Dos grandes tendencias que se disputan el rol principal

    Hay dos corrientes de pensamiento que buscan ganar el centro del escenario y explicar el presente. Si hubiera que resumir la situación del mundo en dos frases, éste podría ser el resultado. La economía avanza, gana terreno y no cesa de crecer. La política es más ominosa: incluso podría haber una guerra nuclear al menor descuido.

    Entre ambos campos se tejen las predicciones. Como el énfasis de este trabajo está puesto en el campo económico, se prestará atención a estas variables que parecen garantizar el crecimiento sin sobresaltos. Sin olvidar que un humilde tweet desde la Casa Blanca puede desbaratar todo el edificio.
    Lo importante por ahora es que el crecimiento económico global puede no haber alcanzado todavía su nivel más alto. Lo que resulta prometedor para este 2018.
    La economía global continúa recuperándose, con un aumento del comercio mundial superior al anticipado a principios del año pasado. El desempeño de Europa es prometedor. Existen cada vez más datos positivos en Brasil y Rusia, mientras que el capital vuelve a fluir en varios países emergentes.
    La industria y los canales industriales vinculados al consumo son los grandes beneficiados de esta recuperación. Las actividades más beneficiadas:
    El sector farmacéutico está demostrando ser el de menor riesgo en el mundo. En Europa Occidental, y particularmente en Italia, Francia y Alemania, su riesgo está considerado como “bajo” debido a una producción y demanda bien orientadas. Las insolvencias empresariales se encuentran en un nivel bajo.
    El sector de transporte de América del Norte se beneficia de la inversión pública, por tanto se coloca en la categoría de «riesgo bajo».
    El sector de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), está experimentado un repunte en los países emergentes de Asia, China y Latinoamérica.

    Se afianza la recuperación global

    Hay firme crecimiento económico

    El proceso expansivo del mundo en durante el año pasado, se estima que será de 3,6%, cuando en 2016 fue de 3,2%. La razón es la aceleración del crecimiento en Europa, Japón, China y EE.UU., los pilares de la economía global. Crece el conjunto de los países desarrollados y el de los países en desarrollo.

    Muchos expertos se preguntan si eso es gracias a Donald Trump o a pesar de él. Cuando asumió la presidencia de Estados Unidos, muchos expertos temieron que se acabara la prosperidad mundial. No ocurrió nada de eso.
    Este año la economía global creció y superó todas las expectativas. Lo dijo el Fondo Monetario Internacional en su último panorama económico mundial: “La actual alza económica es mayor que cualquier otra en los últimos diez años; casi 75% de la economía mundial participa de la aceleración.”
    El FMI revisó hacia arriba su pronóstico para la economía global, previendo 3,6% de crecimiento este año y 3,7% en 2018, todo alimentado por un aumento de la actividad en Europa, Japón, China y Estados Unidos.
    Estados Unidos va a crecer más lentamente, a 2,2% este año y 2,3% en 2018, pero eso es mejor que el 1,5% del año pasado.
    Los pronósticos de Goldman Sachs son todavía más fuertes. Un informe de noviembre dice: “Por primera vez desde 2010 la economía mundial está superando las predicciones y esperamos que continúe esta fortaleza”. Goldman proyecta 3,7% de crecimiento global este año y 4,0% en 2018.
    Muchos expertos, entonces, no se explican por qué Estados Unidos necesita una baja de impuestos y advierten el peligro de aumentar el déficit y crear una bonanza artificial en el país; la ley impositiva aprobada recientemente en el Senado no va a favorecer el crecimiento de largo plazo y podría incluso deteriorarlo.
    El interrogante que formulan muchos observadores económicos es si estas buenas noticias son a pesar de la Casa Blanca. El circo que montó el mandatario este año en contra de las asociaciones multilaterales pareció un ataque al sistema global: se retiró del Tratado Trans Pacífico, amenazó al NAFTA y criticó abiertamente a sus socios comerciales: Alemania, Japón, Corea del Sur y China. Y sin embargo los mercados mundiales siguieron adelante, como ajenos al hombre de Washington que revoleaba la lanza.
    Los adeptos a Trump contestan que el presidente reforzó la confianza económica global a pesar de sus excentricidades políticas. Y es ciertamente posible, admiten algunos economistas, que los mercados se hayan estabilizado, en lugar de alterarse, a causa de este multimillonario dispuesto a hacer acuerdos para mejorar la posición de Estados Unidos en la economía global.
    La realidad es que los mercados financieros siempre han marchado hacia delante motivados por la psicología de los inversores: la cruda confianza instintiva en que es el momento de comprar e invertir. Y parece que eso está ocurriendo.
    China inspira confianza al bajar un poco el ritmo para hacerlo más sostenible. Las economías emergentes andan bien: Goldman prevé que la India crecerá 8% el año próximo, 1,5% más que China y que los mercados emergentes como grupo crecerán a razón de 5,6%.
    El FMI atribuye la reactivación europea a las fuertes exportaciones, a la sólida demanda interna y a las condiciones financieras que se acomodan a la disminución del riesgo político.
    El punto débil es Gran Bretaña, que parece estar pagando un alto precio por su retirada de Europa. El FMI dice que su crecimiento caerá este año a 1,7% y a 1,5% el próximo.
    Con todas estas buenas noticias, la Directora Gerente del FMI Christine Lagarde, puso una nota de advertencia en su última conferencia en Harvard: “Reparen el techo mientras siga brillando el sol”, pidió.
    Para Estados Unidos, eso significa retirar los impedimentos estructurales para el crecimiento sostenido. Las empresas estadounidenses no están invirtiendo en nuevas instalaciones y equipamiento al mismo nivel que algunos competidores asiáticos y europeos y muy pocos economistas creen que eso se deba a los altos impuestos. La nueva ley impositiva podría empeorar esa situación.

    Dictamen del FMI

    Sin dudas, la economía mundial está creciendo

    En países desarrollados, el repunte del crecimiento esperado para 2017, que será de 2,2%, es más vigoroso que lo previsto a principios del año terminado. Otro dato positivo es el aumento de la inversión mundial que a su vez estimula la actividad manufacturera.


