economía a la que le falta integrarse todavía con el resto del mundo.
Viejo enemigo, nuevo aliado
Desde la independencia, las relaciones con Washington no fueron siempre las mejores. Las relaciones de los estadounidenses con los pakistaníes, acercaron más a la India hacia Moscú. Pero la Guerra Fría terminó hace mucho y el escenario geopolítico ha tenido cambios fundamentales.
La realidad, ahora, es que la mayor democracia del mundo necesita, con premura, inversiones en áreas estratégicas para su desarrollo, más tecnología y capacidad de innovación.
Todo eso puede conseguirse en Estados Unidos. El problema para Narendra Mori es que la circunstancia no es la más adecuada.
La superpotencia ha desplegado todo su esfuerzo diplomático en instalarse en el área del Pacífico –”pretenden que sea un lago americano”, dicen los chinos–, con el TTP o Tratado del Trans Pacífico, que nuclea a naciones ribereñas de ese océano, pero no a China. Al revés, es un intento de contener la expansión china. Y las fuerzas navales estadounidenses desafían las pretensiones de Beijing sobre el Mar de la China.
Todo el sudeste asiático, especialmente, es el pivote de la política exterior estadounidense. Washington se había desentendido del Medio Oriente, pero ahora la presencia de Rusia en Siria, obliga a una distracción inevitable.
Pese al incansable viajar de Modi (visitó ya más de 20 países en año medio de gobierno), queda claro que la rivalidad es con China y la intención evidente es la alianza con Estados Unidos. Europa no cuenta, aunque compre maquinaria alemana o aviones de guerra franceses.
El presidente indio no es corto en ambiciones: prefiere que en vez de llamar a esta centuria “el siglo del Pacífico”, se la conozca en el futuro como “el siglo Indo-Pacifico”.
Si los recursos no vienen desde Estados Unidos, tal vez encuentre otras fuentes dispuestas en la misma región. Japón y Australia se anotan en primera fila.
¿Y Ãfrica?
Para ser una potencia a tener en cuenta, India debe tener presencia activa en todas las regiones del mundo. Y una ausencia muy notoria era Ãfrica, un vasto territorio con enorme potencial, donde China sacó ventaja, pero donde Estados Unidos le disputa influencia palmo a palmo.
India no quiere estar ausente en esta puja. Recientemente se hizo la cumbre del foro India-Ãfrica, con la presencia de 40 jefes de estado del continente negro. Hay cuatro temas que crean vínculos entre ambas partes:
a) la historia común en materia de colonización y descolonización (lo que explica que todos ellos estén en el movimiento de “Los no alineados”);
b) desde la apertura económica india en 1991, Ãfrica es fuente de materias primeras necesarias, y a la vez, nuevos mercados comerciales a desarrollar (India es el cuarto socio comercial de Ãfrica, con un volumen de intercambio de US$ 70 mil millones);
c) Ãfrica es central para el esfuerzo de la India en convertirse en actor político de rango mundial, ya que ambos bloques coinciden en la reforma integral de las estructuras políticas existentes –como Naciones Unidas– y en lograr posiciones comunes en temas centrales como clima, sustentabilidad, alimentos, energía, agua y ciberseguridad.
d) Terrorismo, piratería, crimen organizado son materias de creciente inquietud tanto para Ãfrica como para la India. Los esfuerzos en el futuro serán por coordinar acciones en esa dirección.
Un cambio político relevante
El comienzo de un nuevo proceso
Es la más grande democracia del mundo. A finales de 2014 comenzó un experimento prometedor. En la 16° elección general en India 550 millones de personas ejercieron su derecho a votar. El nuevo gobierno nació con un claro mandato: superar obstáculos políticos que trababan el crecimiento económico.
Narendra Modi
El nuevo primer ministro resultó ser Narendra Modi del conservador partido Bharatiya Janata (BJP), que presidió el rápido crecimiento económico en sus 13 años como ministro jefe del estado de Gujarat, en la costa noroeste de India. Modi ganó porque la mayoría de los indios creyó que podría lograr crecimiento más rápido para todo el país.
La elección demostró cuán diferente es India en términos políticos de su gigantesco vecino, la autocrática China. Pero el desafío indio es imitar el gran progreso económico que logró China en los últimos treinta años. Para lograrlo, tendría que fomentar, en un contexto político diferente, dos ingredientes fundamentales en el éxito económico chino.
