Estos desechos contienen algunos de los materiales más contaminantes para el medio ambiente: de las 14 millones de toneladas de basura que se producen al año, el 14% corresponde a envases descartables (de los cuales se recicla solo un 30%), según un trabajo de la consultora Trendsity.
En Argentina, abrió pocos días atrás Cero Market, el “supermercado sin envases”, el primero de su tipo en nuestro país y que promete hacer realidad la idea de muchos consumidores de compra “a granel”. Nuestro país, de esta manera, parece comenzar lentamente a ponerse a tono con la tendencia mundial que incluye grandes empresas como Unilever, que prometen que para el 2025 sus envases de plástico van a ser reutilizables, reciclables y compostables, utilizando al menos un 25% de plástico reciclado en sus envases.
En sintonía, Nestlé tiene en el horizonte que el 100% de sus envases sean reciclables o reutilizables para 2025 mientras que Coca-Cola European Partners (CCEP) ha revelado que todas las botellas de plástico de todas sus marcas principales fabricadas en Gran Bretaña ahora están hechas con un 50% de plástico reciclado (rPET) y Bimbo lanzó un programa de reciclaje para sus bolsas de plástico.
Es evidente que nos encontramos frente un cambio de era, cuando vemos en ejemplos más concretos las tasas reusables de Mc Donalds o la opción de comprar gin artesanal en bolsas recargables, o el muy interesante y creativo proyecto de Samsung donde las cajas de sus TV se convierten en cajas para disfrute de los gatos del hogar.
También el muy interesante proyecto de la compañía TerraCycle en asociación con algunas de las mayores compañías de productos de consumo del mundo presentó un sistema global de compra y modelo de reutilización, llamado Loop, que servirá para comprar productos por la web con packaging reutilizable que, luego de usar, la compañía pasará a buscar, limpiará, rellenará y volverá a llevar al consumidor.
Desde ya, más allá del material, el ciclo de vida de los productos es una deuda pendiente para la Argentina que debería sintonizar con las nuevas concepciones de la economía circular y las empresas de triple impacto.
La sanción de una Ley de Envases que establece responsabilidades y sanciones económicas para quienes contaminan podría ser un mecanismo que impulse aún más la innovación de las empresas en este sentido y activar mecanismos para recuperarlos, seleccionarlos y facilitar que la industria recicladora transforme ese material en una nueva materia prima para la elaboración de otros productos.