    Christine Lagarde

    Para 2018 el FMI proyecta una tasa algo superior (3,7%) impulsada básicamente por los PED dado que los PD crecerán algo menos que en 2017.
    En los EE.UU. la economía crecerá 2,2% en 2017, tasa que está algo por encima del potencial (1,8%), lo cual refleja una buena situación coyuntural pero una limitación para el futuro. La recuperación de la Unión Europea (UE) cobrará impulso y luego habrá de moderarse.
    El mayor crecimiento puede atribuirse primordialmente a la aceleración de las exportaciones y a la demanda interna. Entre los países más grandes, España es el de mayor crecimiento e Italia el de menor expansión. También crecerán poco el Reino Unido y Japón, aunque en este caso es superior a la del año precedente. Grecia parece que estaría dejando atrás un larguísimo periodo de ajuste y volvería a crecer.
     
    Países en desarrollo
    Crecerán 4,6%. En China, las previsiones indican que el crecimiento subió ligeramente en 2017 y disminuirá en 2018, pero está en línea con el nuevo reequilibrio de su economía que establecía tasas algo menores al 7%; igualmente cumplirán con la meta de duplicar su PIB entre 2010 y 2020. También será vigoroso el crecimiento en el Sudeste asiático. En la India, si bien continúa con tasas muy altas, perdió algo de impulso debido al impacto de la iniciativa de cambio de moneda y a la incertidumbre generada por la aplicación de un impuesto sobre los bienes y los servicios.
    América latina sigue atravesando una situación difícil. Su PIB se contrajo en 2015 y en 2016 y se prevé que suba apenas 1,2% en 2017 y 1,9% en 2018. En México, el crecimiento disminuiría en 2017 y en este año debido a la incertidumbre generada por la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
    Para Brasil se estima un crecimiento de 0,7% en 2017 y de 1,5% en 2018 gracias a una cosecha abundante y al estímulo del consumo. En Argentina, las proyecciones indican que el crecimiento repuntará a 2,5% en 2017, tasa que se mantendrá en 2018. El recrudecimiento de la crisis política en Venezuela constituye una pesada carga para la actividad económica; su PIB cayó 16,5% en 2016, 10% en 2017 y se estima una contracción de 6% en 2018.
    Rusia y Sudáfrica, que a principios de siglo integraban, junto a Brasil, China e India, el grupo denominado BRICS y que era señalado como el que marcaría el paso de la economía mundial y sería un ejemplo a seguir, van a crecer en el próximo año muy poco. Estrictamente, de ese grupo de cinco países, solo China e India crecen a elevadas tasas.
    Para el mediano plazo se estima que los PED seguirán aportando las dos terceras partes de la tasa de crecimiento global. Aunque detrás de estas cifras agregadas existe una gran heterogeneidad: la tasa de crecimiento agregada proyectada por el FMI para el periodo 2017–22 está sustentada por el rápido crecimiento de los dos países más poblados del planeta, China e India, que generaran una parte sustantiva del crecimiento mundial.
     
    Riesgos para el corto plazo
    Si bien la recuperación abarca al 75% de la economía mundial y las perspectivas están mejorando para 2018, el crecimiento sigue siendo bajo en muchos países, entre ellos en los de América latina, la inflación está por debajo del nivel fijado como meta en la mayoría de los PD y el crecimiento de la productividad sigue siendo muy débil. Por otra parte, los exportadores de materias primas –sobre todo, combustibles– han sufrido un golpe especialmente duro, ya que continúan adaptándose a la fuerte disminución de los ingresos del exterior. Además, son varios los países que están atravesando momentos de agitación civil o política, sobre todo en Oriente Medio, Ãfrica y en un par de países de América latina, región donde el ingreso por habitante se mantiene en los niveles de hace seis años.
    En términos generales hay algunos riesgos que pueden ser preocupantes como la incertidumbre en torno a la política económica de los EE.UU. (cuestiones regulatorias, fiscales y comerciales), la negociación del Brexit, y las tensiones geopolíticas en Medio Oriente y en Corea del Norte, que podría afectar la confianza y por tanto el consumo, la inversión y el mercado financiero.

    La otra visión

    La inquietud es sobre cómo están las finanzas mundiales

    Por las prácticas financieras offshore como las reveladas en los Panamá y Paradise Papers, las cifras de inversión global son “un enorme agujero negro”, dice Daniel Haberly, profesor de la Universidad de Sussex, especializado en geografía económica, geografía financiera, geografía humana y globalización.

    “En realidad no sabemos cómo está la economía mundial. Esa es la gran pregunta para mí. Tenemos una imagen sobre el papel pero en realidad probablemente sea completamente diferente”.
    Miremos, dice Haberly, nada más que Gran Bretaña para buscar un ejemplo de la locura que son las estadísticas de inversión. El primer nombre en la lista de los principales inversores directos no sorprende: es la economía más grande del mundo: Estados Unidos. El segundo puesto, sin embargo, no es un país tan grande. Según las estadísticas del gobierno británico, los Países bajos supuestamente llevaron US$ 186.000 millones, 28% de su PBI, al Reino Unido en 2015.
    Los lazos anglo-holandeses son profundos, pero ¿puede un país de apenas 17 millones de personas realmente estar invirtiendo tanto efectivo en Gran Bretaña, por sí solo?
    Sencillamente no. Los Países Bajos no son solo una pequeña nación comercial europea, son además uno de los más grandes conductos por los que el efectivo circula hacia y desde los paraísos fiscales. Cuando el gobierno británico desglosó este año sus estadísticas de inversión extranjera directa (IED), advirtió que sólo 34,5% de ese dinero provenía realmente de los Países Bajos; el resto era de las subsidiarias europeas de grandes compañías estadounidenses o… de compañías británicas redirigiendo su dinero.
    El gobierno descubrió también que las inversiones de Luxemburgo en Gran Bretaña eran 80% más bajas que antes. Para Jersey, una dependencia de la corona británica y también paraíso fiscal, la cifra cayó 35%. En total, alrededor de 11% de la inversión extranjera directa que entraba a Gran Bretaña originalmente provenían de… Gran Bretaña, según cálculos de la Oficina Británica de Estadísticas Nacionales (ONS, según siglas en inglés).
    Y ese podría ser un cálculo bajo, porque la ONS dice que gran parte del dinero que supuestamente viene de Luxemburgo en realidad venía de compañías en Gibraltar, Panamá y las Islas Caimán, que muy probablemente podrían ser sociedades fantasma de firmas británicas. No queda claro cuánto de ese dinero fue enviado offshore para evadir impuestos, pero el economista francés Gabriel Zucman calcula que alrededor de medio billón (un billón=millón de millones) de libras esterlinas británicas termina en paraísos fiscales.

