Por María Teresa Baeza Romero (*)
Al mismo tiempo, la EPA (Agencia de Protección Ambiental estadounidense) estima que el 72% de la exposición a químicos que sufren las personas se produce en interiores.
Sumémosle a esto que de media pasamos el 90% de nuestro tiempo en interiores, y aproximadamente un 70% en casa. Así, aproximadamente la mitad del aire que llega a nuestros pulmones lo respiramos desde nuestros dormitorios, la cocina, el baño o el salón, donde no existe ningún sistema de vigilancia de polución, aunque este aire pueda ser altamente tóxico.
Dos datos que no deberían pasarse por alto: de media, en los hogares hay más formaldehido y benceno, ambos agentes cancerígenos, y también es mayor la concentración de CO2 que en el aire exterior. Este último, en altas concentraciones puede producir dolores de cabeza, fatiga, etc.
Fuentes de contaminación en una casa
Dentro de nuestras casas hay cinco fuentes principales de contaminación: la que directamente procede del aire exterior; los contaminantes emitidos por los muebles y otros objetos; la emisión de paredes, suelos y otros elementos estructurales; aquellas emisiones que tienen que ver con las actividades que llevamos a cabo dentro de la casa y con los productos que utilizamos para distintas tareas y, por último, las que se deben a la presencia de personas, animales y plantas.
Pero en nuestras casas no sólo hay fuentes de contaminantes, también podemos tener elementos que nos ayuden a eliminar o reducir la concentración de las especies nocivas. Por ejemplo, algunos tipos de plantas y de pinturas (diseñadas para eliminar ciertos contaminantes) o un purificador de aire. Además, siempre podemos diluir abriendo las ventanas.
Contaminantes y efectos en la salud
Muchos de los contaminantes comunes en el aire exterior también están presentes en el aire de nuestras casas: óxidos de nitrógeno (NO2 y NO, los contaminantes que emiten por ejemplo los vehículos diésel), partículas (polvo, partículas de origen biológico como las responsables del contagio de la covid-19, etc.), ozono (O₃, como el que aparece en la capa de ozono en la alta atmósfera o el que se forma en ciudades muy contaminadas en la baja atmósfera), peróxidos (compuestos como el H₂O₂ que son muy oxidantes y, por tanto, dañinos para nuestra salud), etc.
Algunos de estos contaminantes, como el formaldehido (compuesto altamente irritante), compuestos terpenoides (compuestos orgánicos aromáticos y volátiles que están constituidos por la unión de unidades de un hidrocarburo de 5 átomos de carbono, llamado isopreno y que suelen estar presentes en ambientadores, productos de limpieza, etc.), CO₂, CO, etc. pueden alcanzar concentraciones mucho más altas que en el exterior.
Medidas para minimizar la exposición
¿Pero qué podemos hacer para asegurarnos de que la exposición que sufrimos a esos contaminantes se reduzca lo más posible?
Si se trata de un lugar poco contaminado, la mejor herramienta es mejorar la ventilación de la casa, o sea, abrir las ventanas siempre que sea posible, y así nos aseguraramos de que todos esos contaminantes que se generan en el interior de la casa se van a diluir con el aire exterior. Si no es nuestro caso, pensemos en instalar purificadores de aire o algún tipo de filtro en su sistema de climatización. Pero cuidado, no todos los purificadores de aire son eficientes y buenos para su salud…
En el diseño de las casas se ha de tener en cuenta que las habitaciones muy pequeñas suelen estar asociadas con mayores concentraciones de contaminantes. Conviene asegurarse de que el garaje no está conectado directamente con habitaciones donde se pase mucho tiempo. Los puntos de ventilación han de ponerse en la posición más adecuada en los baños y cocinas, evitando materiales para los suelos que puedan ser fuente de contaminantes (por ejemplo, un suelo cerámico emite menos contaminantes al aire interior que un suelo de madera). En conclusión, hablar con los arquitectos y comentarles estas preocupaciones será de ayuda. Cada día hay más profesionales preocupados y formados en este tema.
Además, evitemos, si es posible, utilizar aparatos basados en la combustión, tanto para calentar la casa como para cocinar. En el caso de tener que usarlos, aseguremos que la ventilación de la habitación donde están estos elementos sea adecuada y de que la campana extractora y la canalización de la chimenea funcionan adecuadamente.
Productos sin aromas para la higiene y la limpieza
Elijamos cuidadosamente los productos que utilizamos para la higiene personal y la limpieza de la casa. Tengamos en cuenta que los aromas sólo sirven para enmascarar otros olores, y todos ellos son fuentes de los llamados compuestos orgánicos volátiles (COVs). Estos compuestos suelen aparecer en mayores concentraciones en nuestros hogares que en el exterior, y la mayoría de ellos, aunque no tóxicos por sí mismos, cuando se descomponen en el aire interior terminan formando compuestos como el formaldehido, que tiene importantes efectos negativos en la salud.
Evitemos también el uso de ambientadores, ya que son una importante fuente de COVs.
Además, no es en absoluto aconsejable fumar dentro de casa o encender elementos tales como barras de incienso, velas, etc. Si se utilizan se estarán introduciendo fuentes innecesarias de contaminantes.
Plantas de interior que limpian
La presencia de plantas puede disminuir los niveles de contaminantes interiores. Algunos ejemplos son: espatifilo, dracaena ‘Golden Coast’ y Zamioculcas.
Las aspiradoras con filtro HEPA se ha visto que disminuyen la concentración de partículas (polvo), mientras que, si se barre, se aumenta la concentración de polvo en suspensión.
La pintura ecológica no es siempre una solución
Si recientemente le han entregado su casa o la ha remodelado o pintado, si le es posible, ventile, y no viva en ella durante al menos un mes. Se ha observado que los niveles de la mayoría de los contaminantes asociados al remodelado y pintado de una casa bajan con el tiempo y la ventilación.
El uso de pinturas ecológicas no siempre va asociado a la emisión de menor concentración de contaminantes. Estas pinturas en muchas ocasiones emiten menos contaminantes regulados (incluidos en la legislación), pero no tanto menos contaminantes no regulados.
¿Le quedan todavía dudas? En general, el sentido común suele funcionar en estos casos, ¿o nunca había pensado que quizás cocinar con gas puede ser peor para su salud, desde el punto de vista del aire que respira, que con una cocina eléctrica? ¡Seguro que sí!
(*) Contaminación atmosférica, Universidad de Castilla-La Mancha