El escritorio remoto, una solución peligrosa
Lo que hoy conocemos como “escritorio remoto”, “terminal” o “escritorio virtual” es una evolución de las terminales (teletipos) que provenían del sistema telegráfico y que casi en paralelo se incorporan como periférico con la aparición de los primeros computadores.
Evolucionaron y se adaptaron a todas las tendencias de la tecnología, exitosas y fallidas, hasta lo que hoy conocemos. Prácticamente cualquier dispositivo que utilizamos a diario puede, técnicamente hablando, operar como huésped o servidor de una sesión remota.
La posibilidad de acceder de manera remota a un dispositivo es de mucha utilidad para su administración, gestión y usabilidad, reduciendo costos y tiempo, facilitando el despliegue de tecnología y convirtiendo al equipo de tecnología y usuarios en personas “ubicuas”. Con la llegada de las telecomunicaciones y el Internet se incrementó la distancia posible del enlace, y con ello perdieron relevancia temas como la seguridad física y las fronteras con todas sus implicaciones.
Existen miles de herramientas disponibles en el mercado, cada una más fácil o más especializadas que otras, sin embargo, todas se encuentran ante un grupo más reducido de estándares y protocolos que ha llevado a que cualquier persona pueda hacer uso de esta tecnología para, por ejemplo, revisar la computadora de su casa desde la oficina, hacerle soporte técnico a un familiar, etc. Y aunque la tecnología ha madurado en términos de ciberseguridad, que no se convierta en un riesgo, en la práctica depende del usuario que lo implemente.
Acceso remoto
Como ejemplo de ello, Google ofrece una extensión denominada “Chrome Remote Desktop” que permite a un usuario acceder remotamente al equipo en el cual lo instaló, pero esta aplicación no requiere de privilegios de administración del computador, y para restringirlo requiere de herramientas y procedimientos que las empresas no siempre cuentan. O “TeamViewer” (una de las más famosas en este rubro) es una herramienta que permite ser ejecutada sin requerir privilegios de administración.
Luego tenemos soluciones implementadas formalmente por las organizaciones, desde las orientadas a dar soporte técnico hasta plataformas que resuelven la problemática de entornos que no fueron diseñados para trabajar fuera de redes locales, simplificar/optimizar licenciamiento o simplemente acelerar la adopción del trabajo remoto. En muchos casos, es la virtualización de un equipo de escritorio que se ejecuta en ambientes centralizados.
La problemática que plantean estas soluciones radica en la posibilidad que ocurran accesos de terceros no autorizados y su implementación puede realizarse sin los controles apropiados como consecuencia de la urgencia o impericia del usuario que lo haga.
La necesidad de retomar las operaciones con limitaciones de movilidad en pandemia disparó el uso de estas soluciones. Su implementación supone que en muchos casos las decisiones fueron tomadas en base a las opciones más cercanas y no necesariamente las apropiadas. A su vez, puede que dicha adopción no se haya realizado con un enfoque holístico, obviando los riesgos asociados como consecuencia de este nuevo servicio.
Ante esta realidad, los usuarios deberían en primer lugar tomar conciencia de que todas las personas (naturales y jurídicas – grandes y pequeñas) están igual de expuestas, y por ello deberán reconocer cómo y dónde se están utilizando estas tecnologías en su negocio. Luego se deberá identificar cómo está implementada la solución, su configuración y los riesgos asociados, para entonces abordar las acciones necesarias para su remediación.
Estas herramientas ocupan hoy un lugar primordial en el negocio, y en muchas ocasiones se implementaron como medidas temporales. Sin lugar a duda urge que toda organización realice las evaluaciones necesarias que permitan minimizar los riesgos ocasionados por los cambios de este último año.
(*) Socio de PwC Argentina.