    Lo mismo ocurre en todas partes
    El Reino Unido está lejos de ser el único país donde los paraísos fiscales y las jurisdicciones secretas aportan una sorprendente proporción de inversión extranjera directa. Luxemburgo, un país diminuto, es técnicamente el tercer inversor en Estados Unidos, y los Países Bajos, el quinto. Eso además del hecho que Estados Unidos tiene una enorme cantidad de paraísos fiscales dentro mismo de su territorio (onshore): Delaware, Nevada y Dakota del Sur, por mencionar solo algunos.
    Las cifras están todavía más distorsionadas en el caso de China, la segunda economía del mundo. Casi la mitad de su inversión extranjera técnicamente proviene de Hong Kong, que es una especie de “caja negra”, dice Haberly. Y lo más curioso, gran parte del dinero proviene aparentemente de empresas estatales chinas que están registradas en Hong Kong con subsidiarias en paraísos fiscales.
    La fuga de capitales siempre fue un problema serio para Rusia. En 2014 llegó a US$ 154.000 millones. Casi siempre la realizan los súper ricos que sacan sus capitales para evadir impuestos, ponerlo fuera del alcance del gobierno o usarlo para una vida de lujo en el exterior.
    La pequeña isla de Chipre, famosa por ser el lugar donde los rusos lavan su dinero, salta como el principal inversor extranjero de Rusia. Los otros cinco grandes inversores del país también son paraísos fiscales.

    ¿En qué datos se puede confiar?
    Todo esto pone un gran un signo de interrogación no solo a las redes de inversión sino a otras estadísticas financieras. “Esto es parte de una serie bastante larga de modos en que los datos económicos básicos que creemos conocer pierden totalmente su valor una vez que sabemos lo que está ocurriendo”, dice Alex Cobham, director de la Tax Justice Network, en Londres.
    Los chanchullos offshore representan entre 30 y 50% de la inversión extranjera directa global, estimó Haberly en un paper compartido con Dariusz Wojcik, profesor de la Universidad de Oxford. Esto es bastante alarmante porque es muy difícil saber realmente lo que está pasando.

    Viaje por la geografía planetaria

    El mundo, cada día más desigual

    El tema de la desigualdad es una de las muchas características de nuestra era. Existe la percepción de que los ricos se han vuelto mucho más ricos, los pobres mucho más pobres y en el medio hay cantidad de descontentos que sienten que han quedado fuera de la globalización.

    De todo esto se habla pero no hay números que lo demuestren. El economista francés, Thomas Piketty, con un grupo de colaboradores, dedicó varios años a desarrollar indicadores de la desigualdad global para aportar números concretos al debate. El resultado es el World Inequality Report, que resume los nuevos descubrimientos en una base de datos que busca mostrar qué porción del ingreso reciben los individuos mejor pagos.
    Según el informe, la región más desigual del mundo es el Medio Oriente, donde el 10% de arriba recibe 61% de todo el ingreso. India, Brasil y Ãfrica Sub-Sahariana le siguen de cerca.
    La región más igualitaria es Europa, donde la cifra del 10% que más recibe es 37%. China es la segunda más equitativa, donde la participación de los mejor remunerados es de 41%.
     
    En EE.UU., creció
    Estados Unidos y Europa occidental tenían niveles similares de desigualdad en 1980. El 1% de europeos más ricos recibía 10% de todo el ingreso, comparado con 11% para el grupo equivalente en Estados Unidos.
    Mientras tanto, la mitad más pobre de la población recibía 24% de todo el ingreso en Europa occidental y 21% en Estados Unidos.
    En Europa, esas proporciones no han cambiado mucho desde entonces, pero en Estados Unidos la porción del ingreso que recibe el 1% más alto se duplicó casi a 20% y la porción que recibe la mitad de abajo prácticamente se redujo a la mitad, a 13%.
    Los autores del informe, quienes trabajan sea en la Paris School of Economie o en la Universidad Berkeley de California, explican esta divergencia por las diferencias educativas y las políticas impositivas.
     «En Estados Unidos la trayectoria ingresos-inequidad se debe en gran parte a las impresionantes desigualdades educativas combinada con un sistema impositivo que fue siendo cada vez menos progresista», dicen los autores.
     
    Desigualdad de riqueza
    Pero es mucho más fácil medir lo que la gente gana que lo que la gente tiene, o sea, su riqueza. Sin embargo, cuando se habla de desigualdad lo que se suele tener en mente es la diferencia en riqueza.
    Uno de los objetivos de la base de datos que armaron fue reunir diversas mediciones de inequidad de riqueza usando una serie de fuentes de datos diferentes.
    La proporción de riqueza en manos del 1% más rico de personas viene creciendo en muchos países desde los años 90. En Estados Unidos, el 1% más rico retenía 27% de la riqueza de la nación en 1990, pero eso subió a 37% en 1914. En Gran Bretaña, el 1% más rico concentraba dos tercios de la riqueza de la nación en 1913. Esa porción cayó a 15% para 1988.

    La puja China-EE.UU.

    La competencia mundial que redefine el campo geopolítico

    Hubo multipolaridad, bipolaridad –entre Moscú y Washington–, luego unipolaridad con la hegemonía estadounidense, y ahora se retorna a la bipolaridad. Pero con un nuevo actor: China reemplaza a la desaparecida URSS. En este mundo nuevo, la Casa Blanca practica una retirada en casi todos los frentes, y Beijing cubre cualquier espacio que queda vacío.

    Este año 2018 verá cómo se perfilan ambos contendientes en el plano militar, en el económico, en materias como calentamiento global, ecología y sustentabilidad.
    El sistema de ideas, en fin, que definirán, auspiciarán, y los diferenciará. En ese contexto tiene relevancia la personalidad de los líderes máximos de ambos países en el actual contexto histórico.

