Con algunos matices. Por ejemplo, los social demócratas eran izquierdistas más moderados. Algunos partidos republicanos de derecha eran democráticos, pero lejos de los derechistas ultras, autoritarios.
La nueva realidad de los últimos años da lugar a nuevas categorías explicativas. La más aceptada es que todo gira en torno a la diferencia entre los criterios de apertura o cierre, referido a la economía, el libre comercio, la inmigración y tolerancia en temas culturales. Lo que, en la práctica, pone de relieve algunas contradicciones.
Por ejemplo, el Partido Laborista de Gran Bretaña –supuestamente de izquierda– adoptó una reciente posición de algunos dirigentes que ha sido calificada como antisemita. El partido de Unidad Social Cristiana de Angela Merkel en Alemania (alineado con la derecha) está claramente a favor de la inmigración y de aceptar refugiados de Asia y Ãfrica.
Una razón esgrimida por algunos analistas es que las convicciones políticas tradicionales han dado lugar a divisiones inter generacionales, entre la realidad económica de algunos sectores de la población de cada país, y básicamente entre los que son de mente abierta, opuesta a los de mente cerrada.
En Europa se ha hecho muy evidente. La generación anterior a la actual gozó del sistema económico y de las herramientas capitalistas aplicadas tras la Segunda Guerra Mundial, y se benefició de las oportunidades existentes entonces. Pero ahora, los estados no pudieron hacer nada efectivo por los más jóvenes, justo en tiempos de desempleo y estancamiento de los salarios.
Gran Bretaña es un ejemplo ilustrativo: tienen vivienda propia, excelentes jubilaciones, ahorros e inversiones. Todo lo que no puede lograr fácilmente la actual generación que está en el centro de la escena.
Otro ejemplo elocuente es Estados Unidos. Lo que fue el sorprendente triunfo de Donald Trump, hace más de un año, se explica por la creciente desindustrialización del centro del país, y menor cantidad de empleos, con poca calificación. O con gente con poca calificación para optar a más empleos con mayor exigencia. Una realidad con crudos efectos, capaz de hacer crecer una mayoría resentida y con ánimos de que se vuelva atrás en muchas políticas adoptadas durante las últimas décadas. En síntesis, “America First” de Trump fue mejor promesa que la de seguir con la globalización de Hillary Clinton.
En Europa, tras el Brexit que votó Gran Betaña, comenzaron a percibirse movimientos populistas, bien de derecha, y muy nacionalistas en diversos países. El más notable es Francia, donde el movimiento de Marine Le Pen obtuvo 33 % de los votos en las elecciones que ganó un recién llegado, Emanuel Macron, aceptable para todas las fuerzas de centro. Pero sin perder de vista que la extrema derecha obtuvo uno de cada tres votos. Algo inédito desde la Segunda Guerra Mundial.
Con mayor o menor intensidad esas actitudes se reflejaron en otros países, como Alemania (por primera vez, desde 1945, hay diputados de un partido nazi), Austria, Hungría, Polonia y República Checa. En Italia, los dos partidos más votados (que no terminan de formar gobierno) son antisistema, anti europeos y claramente ubicados en la derecha del viejo espectro político.
En España apareció otro fenómeno, larvado pero virulento, con el movimiento separatista de Cataluña, que dio aire a casos similares en el resto de Europa (como en Escocia, en Bélgica, o en el norte de Italia).
La casi simultaneidad de este fenómeno en ambos lados del Atlántico hizo que muy pronto, las causas que se consideraron válidas en Estados Unidos, lo fueran también para explicar lo ocurrido en Europa.
El nuevo escenario incluye medidas comerciales proteccionistas por parte de Estados Unidos que amenazan con desatar una guerra comercial total cuyos efectos negativos son casi imposibles de calcular.
En general, la clase media de estos países está más abierta a la globalización, ya que ha experimentado sus beneficios, especialmente en el acceso a los bienes industriales de todo el orbe. En cambio, la clase trabajadora ha padecido los efectos del desempleo y de menores salarios. Buenas razones para estar en la vereda de enfrente.
Un nuevo orden económico global está surgiendo para reemplazar al que existió desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Para el futuro previsible, la economía global estará definida por un complejo conjunto de relaciones económicas en permanente cambio. Las economías seguirán interconectadas económicamente pero con reglas siempre cambiantes para los negocios internacionales.
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