El vecino que toma distancia

    Por Fabiana Culshaw

    Por primera vez en la historia, Uruguay resiste el impacto de las crisis económicas de sus grandes vecinos. Mientras en 2016 la Argentina y Brasil registraron caídas en el PIB (de 2,5% y 3,5%, respectivamente), Uruguay cerró el año con un crecimiento de 1,2%. Poco sí, es cierto, pero lo suficiente como para que analistas capciosos se preguntaran: ¿los charrúas comenzaron a desarrollar políticas no tan dependientes de los países de frontera?, ¿será posible que lleguen a deslindarse de sus hermanos?
    Otro dato confirmaría esa supuesta intención: un alto porcentaje de las exportaciones uruguayas estaban dirigidas al Mercosur (55,3% del total de los bienes exportados en 1998) y actualmente pasaron a representar 23%. Algo similar ocurre con las importaciones.
    “No es que Uruguay busque deslindarse de sus socios tradicionales. De hecho, el comercio con la Argentina y Brasil se ha mantenido bastante, o aumentado en cifras absolutas. Lo que sí busca este país es incrementar su participación en el comercio internacional, por lo que el Mercosur ya no representa un porcentaje tan alto como antes en el total”, explicó María Laura Rodríguez, responsable de la Asesoría Económica, Comunicación y Medio Ambiente de la Unión de Exportadores del Uruguay.
    Rodríguez se refiere a que, por ejemplo, en el año 2000 las exportaciones de Uruguay a la Argentina alcanzaron US$ 410,8 millones y esto representaba 17,8% del total; en tanto, en 2016 las exportaciones fueron de US$ 429 millones, significando solo 6,1 % del total.
    Con Brasil, la situación es más llamativa ya que las exportaciones de Uruguay a ese país prácticamente se duplicaron si se compara los datos del año 2000 con 2016, al pasar de US$ 531,8 millones a US$ 1.198,1 millones en ese lapso. Pero este incremento igual representó una baja porcentual en relación al total de sus exportaciones: de 23% se descendió a 17%.
    Lo cierto es que otros socios comerciales aparecieron en el tablero, como China, y el juego se abrió a favor de Uruguay. “No fue que los distintos Gobiernos uruguayos se pusieran de acuerdo en una serie de políticas para independizarse de la Argentina y Brasil en estos últimos 10 o 15 años, sino que la situación se dio por una serie de factores por la vía de los hechos: las condiciones financieras internacionales, el precio de los commodities, la evolución de la dinámica del mercado regional, el desarrollo de nuevos productos para la exportación en Uruguay, como la soja y la celulosa, y la aparición de nuevos jugadores globales, entre otros.
    Pero también es un hecho que el PIB de Uruguay sigue teniendo gran correlación con la actividad económica de la Argentina y Brasil, sobre todo en materia de inversiones desde Brasil y el turismo desde la Argentina”, señaló Ignacio Munyo, académico de número de la Academia Nacional de Economía del Uruguay y director del Centro de Economía de la Universidad de Montevideo.
    Según estudios de dicho centro, los factores externos, entre los cuales están la Argentina y Brasil, explican las dos terceras partes de la evolución de corto plazo del PBI de Uruguay.


    María Laura Rodríguez

    Gracias a la soja y a la celulosa
    ¿Qué ha ido cambiando en Uruguay en materia comercial en los últimos años? Se ha producido una transformación de gran parte de su producción. Cuando tenía una gran dependencia de la región, no producía soja ni pasta de celulosa, pero hoy estos productos están entre sus principales bienes de exportación, y no se destinan ni a la Argentina ni a Brasil.
    “La política de forestación se inició a base de incentivos fiscales a mediados de los años 80, y así se puso el germen para desarrollar esta industria y después la de la celulosa, que tantos problemas creó en la relación entre Uruguay y la Argentina. Ya tenemos dos plantas de celulosa en el país y se anuncia una tercera”, comentó Munyo.
    Lo cierto es que estos dos bienes –soja y celulosa– representan casi 40% de las exportaciones totales de Uruguay en este momento, dirigidos a EE.UU., países europeos y China. “Hubo un cambio en la matriz productiva del Uruguay”, reafirmó Munyo.
    De acuerdo a estadísticas del Banco Central de Uruguay, los principales mercados de ese país (total de las exportaciones de bienes) son: Brasil (16%), China (13%), EE.UU. (7%), la Argentina (5%), y el resto, con porcentajes minoritarios, Alemania, Holanda y otros. “Hemos diversificado los mercados y también la oferta de productos en variedad, volumen y precios, como el caso de la forestación”, agregó la economista Mercedes Comas, Senior Manager de PwC Uruguay.
    Comas pone el foco en cómo China se ha convertido hoy en día en el principal mercado de exportación de bienes de su país. “Antiguamente solo vendíamos lana al país asiático, ahora también carne y celulosa”, observó.