    Xi Jinping concentra el poder político


    Xi Jinping

    Desde Mao, ningún otro dirigente acumuló tanto poder en el partido y en el gobierno. Hay un nuevo precepto escrito en el programa del Partido Comunista chino: “Xi Jinping piensa en un socialismo con características chinas para una nueva era”. Una época distinta a la de sus predecesores que no alcanzaron ese honor.
    Es que Xi Jinping es el dirigente más importante y con más poder desde los tiempos del legendario Mao Tse Tung. Y así se fue reconocido al final del congreso del Partido Comunista –hace unos meses–, que se celebra cada cinco años. Hace un lustro sirvió para asignarle un primer término de Xi. Ahora lo ratificó, con el voto de sus 2.300 delegados, como máximo dirigente por otro periodo quinquenal.
    Pero a diferencia de épocas anteriores no hay en el flamante Politburó un solo joven dirigente, lo que suele ser una pista sobre quién será el sucesor del actual líder. Algunos observadores piensan que ello se debe a que Xi no se conformará con diez años de liderazgo y aspira a permanecer más tiempo en la cumbre.
    Habrá que ver cómo le sale esta jugada. Lo cierto es que en este momento ha acumulado una porción gigante, inédita, de poder dentro del partido, del gobierno y de las fuerzas armadas. Deng Xiaoping hizo la gran transición desde Mao en adelante. Y mantuvo el poder concentrado en el Partido, a pesar de la heterodoxia económica, capitalista en el accionar.
    Deng fue autor del concepto “teoría socialista con características chinas”. Una manera de justificar, en los años 80, las reformas de libre mercado, capitalistas, según el modelo de Occidente.
    Los dos sucesores, Hu Jintao y Jiang Zemin mantuvieron la línea de Deng, fueron eficientes administradores, pero no mostraron signos del ambicioso liderazgo que exhibe el actual conductor del partido y del país.
    Para todos los observadores está claro que Xi ha consolidado notoriamente su poder, a pesar de que se hizo de enemigos influyentes. Especialmente por su decidida lucha contra la corrupción que dejó un tendal de heridos y resentidos. Sin embargo, en lo visible, ha logrado aplastar toda oposición. Además, a partir de ahora, oponerse a Xi puede equivaler al suicidio, al menos político. Nadie se opondrá a sus directivas. Lo que acrecienta el riesgo que supondrá los errores que pudiera cometer.
    Hasta 2022 ejercerá el poder in limitaciones. En cuanto a la sucesión, es algo bien incierto, aunque abundan los que piensan que, por lo menos, gobernará hasta 2027. Lo normal era que el líder en ejercicio, al comenzar el segundo periodo, incluyera una figura joven, de su preferencia, en el círculo íntimo del Politburó. Xi no lo ha hecho. Para sorpresa general, el firme aliado de Xi en la cruzada contra la corrupción, Wang Quishan, fue degradado y ya no forma parte siquiera del comité central del partido (es cierto que tiene 68 años y pasó la edad habitual de retiro).
    Las circunstancias de este congreso partidario son inéditas. China no es más un país asediado por el contexto internacional, con enorme pobreza y subdesarrollo. Es ahora una megapotencia mundial en lo económico, en lo comercial y en lo militar.
    Justo cuando Estados unidos prefiere refugiarse en el aislamiento y abandonar su posición de fijar la estrategia de todo el mundo occidental. Cuando Trump desprecia los esfuerzos por mejorar el clima y el ambiente.
    China aprovecha ese vacío y se lanza a la conquista de nuevos espacios. Seguramente el modelo que pretende imponer es el de una potencia responsable antes los grandes desafíos de la humanidad, pero con una vida económica, política y social, regida por un partido único.
    Ya no es más Mao intentando hacer frente al modelo occidental. Es el abanderado de un nuevo modelo que pretende reemplazar totalmente al matrimonio del capitalismo y la democracia liberal. Algo más parecido a la visión que tenían los emperadores de hace varios siglos en lo que se conocía como “el Imperio del Centro”.

    Trump y Xi: ¿quién es el más poderoso?


    Xi Jinping

    Era previsible. El estilo diplomático de Donald Trump podía hacer de las suyas en una extensa y delicada gira por el Asia, visitando a los principales protagonistas actuales del escenario geopolítico mundial. Hubo algunos episodios que merecieron comentarios. Por ejemplo, bajó el tono agresivo contra Corea del Norte y hasta insinuó posibles tratos amistosos con Pyongyang, todo mientras visitaba a su viejo aliado Corea del Sur.
    Pero lo sustantivo fue lo que parece ser una acentuación de sus políticas nacionalistas, populistas, proteccionistas, mientras cede terreno frente a China, que acaba de reforzar y explicitar su capitalismo económico con autoritarismo político. Se vio a dos países que, a través de sus líderes avanzan en direcciones opuestas.
    Xi Jinping, su anfitrión en Beijing, fue ungido hace pocas semanas como un verdadero emperador (como si resucitara el viejo Imperio del Centro), con gestos elocuentes de reconocimiento a su poder que no se veían desde los tiempos de Mao Tse Tung.
    Al ver a los dos mandatarios juntos, la duda para muchos observadores es quién era “el hombre más poderoso del mundo”. Trump llegó con bajas tasas de aprobación en su país, y tras la derrota en las elecciones de Virginia y Nueva Jersey, a manos de los Demócratas.
    Xi mantiene el rol asumido desde principio de año: es el campeón del libre comercio y de la globalización (rol antes reservado para los presidentes estadounidenses). El Banco de Inversión de Infraestructura en Asia aportará US$ 1 billón (millón de millones) en conectar Asia y Europa a través de una red de autopistas, caminos, puertos y rutas marítimas.  Así planea exportar su capacidad industrial sobrante y asegurar la provisión de los recursos naturales que necesita su desarrollo.
    En cambio Trump margina a las Naciones Unidas, se borró del Tratado Trans Pacífico (diseñado para contener a China) que ahora resucita, más débil, con los otros 11 miembros del acuerdo. Los chinos suscribieron el Tratado de París y respaldan toda iniciativa en defensa de evitar el deterioro del clima y el ambiente. Los estadounidenses tienen el dudoso honor de ser prácticamente el único país que no ha adherido a este acuerdo.
    La economía de China puede tener tropezones, pero parece avanzar firme para convertirse en la primera potencia económica del planeta durante este siglo. Entre tanto Trump respalda la extracción de carbón y amenaza a toda empresa que no promete traer más trabajos a casa.
    Dos concepciones muy diferentes del mundo y de la época que toca vivir.

    Dos caras de la moneda

    China, ¿potencia global o una crisis de deuda?

    La información es abrumadora: no hay rincón del planeta donde el gran país asiático no esté operando, aumentando su influencia y su poder. La retirada estadounidense le deja campo libre. En teoría, su máximo dirigente, es ahora el campeón del libre mercado y la globalización, aunque detrás de sí haya un partido autoritario, que antaño solía ser marxista.