El primer ingrediente es un sector industrial sólido compuesto por industrias manufactureras que usan trabajo no calificado, que ofrecería un camino para salir de la pobreza a cientos de millones de trabajadores rurales y sus familias. Es el camino que China y otros países antes que ella, tomaron. En India, por el contrario, el subdesarrollo del sector industrial ha impedido al país hacer realidad todo su potencial económico.
El segundo ingrediente es la infraestructura que todo crecimiento económico requiere: caminos, puentes, puertos y escuelas, además de provisión confiable de electricidad y agua limpia. La deficiente infraestructura limita la industria que India tiene. Las fábricas necesitan una provisión confiable de energía para operar eficientemente, buenos caminos y ferrocarriles para trasladar los insumos y distribuir productos y, si van a exportar esos productos, puertos para buques de carga y aeropuertos para los artículos de alto valor y viajes de negocios. China tiene esas cosas en abundancia. India no.
Los apagones son cosa de rutina en India, casi la mitad de las familias del país carece de electricidad y las autopistas modernas son escasas. Mientras un camionero en Estados Unidos puede recorrer con su carga una distancia de 1.500 kilómetros en unas 20 horas, en India un viaje equivalente lleva de cuatro a cinco días.
Poder de las minorías
La causa fundamental de estos dos inconvenientes es uno de los rasgos esenciales de la democracia india, y, en realidad, de todas las democracias: el poder de las minorías. En las democracias, la gente es libre de organizarse, y a menudo lo hace sobre la base de intereses económicos comunes. Esos grupos trabajan políticamente para llevar beneficios a sus miembros, pero los beneficios pueden lograrse a expensas del bienestar general, y en India han bloqueado el desarrollo de industrias de baja capacitación e infraestructura de alta calidad.
Mientras en India abundan los trabajadores con poca o ninguna calificación, las leyes que gobiernan el empleo hacen prácticamente imposible que las grandes firmas echen a sus trabajadores, algo que las desalienta para contratar gente. Las compañías más eficientes tienden a evitar precisamente las industrias que podrían, si se establecieran a gran escala, sacar de la pobreza a millones de indios. Además, las leyes que restringen el uso de la tierra hacen que sea difícil construir instalaciones como fábricas y hoteles, actividades que podrían emplear a gran cantidad de personas.
Los sindicatos son un tipo especial de grupo de interés que promueve y defiende las leyes que desalientan a las grandes firmas a entrar en industrias que emplean trabajadores sin capacitación. Si bien esas leyes benefician a los afiliados, que conforman una fracción muy pequeña del total de la fuerza laboral, penalizan a India en su totalidad. Otros grupos de interés obstruyen el crecimiento del empleo mediante la creación de nuevos negocios. Manifestantes locales, por ejemplo, a veces impiden el uso de la tierra para fines industriales y comerciales.
Las minorías políticas también inhiben la construcción de infraestructura y el desarrollo del sistema educativo que India necesita usando el proceso democrático para desviar recursos para sí mismas, que luego no pueden usarse para tender caminos o pagar a maestros. Subsidios de diversos tipos, todos ellos logros legislativos de grupos de intereses, representan 2,4% del PBI del país.
La burocracia misma es un enorme, poderoso y voraz grupo de interés. Sus salarios consumen recursos que serían mejor empleados en usos más productivos. El gasto de los intereses especiales lleva a déficit de presupuesto mientras que los préstamos necesarios para financiar esos déficits quitan todavía más dinero a la infraestructura y la educación.
El nuevo gobierno de Modi no puede –en verdad, no debe– abolir las reglas democráticas que permiten lucrar a las minorías. Con sus diferentes grupos étnicos, religiones, castas y 30 idiomas hablados por un millón de nativos cada uno (y otros 104 hablados por lo menos 10.000 personas) India es culturalmente más diversa que toda la Unión europea, pero con el doble de habitantes. Sin un énfasis en encontrar acuerdos, la pacífica resolución de disputas y los derechos inherentes a las minorías, una India unida no podría existir.
