Por Maria Fitó-Carreras (*)
No hay experimento más curioso que exponer a los alumnos de cualquier facultad de Comunicación, el primer día de la clase de radio, al sonido del dial. Aunque nos pueda parecer mentira, una cuarta parte de ellos no lo reconocen como tal. Sería fácil achacarlo a un déficit cultural o a una falta de interés por lo que les rodea. Pero antes de llegar a conclusiones erróneas debemos ponernos en sus zapatos.
La Generación Z ha nacido con un móvil debajo del brazo y se ha criado en las redes sociales. Además, como apunta Carlos Scolari, se mueven en la denominada “cultura del snack”, consumiendo formatos breves de comunicación y saltando de un contenido a otro. En este escenario, ¿quién les pone un transistor en la oreja para que escuchen un programa de radio de cuatro horas, plagado de publicidad, con señores y señoras que hablan siempre de lo mismo y que, además, suenan a analógico?
¿La radio seguirá siendo radio después de la FM?
Algunos románticos seguimos escuchando la radio a través de las ondas. El crujir del dial nos recuerda que el medio radiofónico sigue vivo a pesar de la proliferación de pódcast, audiolibros o listas de reproducción. Todo indica que consumir audio digital en pequeñas dosis es el futuro del medio sonoro.
Pero empecemos por analizar el estado de la radio digital en España. A pesar de haber sido uno de los primeros en desarrollar el sistema DAB (Digital Audio Broadcasting), su implementación ha quedado abandonada debido a la falta de infraestructuras y el poco interés de las instituciones y empresas implicadas en realizar el pleno trasvase de la radio analógica a la digital.
Lo cierto es que dos décadas después, el mercado global se prepara para un inevitable apagón, que obligará a las radios a abandonar gradualmente su emisión analógica.
El sector automovilístico, por ejemplo, siguiendo el Código de Comunicaciones Eléctricas Europeas (EECC) indica a los fabricantes que deben dotar los vehículos con receptores de audio digital de serie, sin ser opcional.
O en el ámbito de la telefonía móvil, los nuevos modelos de smartphones ya no incorporan el chip de audio FM, por lo que escuchar la radio hertziana ya no es compatible con los dispositivos de última generación.
La pregunta es cuándo va a suceder. Poner una fecha de caducidad a la radio de las ondas es como intentar poner fecha al fin del mundo. Y hacerlo en España aún resulta más complicado, ya que no gozamos de infraestructuras suficientes para garantizar una cobertura total del territorio nacional.
La única certeza que tenemos es que la radio sigue siendo radio en los países que han trasladado sus emisiones a través del sistema DAB, del mismo modo que la televisión sigue siendo la misma tras su traspaso al sistema de la TDT (Televisión Digital Terrestre). Solo cambia la forma de consumir el audio y nace un colectivo perjudicado: el de los transistores, que van quedando obsoletos en los cajones de nuestros hogares.
Lo que nos debería preocupar es la salud de la radio
La emisión digital mejora la recepción y calidad sonora de los contenidos y de algún modo contribuye a rejuvenecer la audiencia de la radio por el mero hecho de llevar la etiqueta de “digital”.
Dejando aparcada la fracasada implementación del sistema DAB en España, la radio ya ofrece desde hace años sus contenidos del directo en calidad digital por streaming en internet, a través de la web del medio o de aplicaciones. Incluso se va sumando progresivamente a la producción de pódcast nativos que le permiten completar la programación que ofrece en las ondas.
Pero, aunque la radio hertziana siga vigente y mantenga su fiel audiencia, debe mirar con ojos digitales hacia el futuro. Es necesario atraer a las nuevas generaciones para rejuvenecer su envejecida audiencia.
Los nuevos (jóvenes) oyentes se encuentran en el entorno digital. Les permite escuchar contenidos de audio cuando quieren y donde quieren, sin estar supeditados a un horario de escucha y a constantes intromisiones publicitarias. Allí se desenvuelven con comodidad y naturalidad, picoteando contenidos sonoros a sus anchas e interactuando con los medios y las marcas.
Si la empresa radiofónica quiere mantener los resultados en los estudios de audiencia y, como consecuencia, conservar su fuente de ingresos publicitarios, sin duda debe estar donde está la nueva audiencia. Debe trabajar para atrapar a los más jóvenes empleando estrategias transmedia que los arrastren del medio digital hacia el dial. Pero para mantenerlos, la radio les deberá dar algo más. Porque el modelo de radio tradicional no va con ellos.
A pesar del crecimiento exponencial del consumo de pódcast, audiolibros o música en streaming, la radio sigue siendo el medio de audio más escuchado en todo el mundo. Según los datos del último informe global All Audio Study, el 75 % de la población de entre 35 y 54 años escuchó la radio la semana previa a la encuesta. Para los participantes de 18 a 34 años, el porcentaje bajó al 55 %, siendo la música en streaming el contenido que más escuchan. Casi la mitad de los jóvenes no sintonizan la radio, pero el medio les espera para garantizar su supervivencia.
Reformular el modelo tradicional
Igual que la materia, los medios de comunicación nunca mueren, solo se transforman. La primera y única gran transformación de la radio ha sido a nivel tecnológico como consecuencia del fenómeno de la digitalización. Este cambio coyuntural ha permitido la escucha del medio en calidad digital y ha supuesto la ampliación de sus canales.
Pero no hay que olvidar que la digitalización también ha cambiado a los consumidores, especialmente a los más jóvenes, que han incorporado de forma natural nuevos hábitos de consumo. Ahora es un nuevo oyente empoderado que busca contenidos de audio bajo demanda, que decide qué, cuándo y dónde escuchar. Aunque, por lo visto, está centrado en la música y los pódcast.
A pesar del giro digital de la radio, los contenidos que ofrece siguen siendo los mismos desde su nacimiento como medio de comunicación de masas hace poco más de un siglo. Su estructura temporal y temática se repite en la mayoría de las emisoras todos los días y a todas horas. En definitiva, la radio tradicional no responde a las nuevas exigencias de la generación digital.
Quizás el futuro de la radio pase por ofrecer contenidos rejuvenecidos que hablen en su idioma y por producir pequeñas dosis de radio especializadas que puedan consumirse tanto en antena como en los repositorios digitales. Sea como fuere, si la radio quiere mantenerse en forma debe reformular su modelo. Ya no le queda demasiado tiempo para conectar con una generación con un gran potencial. Ha de servirse del medio digital para alimentar y rejuvenecer la audiencia.
En todo caso… el último que apague la radio.
(*) Profesora Asociada de Radio en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Universitat Internacional de Catalunya.