Las reglas del juego son claras: las cifras que se recopilan, se organizan y se divulgan corresponden a balances cerrados durante cualquier momento del año precedente. En este caso, 2016. Un ejercicio desarrollado bajo la gestión de un nuevo Gobierno, con un ritmo inflacionario alto y, en algunos sectores, con clara retracción en el consumo.
Precisamente el ritmo inflacionario que según los datos más ajustados osciló entre 36 y 40% anual, introdujo algunos remezones en el escenario considerado por el equipo que realiza habitualmente el ranking de Mercado.
El elevado nivel de inflación hinchó las cifras de ventas de casi todas las empresas (aunque en muchos casos, con un efecto menor al porcentaje inflacionario). Pero de algunas más que de otras, lo que implicó algunos saltos en las posiciones de este listado que es preciso entender.
Muchas de las empresas que tradicionalmente participan de este ranking y nos hacen llegar la información del caso, estuvieron esta vez algo más renuentes. Unas cuantas hubieran preferido no figurar, por lo cual fue preciso un ejercicio adicional de persuasión con nombres que mantienen larga relación con nuestro medio.
En otros casos, no hubo vacilación en dar los datos de facturación, pero se registró cierta amnesia a la hora de suministrar la información sobre ganancias o pérdidas del ejercicio. Las utilidades fueron, en general, menores a las de los años precedentes. Y las que registraron pérdidas fueron más empresas de las que las padecieron en los últimos años.
Sin embargo, la inclusión de unos cuantos nombres nuevos en el listado, tiene más que ver con los sectores que siguieron contando con la preferencia compradora de los clientes, en desmedro de otras áreas empresariales que vieron descender sus promedios de ventas.
Excepto por unas cuantas excepciones, el año anterior registró una caída importante en los niveles de ganancias (mayor, casi siempre, a las caídas en niveles de venta). Algunas empresas cerraron con pérdidas, algo que nos ocurría desde hacía varios años. La recesión, y la retracción en el consumo se hicieron notar en muchos casos. En algunos de modo notable.
Si se revisa el listado de las empresas que tuvieron peor perfomance que en los años previos, se comprueba que la mayoría de ellas pertenece al sector industrial, en especial las que se orientan al consumo o a la construcción.
Valioso instrumento
De modo que fue un año levemente diferente a lo usual. Si bien es evidente el magnetismo que provoca entre los lectores la aparición de cada versión de “las 1.000” como ya se llama sintéticamente a esta investigación periodística anual, esa es la misma razón por la cual muchas firmas estuvieron especialmente recatadas a la hora de brindar la información.
Una demostración muy clara de esa afirmación es los frecuentes trabajos académicos que tienen su punto de partida en las columnas de cifras que se acumulan en estas páginas. La continuidad en su publicación la convierte en una herramienta ideal para investigaciones históricas: comparaciones, registro de cambios, modificaciones en los liderazgos sectoriales. Todo es campo de estudio con la asistencia de este ranking. Sea análisis macroeconómico, sea donde se pone el foco en áreas muy bien delimitadas de la economía privada.
Además, es un producto periodístico emblemático. Es un ejemplar de referencia que se guarda en la biblioteca de cada lector, al menos por 12 meses (hasta que aparezca la nueva versión). Aunque la versión online se consulta con mayor frecuencia ahora, al igual que a través de la aplicación que Mercado ofrece para iPad.
Con todo, el ranking sigue siendo el instrumento más apreciado de la economía argentina. El barómetro que se consulta para detectar cambios, transformaciones, surgimiento de nuevas tendencias, alzas y bajas en los protagonistas de la actividad.
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