    El famoso “camino de la seda” como se bautizó la gran iniciativa china en materia de comercio e inversión externa, es un proyecto elefantiásico que involucra a 64 países y demandará una inversión de US$ 1 millón de millones.
    Con enorme presencia en toda Asia y hasta la Mesopotamia y Medio Oriente, con una actividad incesante en toda Ãfrica. Como el principal (o el segundo) socio comercial de muchos países latinoamericanos.
    Con intenciones de reemplazar a Estados Unidos como fuerza dominante en el sudeste asiático. Con amagos de abrir fisuras en la Unión Europea a través de sus amigos de los Balcanes.
    Una actuación de superpotencia, con un despliegue inusitado de diplomacia, poder político, e ingentes aportes económicos. Como si fuera Estados Unidos de la postguerra.
    Pero no es el caso. No tiene espaldas para encarar una especie de Plan Marshall. El enorme crecimiento económico chino es un modelo que nunca encontró el equilibrio. Con tamañas inversiones en el exterior se puede estar sembrando una catástrofe financiera para los próximos años.
    Si como dicen los críticos, ello ocurriera, adiós al gran plan maestro para la superpotencia hegemónica dominante y regir el mundo.
    En todo caso hay que admitir que en esta vocación imperial, Beijing encuentra muchas oportunidades que le brindan las convicciones aislacionistas de EE.UU, por lo menos durante todo el periodo Trump. Por eso el esfuerzo chino por estar a la vanguardia en tecnología y comercio.

    Nueva Ruta de la Seda
    Una colosal obra de infraestructura para lograr mejor comunicación con el mundo. Así lo revela The New Yorker con maravillosas fotos tomadas por Davide Monteleone. La ruta de la seda fue realizada durante la dinastía Han a partir de comienzos del año 130 AC. Los mercados y los puestos comerciales estaban dispuestos a lo largo de una desperdigada red de caminos que se extendían desde la metrópolis grecorromana de Antioquía, cruzaban el desierto sirio, los actuales territorios de Irak e Irán para llegar hasta la antigua capital China, Xian. Por todos ellos circulaba ganado, granos, medicinas y ciencia.
    In 2013, el presidente Xi Jinping anunció que la Ruta de la Seda volvería a existir con el nombre de Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda (en inglés Belt and Road Initiative) el más amicioso proyecto de infraestructura que jamás haya visto el mundo, y también el más costoso. Se calcula que su costo superará el billón de dólares (un billón=un millón de millones).
    Cuanto esté finalizado, según cálculos chinos, el cinturón conectará a 65% de las poblaciones del mundo y 30% del PBI global. Hasta ahora, ya firmaron 68 países.
    Si los puentes, ductos y ferrocarriles son las arterias del mundo moderno, entonces China se está posicionando para convertirse en el corazón. Desde 2013, ha otorgado más de US$ 40.000 millones al año a países en desarrollo, según David Dollar, miembro senior de la Brookings Institution. Algunos analistas advierten que China estaría ofreciendo dinero sin las protecciones exigidas por el Banco Mundial para el ambiente o para las personas desplazadas por los grandes proyectos de infraestructura. El “cinturón” estará compuesto por rutas terrestres desde China hasta Escandinavia, la Península Ibérica y Medio oriente; la “ruta” serán las líneas marítimas que conectarán China con el Sudeste asiático, Medio Oriente y Ãfrica.

    Trump, una gestión controvertida

    ¿Terminará su mandato o es que al final será reelecto?

    Ya lleva poco más de un año en la Casa Blanca: faltan 3. Para muchos es milagroso que siga actuando sin que se le haya iniciado juicio político. Fue tan vertiginoso el ritmo de los acontecimientos y la intensidad de las perturbaciones cotidianas, que cuesta creer que ya se ha cumplido un año de su mandato presidencial.


    Donald Trump

    Lo cierto es que no dejó pleito pendiente, y abrazó todas las peleas y desafíos que se le ofrecieron. Sus enemigos afirman que no hizo nada positivo en este tiempo y que fue incapaz de impulsar y avanzar con su propia agenda. Lo que seguramente es cierto desde una perspectiva.
    Pero si se consulta a la silenciosa masa de votantes que lo llevó a la Casa Blanca hace doce meses, es probable que la sorpresa sea mayúscula: lo siguen apoyando, lo volverían a votar, y muchos creen que a su debido tiempo, ganará otro mandato presidencial.
    Impredecible, agresivo, ofensivo, narcisista y con una pobre educación política. ¿Es posible que continúe así y que logre terminar su mandato?
    Durante las elecciones primarias (para resolver la candidatura del Partido Republicano) obtuvo 14 millones de votos. En las elecciones presidenciales consiguió casi 63 millones de votos (una ganancia de 49 millones).
    Es cierto que Hillary Clinton, su contendiente, tuvo 3 millones más, pero el antiguo procedimiento de los colegios electorales, le dio la victoria al Republicano. Entre quienes lo votaron, había muchos que no formaban parte de la sólida base de respaldo, pero no les gustaba la candidata Demócrata y tenían la esperanza de que el actor Trump iba a dejar lugar al Presidente Trump, ajustándose a las condiciones usuales en este difícil trabajo. No fue así.

    Nuevo intento

    Sin EE.UU., resurge el Tratado del Pacífico

    Después de la sonada retirada estadounidense –por decisión presidencial de Donald Trump– a liderar el acuerdo comercial entre naciones de ambas márgenes del Pacífico, poco y nada se habló sobre el destino de esta iniciativa.

    Ahora se sabe que los restantes 11 países, tal vez con menor entusiasmo, decidieron proseguir con la agenda, aunque este instrumento concebido para contener la expansión comercial y política de China, ya no tendría esos resultados.
    En la última parte del año se produjo la reunión de los 11 socios que esperan superar las últimas dificultades que restan para finalizar las negociaciones. En pocas semanas más, esperan lograr un acuerdo más amplio en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico.
    En ese contexto, volvió a hacer de las suyas Donald Trump. La Casa Blanca comenzó a revelar la existencia de una estrategia “Indo-Pacífico” destinada a contener a China en sus avances continuos sobre el área del llamado Mar de la China, y reafirmando en toda la región su rol de potencia principal. La reacción china fue inmediata. Admite que Washington tenga un interés en el sudeste asiático, pero no que su meta sea “contener a China”.
    China insiste en ampliar su área de influencia en la zona y tiene muchas probabilidades de lograrlo. EE.UU. está proponiendo una alianza militar, y los países del área quieren que vaya junto con lo comercial.
    En el caso del TPP, el rol principal de incentivar a los demás socios, fue asumido por Japón. Varios de los socios prefieren que no haya cambios en la letra del tratado, para lograr un pronto final de las negociaciones.

