Hace más de 2000 años, estos dos griegos observaron que el consumo de alcohol de los progenitores tenía una clara influencia en sus hijos.
Actualmente, sabemos que no estaban descaminados: los estudios científicos señalan que hay cuatro veces más probabilidades de que una persona sea alcohólica si sus padres lo son.
La heredabilidad es un dato que nos dice en qué proporción un rasgo o una enfermedad se debe a la influencia genética. Este dato se ha estudiado en muchas adicciones a sustancias y comportamentales.
Así, sabemos que el papel de los genes en adicciones como el alcoholismo, el tabaquismo o el consumo de cocaína puede llegar a ser de hasta un 60%. En el caso de las adicciones comportamentales, como al juego o a la pornografía, los genes parecen influir hasta en un 50%.
¿Está el destino escrito en los genes?
La herencia genética parece tener un importante papel. Al menos, en la mayor predisposición a desarrollar una adicción. No significa que esté escrito en el destino y no haya escapatoria.
Alegrémonos, porque en ningún caso se ha observado que la heredabilidad de una adicción sea del 100%. Eso indica, como ya ha confirmado la literatura científica, que otros factores (ambientales, sociales y psicológicos) desempeñan también un importante papel.
Las primeras investigaciones para determinar la importancia de los factores genéticos en las adicciones fueron familiares. En ellos se estudiaba a un adicto y a sus familiares en primer grado.
Sin embargo, era difícil discernir el papel de los genes y separarlo de otros factores, como los ambientales. Por ello, comenzaron a realizarse estudios en gemelos y en adopciones realizadas inmediatamente después de nacer. A pesar de presentar ciertas limitaciones, demostraron que los factores genéticos parecen tener un peso muy importante en el desarrollo de la adicción, pero no exclusivo .
¿Cómo se conoce qué genes están relacionados con una determinada adicción? La importancia de una letra. Después de los estudios familiares, se identificaron los genes implicados en la vulnerabilidad a las adicciones.
Las investigaciones del genoma humano han demostrado que los humanos compartimos un 99,9% de nuestra secuencia genética. En esta pequeña variación del 0,1% están las diferencias interpersonales. Por ejemplo, el color del cabello, la altura e incluso el mayor riesgo de contraer ciertas enfermedades o tener mayor protección frente a ellas.
La variabilidad genética se ha relacionado, principalmente, con lo que llamamos polimorfismos de nucleótido simple (SNP, por sus siglas en inglés). Estos corresponden a una variación en la secuencia de ADN que afecta a una única base en la secuencia del gen: un cambio minúsculo que puede modificar por completo la funcionalidad de la proteína codificada por ese gen .
Por lo tanto, un cambio de una única letra, de una única base, puede hacer que una persona tenga mayor predisposición a una adicción o mayor protección frente a ella. Es el caso de uno de los primeros genes que se identificó como marcador biológico en el alcoholismo.
Cuando consumimos alcohol, éste tiene que metabolizarse para poder ser eliminado de nuestro organismo. Si no, se acumula y provoca la temible resaca. Existe un polimorfismo genético en una de las enzimas encargadas de metabolizar el alcohol, la alcohol deshidrogenasa 2 (ALDH2).
La mayoría de la población es portadora de un gen que codifica una proteína funcional que metaboliza de manera normal el alcohol consumido. Sin embargo, un porcentaje de la población presenta un cambio de una única base en la secuencia del gen de la ALDH2. Esto da lugar a una variante menos activa de la enzima.
La población que posee este cambio no metaboliza correctamente el alcohol. El resultado es un acúmulo de acetaldehído en la sangre y, como consecuencia, un efecto desagradable que lleva al rechazo de su consumo.
El 50% de las personas de etnia oriental poseen la variante de la enzima. De ahí la baja incidencia de alcoholismo en los países orientales.
Epigenética: el estilo de vida
Aunque nos parezca extraño, la expresión de nuestros genes puede ir cambiando a lo largo de nuestra vida. Los factores ambientales interaccionan con nuestros genes, provocando procesos bioquímicos que modifican la estructura general del ADN sin modificar la secuencia del material genético. Es lo que llamamos epigenética. Las modificaciones epigenéticas dan lugar a importantes cambios en la expresión de genes: desde el silenciamiento hasta la hiperexpresión.
El entorno familiar, los cuidados de nuestros progenitores, la edad a la que se tiene el primer contacto con la sustancia adictiva o la dieta son algunos de los factores que provocan cambios epigenéticos. Modifican nuestro comportamiento frente a la adicción.
Conocer cómo estos factores afectan a nuestros genes es esencial para diseñar mejores políticas de prevención de drogas.
Curiosamente, los cambios epigenéticos afectan a nuestros genes incluso antes de nacer, durante nuestra vida intrauterina. De hecho, se han descrito importantes modificaciones epigenéticas en fetos con Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF) debidas a la exposición al alcohol ingerido por sus madres.
Los factores psicológicos también son importantes en los cambios epigenéticos que conducen a un mayor riesgo de sufrir dependencias y adicciones. El estrés, las personalidades impulsivas y la depresión modifican los genes implicados en el sistema de recompensa cerebral, produciendo un efecto en la conducta del individuo que puede desembocar en el desarrollo de la adicción.
Es evidente, por tanto, que los factores genéticos tienen un peso importante en la vulnerabilidad frente a las adicciones.
Los continuos avances en genética y epigenética pueden contribuir no sólo a una mejor comprensión de las bases moleculares de las adicciones, también pueden abrir vías hacia nuevos métodos de prevención, diagnóstico y tratamiento que contribuyan a aliviar el sufrimiento de los pacientes y el elevado coste social del trastorno adictivo.
(*) Gema Díaz Gil es Profesora de Anatomía y Embriología Humana, Universidad Rey Juan Carlos; y Raquel Abalo Delgado es Catedrática de Farmacología, Universidad Rey Juan Carlos.