Innovación, incesante marea revolucionaria

    Algo así es lo que ocurre cuando nos referimos a un término como innovación que cada vez tiene uso más frecuente. Así surge con nitidez cuando se debate sobre los alcances entre creatividad e innovación, conceptos que abarcan materias parecidas, pero también diferentes. En un sentido estricto, algunos especialistas entienden que innovar es llevar al mercado algo nuevo a un precio adecuado. Puede ser un proceso, un producto, un servicio. Pero lo esencial –desde esta óptica– es la introducción en el mercado. Una idea muy diferente de la que prevalece en el ámbito académico.
    Para otros especialistas, innovación se identifica casi exclusivamente con cambios tecnológicos, soslayando que su significado es mucho más amplio. Aunque sin duda muchos de los ejemplos disponibles surgen de la tecnología.
    Por eso es importante destacar que los cambios en los productos o servicios, en los procesos operativos o comerciales, en los nuevos modelos de negocios, y en las nuevas necesidades de la sociedad, están cambiando a velocidad de vértigo.
    Es que las transformaciones pasaron de ocurrir cada 4 o 5 años, a cada 3 meses: al que se atrasa lo alcanza y lo supera la competencia. Y a la cabeza de ese proceso, siempre está la innovación. Nuevos modelos de negocios que no se sospechaban hace apenas 12 meses; nuevas formas de trabajo y de relación en el ámbito laboral; ideas viejas que mueren o agonizan, mientras florecen otras nuevas; todos los conceptos tradicionales en management, en las relaciones sociales y políticas, puestos en duda.
    Por eso es el tema central de esta edición de agosto, celebratoria de los 48 años de Mercado. Opiniones inteligentes y provocadoras de empresarios, académicos y consultores, en un informe exhaustivo apto para entender el mundo en el que nos toca vivir. Los grandes temas bajo análisis siguen en forma reiterada esta agenda: cómo mantener la ventaja competitiva, los nuevos modelos de negocios que irrumpen súbitamente, cómo anticipar –si es posible– los cambios tecnológicos en cada campo, cuáles serán las nuevas expectativas del consumidor y de la sociedad. Todo ello en un novedoso contexto, donde la globalidad está en tela de juicio y se desconfía de los beneficios de la integración internacional.
    Uno de los enfoques más frecuentes sobre la innovación es las novedades en materia de investigación y desarrollo, y en especial sus huellas geográficas. Hay un dato contundente: 94% de los programas de I&D que desarrollan los principales innovadores se realiza en otros países distintos al de origen. Concentran esfuerzos en países donde más rápido crecen sus plantas de fabricación y las ventas de productos.
    Así, la inversión en I&D en China e India ha explotado en los últimos años. Lo que implica, en términos globales, es que hay más inversión en este campo en Asia, que en Norteamérica o Europa. Entre las actividades económicas más favorecidas por esta tendencia están computación y electrónica; salud y farmacia; autos y transporte.
    Como resultado visible, en los años y meses recientes, audaces empresas han desafiado mercados sólidamente establecidos, reinventando líneas enteras de negocios e industrias. En todos los casos, están los atacantes y los defensores. Los primeros, buscan que la actual competencia quede obsoleta. Los segundos, pretenden optimizar ingresos con la ventaja que todavía disfrutan.

    Nuevo clima internacional
    No es necesariamente una tendencia lineal, de progreso indefinido. En este preciso momento, tras la enorme expansión de desarrollo tecnológico y de todas las áreas susceptibles de innovar, hay una inédita actitud cautelosa. Todos los acontecimientos internacionales recientes (el Brexit, el programa político de Donald Trump, el surgimiento de partidos populistas, nacionalistas y de extrema derecha en Europa) plantean dudas sobre si el movimiento globalizador continuará, se detendrá, o incluso si retrocederá.
    Este proceso se desarrolla en paralelo, mientras simultáneamente se avizoran tendencias transformadoras inminentes que reescribirán las reglas de juego en actividades económicas relevantes.
    Así, por ejemplo, en el ámbito de bienes de consumo empacados hay transformaciones inmensas en los hábitos de compra de los consumidores y una reducción en los ingresos disponibles para esas compras. Hay retailers quue retroceden posiciones, y otros que se mantienen bien en el nuevo escenario.
    La tecnología digital está transformando a fondo los servicios financieros. Cada vez más, la relación con los bancos (o con nuevos actores que compiten con ellos) se da a través de teléfonos móviles, aplicaciones, la nube, o lo que se llama social media.
    También en la aviación comercial, para asegurar crecimiento a largo plazo, hay que anticipar lo que podrán hacer las tecnologías digitales que se traducirán en diferencias con los competidores.
    Idénticos dilemas enfrentan la industria farmacéutica y de ciencias de la vida; el sector de ingeniería y construcción; el sector químico; el transporte comercial; y también los servicios públicos y la generación de energía.