    Una historia reciente
    Lo hizo el primer día hábil tras su juramento presidencial, en enero de 2017. Donald Trump cumplió su promesa electoral y retiró –por decreto– a EE.UU. del tratado comercial Transpacífico, donde naciones convocadas por Obama habían acordado un ambicioso plan comercial y geopolítico para contener a China. Así fue como Beijing fue quien heredó las ganancias.
    Menos de dos años antes, en la reunión presidida por Obama en Nueva Zelanda, doce naciones con costas sobre el Pacífico, pusieron en marcha el ambicioso tratado.
    Antes, el acuerdo logrado a finales de octubre de 2015, en Atlanta, armó un bloque de naciones que representaban 40% del producto bruto interno global (Estados Unidos, Canadá, México, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Chile, Perú, Malasia, Singapur, Vietnam y Brunei).
    Era obvio que, en la contienda entre Estados Unidos y China por el dominio del Pacífico –adonde se ha trasladado ahora la sede del poder político y económico del mundo– la idea era contener y limitar la expansión comercial y marítima de los chinos.
    Después de seis años de arduos debates, desinteligencias, disputas y fracasos, los doce miembros del Acuerdo, habían logrado ponerse de acuerdo y firmar el convenio de entendimiento. El papel firmado en Atlanta entre Estados Unidos y otras 11 naciones con costas sobre el Pacífico, iba a convertirse en un tratado internacional que requeriría el consentimiento expreso de cada uno de los Congresos de los países signatarios.
    Entonces, al empezar el año, ocurrió la primera gran dificultad. El país artífice del Acuerdo, decidió renunciar a participar y a liderarlo.

    Revolución en el terreno militar

    Rusia busca ser el líder en tecnologías de punta

    “Quien domine IA dominará el mundo”, dijo Vladimir Putin. ¿Se refería a ejércitos de robots? El presidente ruso puso nervioso a todo Occidente cuando dijo, en un video dirigido a estudiantes de 16.000 escuelas en ocasión del Día del Conocimiento que “quien domine la inteligencia artificial dominará el mundo”.


    Vladimir Putin

    “La Inteligencia artificial es el futuro, no solo para Rusia sino para toda la humanidad,” dijo. “Quien sea que se convierta en líder en esta esfera, se convertirá en el amo del mundo.”
    Rusia no es el único país en ver a la IA como la próxima gran novedad. Tanto Estados Unidos como China la consideran clave para el éxito de los conflictos armados del futuro.
    El CEO de Tesla, Elon Musk, fue uno de los primeros en reaccionar a las palabras de Putin. Musk ha sido siempre un fervoroso crítico de las armas autónomas controladas por Inteligencia Artificial. Dijo, en un tuit, que si los países compiten por la superioridad nacional en armamento inteligente lo más probable es que desencadenen la Tercera Guerra Mundial.
    Lo cierto es que IA podría generar una revolución en tecnología militar comparable a la invención del avión y las armas nucleares.
    La guerra económica
    Las ventajas de las armas autónomas podrían crear un campo de batalla que todavía no está demarcado. “Aunque se han escuchado llamados para limitar el desarrollo en ese espacio, todavía no está claro si se va a tener un enorme caudal de superioridad militar porque se tengan armas automáticas inteligentes”, dijo Daniel Castro, director del Center for Data Innovation.
    “Es difícil tener victorias militares en muchos lugares, y yo no creo que la inteligencia artificial vaya a cambiar eso”, dijo a TechNewsWorld.
    Las verdaderas batallas por el dominio de IA se van a librar entre las economías”, sostuvo. “En el aspecto económico sí hay una clara carrera por ese dominio”.
    “Cuando uno mira la incidencia que tiene IA en las diferentes industrias, se ve que la tecnología va a tener un impacto verdaderamente transformador”. Va a haber un corolario directo entre el éxito de un país con IA y el poder económico”.

    Un dominio difícil de lograr
    Si bien el éxito en IA puede contribuir a la posición que ocupa una nación en la comunidad internacional, que eso le significa la posibilidad de dominar el mundo es algo muy diferente.
    “IA va a tener un papel muy importante en cómo se aproveche la tecnología futura y en cómo se tomen las decisiones, pero no me queda claro cómo un país puede dominar con eso”, dijo Bill Welser, director del departamento de ingeniería y ciencias aplicadas de la Rand Corporation. “Aun si un país logra ganar ventaja, no se sabe si podría impedir que la difusión tecnológica se produjera con mucha rapidez. Lo que estamos viendo es que cuando una aplicación aparece en un sector o en un lugar, rápidamente se traslada a otros. De modo que hay una ventaja muy corta para el que primero mueva la pieza”. Y finalizó diciendo: “La gente debería preocuparse más por el sesgo de quienes codifican los sistemas de IA. Esos prejuicios, aun sin relevar a los seres humanos del proceso de toma de decisiones, podrían crear resultados no deseados”.

    Una caja de Pandora
    Las observaciones de Putin no hicieron más que echar leña al fuego de las preocupaciones por el uso de IA en máquinas de guerra. Esas preocupaciones han llevado a las Naciones Unidas a comenzar las discusiones sobre armas que incorporan IA a sus operaciones, tales como drones, tanques y ametralladoras automáticas. Rusia ya ha dado algunos pasos en esa dirección. En 2015 la Comisión Industrial Militar lanzó un ambicioso programa de investigación y desarrollo para que 30% del poder de combate del país consista en plataformas controladas remotamente o en plataformas robóticas para el año 2025.
    La probabilidad de una carrera en armamento inteligente movió a más de 100 especialistas en tecnología de 26 países (incluido Elon Musk y Mustafa Sleyman) a pedir la prohibición de armas inteligentes.

