Una es la confirmación de AT&T de que vende Warner Media a Discovery, productora de programas de televisión y videos. La otra es el deseo de Amazon de comprar el legendario estudio cinematográfico MGM (Metro Goldwin Mayer).
Cada uno de ellos da su propia respuesta a la pregunta de cuándo — y cuándo no –se justifica integrar distribución y contenido. Parecería que la de Amazon es la mejor respuesta.
Todo este movimiento muestra el enamoramiento de Wall Street con el video en streaming en general, y con Netflix en particular, aunque en los últimos meses el número de suscriptores está creciendo algo menos. La pandemia aceleró tendencias que ya son visibles: los estudios cinematográficos sufren con los cines cerrados, y la gente encerrada en sus casas bajan contenido de la web.
Paralelamente, Amazon se benefició con la pandemia. Su servicio Prime tiene 200 millones de suscriptores y le hace frente a Netflix, que tiene 208 millones. Amazon permanentemente intenta ampliar su base de clientes. Por eso tiene sentido para la compañía incorporar la enorme cantidad de películas de MGM
Por otra parte, la retirada de AT&T podría interpretarse como un intento de enmendar el error de hace tres años, cuando en 2018 su compra de Time Warner fusionó telecomunicaciones y programación televisiva y generó una gran polémica entre los reguladores de Estados Unidos. La venta planeada aliviaría US$ 150.000 millones de la deuda de AT&T y la dejaría en mejores condiciones para dar la batalla de la banda ancha 5G.
La competencia por el contenido debería resultar en más opciones para los consumidores. El temor, sin embargo, es que el entretenimiento se esté convirtiendo en un mercado donde lo que más importa es el tamaño. Los consumidores podrían terminar pagando el precio de ser un público cautivo sometido a aumentos de tarifas.
