La marca de moda californiana Christy Dawn es uno de los más recientes ejemplos de cómo la revolución “farm to closet” (de la granja al ropero) está expandiéndose. Esta firma está ampliando este modelo en un intento por aumentar la agricultura regenerativa.
Una herramienta clave para hacer que la cadena de suministro de la moda sea más sostenible y reduzca su huella de carbono.
El nuevo programa de la marca, The Land Stewardship, tiene como objetivo conectar a los clientes con el algodón del que está hecha la ropa y darles la oportunidad de apoyar a los agricultores que trabajan en la transición a prácticas de agricultura regenerativa.
Los clientes pagan 200 dólares para cubrir los costos de un agricultor en la India que apuesta a la transición (de prácticas de cosecha convencionales a regenerativas). Al final de la temporada, los clientes reciben un crédito de la tienda equivalente al valor del algodón que se cosechó, lo que en general, termina siendo un aproximado a los 200 dólares iniciales. La marca no lo ve como una “donación “sino como una “inversión en el proceso”.
Otras marcas han comenzado a reconocer que no es suficiente comprometerse a comprar más fibras sostenibles, también deben ser parte de su producción. Empresas como Kering, Eileen Fisher, Patagonia han ayudado a financiar a los agricultores que hacen la transición a más prácticas de agricultura sostenible, compartiendo algunos de los costos iniciales con los agricultores, firmando contratos de compra a largo plazo, ayudando con la investigación u otras necesidades técnicas y otorgando subvenciones destinadas a impulsar transiciones a gran escala.
Este apoyo es crucial para los agricultores que de otro modo no serían capaces de asumir el riesgo de hacer la transición de sus prácticas por su cuenta.
La industria de la moda necesita encontrar formas de humanizar la sustentabilidad y trabajar con los consumidores de una manera más transparente y colaborativa.
Estas acciones pueden ser la manera de inspirar un cambio de mentalidad en cómo las personas se conectan con su ropa, con quienes las fabrican y los impactos en el planeta.
Empujar a los consumidores a convertirse en participantes de este proceso y la creación de nuevos ecosistemas en los que la industria de la moda, los agricultores y los consumidores trabajen codo a codo por el cambio ambiental se muestra como una manera efectiva de generar impacto a escala.