Junto con la caña de azúcar y la soja que crecen en los campos del interior del estado de San Pablo en Brasil, este año los campesinos proyectan plantar una semilla diferente por primera vez: trigo.
Los precios internacionales del cereal subieron desde que Moscú invadió a su vecina, pues Rusia y Ucrania representan 30% del comercio mundial de trigo. La suba es un reflejo del temor generalizado de que esas naciones no puedan entregar trigo a los muchos países que dependen de su importación.
En un momento en que los costos de los alimentos están tocando niveles insospechados, ya se empieza a hablar de “hambruna destructiva”. Las crisis tiene repercusiones en Brasil y Argentina, productores de todo tipo de granos, carnes y frutas.
Muchas empresas agrícolas en la región se aprestan a recibir ganancias insospechadas por los commodities. Pero al mismo tiempo, el alza de los costos o la posible escasez de insumos vitales – como combustibles, fertilizantes y forraje – podrían entorpecer la posibilidad de asegurar al mundo la provisión de alimentos.