La grieta entre EE.UU y China ya no es de índole económica

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Comenzó imponiendo aranceles, pero ahora las diferencias son ideológicas, dice el Financial Times.

El editorial de ese diario arranca hoy con un párrafo que lo explica todo:

“En este año de esperanzas frustradas, pocas han sido más significativas que el acercamiento EE.UU.- China. Los dos países firmaron la fase uno de un acuerdo comercial en enero. El presidente Donald Trump también elogió el manejo que hizo Xi Jinping del entonces incipiente coronavirus. El camino parecía abierto para lo que los escépticos en Washington decían que siempre había sido el plan de Trump. Se terminaría adjudicando – engañosamente — una “victoria” en comercio, acentuaría el éxito de su linea dura frente a Beijing y avanzaría triunfal, con el agradecimiento del mercado bursátil, hacia su reelección”.

Pero eso ahora parece historia antigua. La semana pasada Estados Unidos cerró el consulado chino en Houston, argumentando robo de propiedad intelectual. China respondió de la misma forma: cerró la misión diplomática norteamericana en Chengdu. Ambos países intercambiaron agrias acusaciones sobre la Covid-19.

Las quejas de Washington pasaron de las prácticas comerciales al modo autoritario de gobierno y califica a China como una superpotencia que amenaza al mundo libre. Esto sí que hace pensar en una nueva guerra fría, dice el diario. Todavía no se ha llegado a esa etapa pero la dirección de la trayectoria es inconfundible.

Dentro de China se habla de la democracia liberal de Occidente como “lo que no hay que hacer”, algo muy inferior al estatismo chino y al gobierno de partido único. En Estados Unidos, la objeción filosófica al modo de gobierno chino es compartida también por muchos demócratas.

El conflicto, por lo tanto, al ser mucho más profundo que las diferencias comerciales, es también mucho más difícil de zanjar.

 

 

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