    Ignacio Munyo

    Depósitos en manos nacionales
    Otro frente en el que se nota mayor independencia de Uruguay de sus vecinos es en los depósitos bancarios. En el año 2001, 45% de los depósitos en dólares eran de extranjeros, buena parte de argentinos. Esto ha ido cambiando y el más reciente dato correspondiente a 2016 muestra que esos depósitos en Uruguay ascienden a US$ 4 millones, lo que representa solo 18% del total.
    “Fue muy complicada la crisis de 2001; nuestro sistema financiero colapsó después de la crisis de la Argentina”, comentó Comas. Sin embargo, a la fecha el sistema financiero uruguayo está dominado por depositantes nacionales y menos de 20% son extranjeros.
    Aunque Uruguay se ha pseudo-independizado en muchos renglones de sus hermanos vecinos, es indiscutible que en algunos sectores, la Argentina y Brasil dominan en la actividad uruguaya. En ello concuerdan los expertos consultados, quienes piensan que una autonomía de la región por parte de Uruguay es una utopía.
    “La cercanía física reduce los costos del transporte, además están en el tapete algunos temas arancelarios y de preferencias comerciales, como el en caso de los autopartes; todavía somos muy dependientes de los vecinos. Es innegable que a todos los países les conviene comercializar con los que tiene geográficamente más cerca”, dijo Comas.
    Y ni qué hablar del tema del turismo. En 1998, Uruguay recibió 1.500.000 argentinos y 200.000 brasileños, y el año pasado fueron 2.150.000 y más de 400.000, respectivamente. Es decir, dos de cada tres turistas que van a este país son argentinos, y les siguen los brasileños.
    “La dependencia en relación a los turistas argentinos no es insignificante; todo lo contrario. El turismo en Uruguay es el primer rubro de exportación, una de las principales fuentes de ingresos de divisas, por encima de la carne, la celulosa y la soja”, observó Munyo.


    Mercedes Comas

    La llegada de empresas extranjeras
    La independencia de la Argentina y Brasil tampoco es realista si se analiza la inversión de empresarios de esas nacionalidades en Uruguay, que ha ido en aumento en los últimos años, especialmente de capitales brasileños.
    Es cierto que también hay otros inversores extranjeros –incluso con montos multimillonarios– en el tema de la celulosa (destaca el caso de la finlandesa UPM, desembolsos de España y demás) y las energías renovables (Alemania, entre otros), que le dio otro carácter al mapa empresarial de ese país, pero la Argentina y Brasil siguen llevando la delantera.
    “La Argentina es el principal inversor extranjero directo en Uruguay. Instala fábricas, abre empresas, compra campos, muy por encima de otros países”, dijo Munyo. Respecto a los brasileños, se han mostrado muy interesados sobre todo en la industria agroalimentaria y en el sector financiero uruguayo.
    Un ejemplo lo constituye Grupo Marfrig Global Foods (la tercera compañía de alimentos más grande de Brasil, detrás de las gigantes JBS y la Brasil Foods), que en 2006 adquirió el Frigorífico Tacuarembó, llevando inversiones para potenciar la producción de carnes, mejorar los procesos productivos y adecuar las plantas industriales a estándares internacionales.
    Entre 2006 y 2007, Marfrig incorporó cuatro unidades productivas en Uruguay, lo que le permitió ampliar su oferta de productos bovinos y complementarla con cortes de origen ovino y con variedades de productos industrializados. En 2010, Tacuarembó/Marfrig inauguró su Unidad de Engorde Intensivo en Río Negro, conformando una herramienta estratégica en el negocio al generar una demanda constante de animales a engorde y, por tanto, dinamizando la cadena cárnica. Hoy en día, Tacuarembó/ Marfrig se jacta de una capacidad de faena de 5.400 ovinos y 3.900 bovinos al día, y 470 toneladas de producto industrializado al mes. Para ello suma 3.700 empleados.
    Otro caso es el Banco Itaú, que en el año 2006 llegó a Uruguay con la compra de BankBoston (en su momento tercero en el ranking de bancos privados uruguayos). Itaú también compró el negocio de BankBoston en Chile. Una operación conjunta que ascendió a US$ 630 millones, y que en Uruguay significó un reordenamiento del sistema financiero a lo largo de la última década.
    “Esos ejemplos son solo algunos de las muchas inversiones brasileñas en los sectores de industria y finanzas en Uruguay. En cuanto a la inversión argentina en territorio uruguayo, históricamente siempre ha sido en el área inmobiliaria, sobre todo en desarrollos en Punta del Este. También existen muchos ahorristas medios de Buenos Aires que compran apartamentos en Montevideo. En todos esos sectores, aún dependemos bastante de los países vecinos”, resumió Comas.