    Un problema en todo el mundo

    Millones de refugiados por guerras y conflictos

    Casi 66 millones de personas (una vez y media la población de la Argentina), fueron obligadas a desplazarse y emigrar, casi siempre como refugiados de conflictos bélicos y persecución, en todo el mundo, durante el año pasado.

    Las cifras, según el Alto Comisionado para los refugiados de las Naciones unidas, es la cifra más elevada desde que se llevan registros. Los datos son apabullantes: hay 10,3 millones de nuevos desplazados; 40,3 millones de desplazamientos internos en diversos países; 2,8  millones de personas solicitando asilo; 2,9 millones de refugiados que aguardan en Turquía en busca de nuevo destino; 552.000 refugiados que fueron deportados a sus países de origen; y 825.000 sirios desplazados por la guerra solamente durante el año pasado.
    La cifra total supera en 300.000 personas, las estadísticas del año previo. A finales de 2016, Siria, Iraq y Colombia tenían la mayor parte de desplazados internos. El país con mayor número de desplazados internos es Siria (con 12 millones). Otros 5,5 millones de sirios son refugiados en otros países, en los seis años que dura la guerra (825.000 solamente el año pasado). En suma, dos terceras partes de los sirios han sido empujados a abandonar sus casas. El informe también plantea el veloz deterioro de la situación en Sudán Sur, donde se encuentra la crisis más veloz e intensa de este momento en materia de refugiados y desplazamientos internos.
    Además, situaciones similares aunque de menor intensidad por el momento, se registran en Afganistán, Iraq y Sudán. En cuanto a los palestinos, hay 5,3 millones de ellos que viven como refugiados.
    En cuanto al destino de los refugiados, aunque las noticias se concentran en países europeos, lo cierto es que países menos desarrollados son los que cargan más con el peso de esta nueva población. Turquía tiene 2,9 millones de refugiados, Pakistán, 1,9 millones; Líbano, 1 millón; Irán, 980.000, y Uganda, 940.000.

    Shinzo Abe retuvo su “súper mayoría”

    El primer ministro japonés, ganó holgadamente las elecciones parlamentarias del domingo 22 de octubre, con lo que está cerca de convertirse en el líder nacional con mayor duración en el cargo. Su Partido Liberal Democrático (PLD) retuvo la mayoría de dos tercios con su socio Komeito. La combinación gobernante ganó 312 bancas de las 465 de la cámara baja que se renuevan, apenas un poco menos de las 318 que tenían antes de las elecciones.
    Abe llamó a elecciones y disolvió la cámara baja del parlamento, o Dieta, en una apuesta destinada a fortalecer aún más su poder durante un periodo que él llama de “crisis nacional” para Japón debido a la creciente amenaza proveniente de Corea del Norte. Una nueva oposición, en la persona de la gobernadora de Tokio Yuriko Koike y su Partido de la Esperanza, intentó sin éxito desbaratar los planes de Abe.
    El segundo bloque en la cámara baja, con 54 bancas, es el del Partido Constitucional Democrático, formado a las apuradas ante el llamado a comicios, con miembros del desbandado Partido Democrático, antes el primer partido de oposición. El súper tifón Lan, equivalente a un huracán de categoría 4 que hizo estragos en la isla durante todo ese fin de semana del comicio, no impidió que la gente saliera de sus casas a emitir su voto.

    La situación de Europa

    Líderes debilitados en un momento muy crítico

    La Unión Europea atraviesa nuevos riesgos. Hace poco más de cuatro meses era la líder de Occidente, la que ocupaba el lugar que debió tener el Presidente de Estados Unidos –si no hubiera sido Donald Trump–. Era el árbitro de la Unión Europea, y la garantía de una Alemania estable y en perpetuo crecimiento económico.


    Merkel y Macron

    Pero ahora, aunque ganó las elecciones parlamentarias de ese momento, no fue un triunfo contundente. Y Ãngela Merkel está obligada a gobernar en coalición con otros partidos. Pero la negociación con el FDP, los liberales, fracasó. Recién ahora logró avanzar con los socialdemócratas, sus tradicionales rivales. Pero consensuar los puntos de gobierno comunes parece tarea harto difícil.
    Pero en todo caso, mientras se resuelve cuál será el gobierno debilitado que tenga ahora Alemania, se comprueba también que cesó el renovado entusiasmo que despertó el año pasado año el rotundo triunfo de Emanuel Macron, el flamante presidente francés. Su agenda de reformas, explicitada, ya no genera las adhesiones iniciales.
    Mientras tanto, ambos países, naturales líderes de la UE, sobrellevan sus dificultades en medio de crecientes problemas. Auge de gobiernos o partidos populistas, nacionalistas y de derecha por todo el continente. La crisis desatada por el intento secesionista de Cataluña, que levanta la contagiosa bandera de la independencia en medio de regionalismos que albergan sentimientos parecidos en varios países, como Italia, Bélgica u Holanda, agrava el escenario.
    Por si fuera poco, los nuevos socios de la UE, casi todos de la región central y oriental, que conocieron a fondo el abrazo de la Unión Soviética, coquetean ahora con China, que promete fuertes inversiones en infraestructura, autopistas, puertos y puentes. Algo en lo que el actual presupuesto de la UE no puede ayudar.

    La poderosa mujer global
    En un mundo político plagado de hombres –casi siempre competitivos y peligrosos– ratificó sus excepcionales dotes de liderazgo y consiguió que, aunque sea de modo implícito, el electorado de Alemania respalde su programa de alojar un millón de refugiados en el país.
    Si bien la victoria en el complicado sistema electoral de representación proporcional no es nunca absoluta y definitiva, al haber conseguido la mayor cantidad de votos –33% del total– con su Unión Cristiana Democrática (y la Unión Social Cristiana de Bavaria), queda habilitada para formar gobierno con alguna alianza con partidos de menor peso electoral.
    Todas las encuestas reconocían esta realidad, durante días anteriores a los comicios. Su tradicional rival, el partido Social Demócrata no logró superar el 21% en todas las encuestas de las últimas semanas, y ese fue el porcentaje que finalmente obtuvo.
    Alternativa para Alemania, el nuevo partido de ultra derecha, creció mucho en esta elección, pero a pesar de haber explotado el tema de los refugiados, se mantuvo tercero a distancia. Sin embargo, con 12,8% del total de sufragios es la mejor elección de la ultraderecha desde los tiempos de Hitler. Es la primera vez que un partido de ese signo, desde la postguerra, tendrá bancas en el Bundestag.