Entonces, el desafío de Modi es superar los obstáculos a las políticas que promueven crecimiento usando métodos democráticos. Aquí, la elección ha traído buenas nuevas: la creciente fuerza de la clase media en crecimiento, una potente aliada en la causa de conseguir las necesarias reformas económicas.
La clase media consiste en personas asalariadas, con propiedades, muchas de ellas jóvenes que ven en el gobierno la posibilidad de hacer cumplir la ley y no una fuente de financiamiento y favores. Los votos de esa gente ayudaron a Modi a ganar la elección. Su éxito en el cargo dependerá de cómo pueda aprovechar el poder de esa clase media para superar los obstáculos políticos al crecimiento económico que exigen sus miembros.
La nueva China para las tecnológicas de EE.UU.
India se ha convertido en el nuevo destino de las tecnológicas norteamericanas.Hace cinco años, esa meca era China, pero hoy India es la economía con el crecimiento más rápido del mundo y las mayores oportunidades.
India ya conduce más búsquedas móviles en Google que cualquier otro país además de Estados Unidos. Sus habitantes representan gran parte del crecimiento de redes sociales como Friendster. Por eso no sorprende que Facebook ya tenga 132 millones de usuarios, solamente detrás de Estados Unidos.
Pero la presencia de Facebook en ese continente es más profunda. WhatsApp, el servicio de mensajería que Facebook compró el año pasado en US$ 22.000 millones, se ha convertido en la aplicación más popular del país, al ofrecer texteo gratis y llamadas gratuitas en un lugar donde mucha gente gana solo unos pocos dólares al día.
Por eso es que Facebbok solo está rascando la superficie de India. “Debemos concentrarnos en esos millones de personas que no están conectadas”, dice Kevin D. Souza, jefe de crecimiento y sociedades móviles de Facebook India.
Para llegar a esa gente, Facebook está ofreciendo versiones básicas de su servicio que funcionan con teléfonos simples y redes lentas. Bajo una iniciativa paraguas llamada Internet.org Facebook trabaja también con un operador local de teléfonos celulares para ofrecer un paquete de servicios gratuitos que incluyen noticias, listas de empleos que se ofrecen y versiones solo texto del messenger y su red social, para todos aquellso que no pueden pagar un plan de datos.
Hacer dinero también es difícil en India, donde la cantidad que se gasta en publicidad digital podría totalizar US$ 940 millones este año, según eMarketer, apenas una fracción de los US$ 58.000 millones que se calcula se gastarán en Estados Unidos.
Cientos de miles de millones de indios todavía usan teléfonos básicos que no pueden cargar apps, pero pueden recibir mensajes de texto gratuitos. Usando tecnología de ZipDial, Twitter permite a la gente ver los tweets de jugadores de cricket, de políticos o de marcas con solo llamar a un número telefónico especial y luego cortar. Entonces les llegan los tweets como texto.
Modi, un líder controvertido
La elección de Narendra Modi como primer ministro de la India, hace poco más de año y medio, estuvo envuelto en una doble polémica. Primero, era el líder del partido opositor, el “Bharatiya Janata Party”, de marcada orientación nacionalista. Segundo, es un abierto partidario de la ideología del “nacionalismo religioso hindú”, defensor de extremistas hindúes, responsables de la violencia y las masacres en la India de ayer y de hoy. En Gujarat hizo poco para detener la orgía de violencia entre hindúes y musulmanes en 2002, que dejaron más de 1.000 muertos, la gran mayoría de ellos musulmanes.
El ascenso de Modi coincidió con el estado en que se encontraba el entonces partido gobernante. El partido del Congreso estaba en el poder desde 2004 y hace ya mucho que perdió su vigor. Aquella relumbrante tasa de crecimiento del país que supo exhibir se redujo a la mitad, a 5%. Con una urgente necesidad de encontrar nuevos trabajos para 10 millones de indios que se suman a la fuerza de trabajo cada año, ese pobre crecimiento resultaba en un terrible costo humano.
El gran beneficiario fue Modi, un brillante orador, que atrae multitudes de todo el país con sus 64 años. Mientras los políticos indios suelen pagar a la gente para que asistan a sus actos, Modi cobraba entrada, lo cual es a la vez una señal del entusiasmo que provoca y una forma de hacer que sus seguidores sientan que pertenecen a un movimiento poderoso. Muchos de los grandes empresarios del país se han enamorado de Modi. Están convencidos de que podrá reanimar la economía y aumentar el crecimiento.
