sábado, 28 de diciembre de 2024

En el actual escenario, la pobreza seguirá en aumento

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Según los últimos datos relevados por el INDEC, la pobreza durante el segundo semestre de 2020 alcanzó al 31,6% de los hogares y al 42,0% de los habitantes de los aglomerados urbanos encuestados.

Por su parte, el 7,8% de los hogares y el 10,5% de las personas tienen ingresos por debajo de la línea de indigencia. En términos de personas, estamos hablando de 12.000.998 por debajo de la línea de pobreza y 3.007.177 indigentes.

Este es el análisis y la interpretación que hace el área de Asuntos Económicos de Llorente y Cuenca de Argentina con el apoyo del equipo que coordina el economista Luis Secco, licenciado en Economía y Magister en Disciplinas Bancarias de la Universidad Nacional de La Plata, y director de la consultora  Perspectiv@s Económicas.

Respecto del segundo semestre de 2019, significa un incremento de 6,6 puntos porcentuales y de 2.064.287 personas en el número de pobres relevados por el INDEC. Es de esperar que estos indicadores se deterioren adicionalmente durante 2021, sobre todo si tomamos en cuenta el escenario de bajo crecimiento y alta inflación que tenemos por delante.

De la información suministrada por el INDEC, creemos que vale la pena resaltar lo siguiente: el 57,7% de los niños entre 0 y 14 años son pobres y un 15,7% son indigentes; ello contrasta fuertemente con los niveles de pobreza del segmento de mayor edad de la población, donde sólo un 11,9% (de los mayores de 65 años) se encuentra por debajo de la línea de pobreza (y sólo un 1,0% son indigentes).

De cada 100 pobres, hay 32 que corresponden a la franja de 0-14 años, 28 tienen entre 15 y 29, 37 entre 30 y 64 años, y sólo 3 tienen más de 65 años. Proporciones similares se dan entre los indigentes. Resulta bastante evidente que las políticas de contención social deberían enfocarse primariamente en la población de menor edad, que es donde la incidencia de la pobreza resulta más inquietante.

No sólo por la vulnerabilidad a la que son expuestos los niños, sino también por sus consecuencias sobre el futuro. La literatura y la evidencia empírica son muy terminantes respecto de que no hay mejor inversión social que la que se realiza en los primeros años de vida de una persona.

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