    El lado oscuro de Mercosur
    Uruguay fue muy dependiente de Mercosur en materia comercial, situación que lo llevó a sufrir en carne propia las crisis de Brasil de 1999 y la de la Argentina en 2001, hasta llegar a ese mismo estado en 2002. “En ese contexto, los exportadores se vieron obligados a salir con más fuerza a buscar nuevos mercados y en el año 2004 el mapa de destinos de exportación cambió”, resumió Rodríguez.
    La representante de la Cámara de Exportadores del Uruguay dijo que en ese año las exportaciones uruguayas al Mercosur bajaron al 26% (16% a Brasil, 8% a Argentina y 2% a Paraguay), 20% a la Unión Europea, 28% al NAFTA (Canadá, EE.UU. y México) y 27% al resto del mundo.
    Los mercados más allá del Mercosur se han vuelto una opción firme para Uruguay. El pasado 6 de febrero, el presidente Tabaré Vázquez emprendió una gira a Alemania, Finlandia y Rusia, que consistió en encuentros con gobernantes, ejecutivos e industriales en los tres países europeos en plan de negociaciones comerciales e inversiones.
    “Mercosur ha tenido un impacto bastante negativo en Uruguay, fundamentalmente desde el punto de vista de las restricciones que le impone a sus miembros de lograr acuerdos de libre comercio con otros mercados”, comentó Munyo.
    “Uruguay está atrapado en un bloque comercial que no ha funcionado; en sus 25 años de vida no ha logrado generar nada de lo que se esperaba. Es negativo estar atado a un arancel externo común y no poder seguir avanzando en acuerdos de libre comercio con China, o con el Reino Unido después de que se concrete el Brexit, incluso en la negociación bilateral con EE.UU. A la Argentina le ocurre lo mismo, también está presa del Mercosur, si bien tiene un sector industrial argentino que le vende a Brasil y se favorece con el arancel externo común. No estoy diciendo que Mercosur tiene que disolverse, sino adaptarse a las nuevas realidades”, dijo el economista.

    El posible efecto Trump
    Para este año, se espera un crecimiento de 1,7% en el PIB de Uruguay, 3% para la Argentina, y 0,5% para Brasil. Sin embargo esto podría verse afectado por las políticas de EE.UU., con el presidente Donald Trump al frente.
    El riesgo está en que las inversiones extranjeras que han llegado a Uruguay y Argentina se vayan a EE.UU. ante la conveniencia de la suba de las tasas de interés y el retorno de la inversión en el país del norte. Se hace más atractivo invertir en EE.UU. dado los beneficios tributarios con el mega-plan de infraestructura que anuncia Trump y el crecimiento esperado de la economía estadounidense el próximo año. “Eso sacaría los capitales que han venido al Uruguay en la última década, en magnitudes nunca vista en la historia del ingreso de capital del exterior. Argentina también necesita de inversiones extranjeras, pero el efecto Trump perjudicará a toda la región”, concluyó Munyo.