En efecto, tiene muchas condiciones para enamorar: es un hombre de acción, es un outsider en un sistema político plagado de amigotes. Modi proviene de una casta baja y un hogar modesto de vendedores de té y debe su éxito a su empuje y su ambición. Además, en un sistema profundamente corrupto, parece bastante limpio.
Fue primer ministro del estado de Gujarat durante 12 años, donde redujo burocracia, hizo caminos y tendió líneas de comunicación. Los negocios florecieron y las inversiones abundaron. Gujarat representa sólo 5% de la población india, pero produce casi la cuarta parte de sus exportaciones. El PBI del estado casi se triplicó bajo su mandato. La mayoría de los indicadores sociales también mejoraron y la pobreza cayó de más de 40% a 11% en 20 años. Modi habla ahora de replicar el crecimiento de Gujarat, de desarrollo industrial y de mejor infraestructura en todo el país.
Este es el Modi que podría salvar a la India y beneficiar a millones de los pobres más pobres del mundo. Pero también está el Modi que podría partir el país. Hay dos temas serios que pesan sobre su carácter. El primero es su estilo de liderazgo. Es un solitario autocrático a quien no le gusta delegar. El segundo tema se relaciona con el terrible pogrom que ocurrió bajo sus ojos. Ningún tribunal lo ha encontrado culpable de crimen alguno. Sin embargo, nadie cree que no tenga parte de responsabilidad sobre lo que ocurrió, aunque más no sea por descuido. Nunca mostró arrepentimiento, algo que cae bien con los sectores hinduístas.
El potencial oculto de India
El país asiático sobresale entre los BRIC por su extensión territorial, su gran población y su potencial académico y cultural. Sin embargo, solo 10% de sus habitantes tiene acceso a Internet. Las nuevas inversiones en IT podrían cambiar esto e incentivar a la economía para alcanzar nuevos récords.
China generalmente se lleva toda la prensa: es el BRIC de mayor población, el lugar en donde se establecieron innumerables industrias, la segunda economía del mundo. Tal vez por eso, muchas veces se pasan por alto las potencialidades de su vecino silencioso, India. Allí, entre ropa colorida y estatuas de Vishnu, hay un verdadero mercado, prácticamente inexplorado por las compañías locales y también las occidentales: se trata, nada más ni nada menos, de conectar a 1.200 millones de personas. Un desafío que, de ser exitoso, podría aumentar el PBI de India y empujarlo a nuevos récords.
Para ilustrar el tesoro oculto del negocio de la conectividad bien valen unas cifras. De más de 1.200 millones de personas que hacen a la población del gigante asiático solo 120 millones, es decir 10%, tienen conexión a Internet. Al ritmo de las inversiones actuales, sin embargo, se estima que esta cifra pueda crecer a 330 millones solo en dos años. Para poner en perspectiva este crecimiento: se convertirían, de la noche a la mañana, en el segundo país con mayores conexiones en el mundo después de China.
Culturalmente, esta expansión comercial no es poca cosa. Implica una transformación radical en el sector de IT, una posibilidad de reinventarse, que podría, además, ser el salto hacia arriba de un PBI que ha sufrido, como todos, los efectos de la crisis económica internacional.
En los papeles, están dadas las condiciones iniciales para que esto suceda. Pero también se necesita de la colaboración de diferentes actores, según un informe de la consultora McKinsey. El Estado, que deberá darle un marco legal a la actividad; el sector privado, que deberá invertir en infraestructura; y la comunidad de emprendedores, que tendrá en sus manos la creación de productos y servicios para los nuevos 350 millones de consumidores. En definitiva, un esfuerzo titánico y conjunto que debe darse armoniosamente.
Lo que se tiene para ganar es mucho. Hoy por hoy es poca la contribución que hace el sector al PBI nacional. De hecho, los ciudadanos/consumidores gastaron solo 1,6% del PBI en 2011 en tecnología, comparado con 3,4% que se gasta en los países industrializados. Pero esta brecha podría cerrarse en poco tiempo por dos razones, ambas de índole cultural: el comportamiento online de los consumidores, que se asemeja al de aquellos en economías más desarrolladas, y sus profesionales en IT, que se cuentan en millones.