    El efecto Macron
    Mientras tanto, las propuestas del presidente francés galvanizaron a los 27 miembros de la UE. La más reciente obsesión de analistas y académicos en el campo de la política y la economía, es explicar la oleada populista que sacude al viejo mundo occidental. Explicar por qué los ingleses votaron por Brexit, y por qué se impuso Donald Trump. En los últimos días buscan pistas para dilucidar por qué Angela Merkel ganó su cuarto mandato consecutivo, pero con menos votos de los esperados.
    En ese contexto se produjo la reunión del bloque comunitario en Tallinn, capital de Estonia, en la primera reunión de la Unión Europea tras las elecciones alemanas, y más relevante aún, tras las impactantes propuestas de Emmanuel Macron, presidente de Francia, para refundar la UE. La debilitada líder natural europea, Merkel, recibe así el respaldo y la inspiración del joven mandatario galo.
    La reunión en la capital estonia, a poco más de 100 kilómetros de territorio ruso, contó con la presencia de todos los jefes de gobierno de los países miembro, con la excepción de Mariano Rajoy de España, que enfrentaba la crisis provocada por la intención catalana de votar por la independencia de la región.
    Los europeos no tienen miedo ahora a la desintegración de la región. En cambio, con respaldos, modificaciones y rechazos, están dispuestos a discutir el temario propuesto por Macron. Hablar de un futuro ambicioso provoca entusiasmo en dirigentes cansados de lidiar con la rutina y lo cotidiano.
    Retomando el discurso original en La Sorbone, el presidente francés reclamó una transformación profunda para despejar el riesgo de nacionalismos xenófobos y protegerla de amenazas externas, dibujando la visión de futuro más audaz y original en muchos años.
    En síntesis, en este relanzamiento tras el Brexit y la reciente crisis del euro, abordó los temas que convertirían al continente en las grandes potencias mundiales, cuando parece replegarse Estados Unidos.
    En Estonia reiteró:
    1) Hay que refundar la UE, e impedir que sigan creciendo nacionalismo populismo y autoritarismo.
    2) Se requiere una Europa que proteja a los ciudadanos frente a los grandes riesgos, como el cambio climático, las migraciones importantes, el comercio desleal, el terrorismo en todas sus versiones y las consecuencias de la globalización.
    3) Europa deberá defender los intereses de sus miembros en forma colectiva, para lo cual propone crear una fuerza de intervención colectiva, un presupuesto de defensa y una doctrina militar común.

    Irma con un costo de US$ 300.000 millones

    El costo creció a medida que el huracán azotó La Florida destruyendo casas y cosechas. Entonces comenzó el debate sobre el impacto que tendría la tormenta sobre el precio de los alimentos. Florida es la segunda zona productora de alimentos del país y la segunda del mundo en producción de naranjas.
    El huracán también alteró entonces los mercados financieros, cayeron las acciones de las aseguradoras y subió el precio a futuro del jugo de naranja. El precio de los contratos para entregas de jugo concentrado de naranja congelado a futuro se disparó junto con el temor de los inversores de la catástrofe que dejó el huracán Irma.
    En Florida se cultivan también tomates, ananá, melón y caña de azúcar. Irma arrasó con 20% de la cosecha de la fruta cítrica y con una parte importante de la economía regional. Pero el impacto podría ser de largo plazo, porque hacen falta varios años para que crezca un árbol de naranjas antes de que comience a producir. La oferta, entonces, se vería limitada durante un largo periodo.
    El huracán fue muy mala noticia para el mercado asegurador de La Florida, que ahora está dominado por firmas pequeñas desde que las grandes compañías nacionales se retiraron luego de los tornados de mediados de los 2000.

    100 economías

    De las principales 100 economías del planeta, 31 son países y 69 son empresas. Hay entre las 100 grandes “usinas económicas”, más empresas (valuadas por su producción y ventas anuales) que países (valuados por sus PBI anuales).
    Y hay tantos países más grandes que Argentina en el mundo como empresas multinacionales que venden más que el PBI argentino, según surge de un informe de la consultora DGN, que dirige Marcelo Elizondo. 
    En 1969 había 7.000 empresas multinacionales en el mundo y actualmente se habla de unas 110.000 unidades (fuente: OMC, 2015), lo cual es causa del incremento del volumen de operaciones de las CGV.
    Para insertarse en esos encadenamientos se deben tener actores económicos con competitividad, escala y dimensión. Pero la Argentina tiene escaso stock de inversión extranjera recibida históricamente en el país (US$ 88.222 millones, menor que en Brasil, Chile, Colombia, Perú y México). Argentina es el país de menor stock de IED en relación a su PBI en Sudamérica. Y, a la vez, también tiene escasísima inversión emitida hacia el exterior (menos que Brasil, Chile, Colombia y que México).

    India

    Una nueva usina del crecimiento económico

    Antes de que pase mucho tiempo, el país surgirá como una superpotencia económica, con el respaldo de su inmensa población joven. En el resto de la región –China y los famosos tigres asiáticos– hay un veloz envejecimiento de la población. La diferencia cualitativa será el volumen de su población juvenil.

    Hoy en Asia hay 365 millones de personas por encima de los 65 años, y para 2027 se estima que serán 500 millones, según una investigación de la consultora global Deloitte. Por el contrario, la India puede impulsar la tercera gran ola de crecimiento asiático (tras Japón y China), cuando en 2030 su fuerza laboral se eleve de los actuales 885 millones a 1.080 millones de trabajadores. India representará la mitad del aumento de la fuerza laboral asiática en la década que viene. Lo bueno es que esos nuevos trabajadores estarán mejor formados y capacitados que los actuales. Especialmente por el aumento en la mano de obra femenina.
    Algo similar, en menor escala, puede suceder en Indonesia y Filipinas, con las mismas tendencias demográficas.
    Los países que sufrirán el mayor impacto por envejecimiento de su población, serán China, Hong Kong, Taiwan, Corea del Sur, Singapur, Tailandia y Nueva Zelanda. Australia, en menor medida, con parecido a la situación de Japón.
    También hay algunas oportunidades cuando la población envejece, como lo demuestra Japón. Hay nuevos trabajos en cuidado de ancianos, enfermeros, casas especialmente adaptadas para ancianos, y productos de consumo masivo para esa franja etaria.
    En 2050, toda Asia tendrá mil millones de personas sobre 65 años.