La agresión a Ucrania, la reacción de las potencias occidentales y de toda Europa, en general.
Junto con amenazas de usar armas nucleares “de ser preciso”, plantean un escenario desconocido e impensable hace pocas semanas.
Las sanciones contra Moscú son inéditas por su variedad y extensión. Como telón de fondo, está claro que se avecina una crisis en el mercado global de alimentos.
Así como en del petróleo y el gas que alcanzan precios siderales.
Todavía queda por develar la incógnita china. Beijing dice que apoya a Rusia. Hasta que límite está por verse. Los europeos, en tanto, piensan en fortalecer sus defensas y en resucitar la OTAN (Organización del tratado del Atlántico Norte.
En este contexto numerosas voces plantean si no ha llegado la hora “de la desglobalización”. Después de décadas de avanzar en la dirección contraria, las recientes interrupciones en las cadenas de suministro complicando procesos industriales y tecnológicos, destacan las ventajas de la producción in shore.
Las empresas grandes tech, impulsan el debate. Los datos recientes indican que los cinco gigantes del sector (Alphabet, Amazon, Apple, Meta y Microsoft), juntas, han invertido US$ 280 mil millones el año pasado. Una cifra que equivale a 9% del total de la inversión estadounidense.
Los tradicionales negocios de hace 10 años han perdido atractivo y todos quieren descubrir la próxima gran oportunidad. Por eso exploran campos tan diversos como driverless cars o quantum computing.
Por otra parte, ya no basta con la clara y transparente presentación de los datos financieros anuales, para cimentar el prestigio y la reputación de una empresa. Ahora la presión es para que en los informes anuales haya también transparencia no financiera. Hace falta dar toda la información sobre las famosas cuatro P en idioma inglés (people, profit, planet y purpose). La gente, las utilidades, el planeta y el propósito de una empresa.