Con la irrupción de la pandemia por coronavirus, en las últimas semanas aumentó fuertemente la intervención estatal en la economía y en la vida de las personas, e inclusive existen muchas opiniones sobre si permanecerá en el futuro, a través de un reseteo de la economía capitalista.
Esta es la esencia del debate que recoge Marcelo Capello, economista y consultor del IERAL de la Fundación Mediterráena. Con la emergencia devinieron necesarias ciertas restricciones estatales para algunas libertades individuales, como la de la movilidad, y al respecto surgieron también voces indicando que dicha característica podría perdurar en el futuro, aún luego de superada la pandemia, e inclusive que podría dar lugar a un mayor autoritarismo político en algunos países.
En realidad, la mayor intervención estatal que se observa por estos días en muchos países, como consecuencia de los esfuerzos para morigerar y superar los efectos de la pandemia, responde en gran medida a las razones para la acción estatal que se justifican en el marco de una economía de mercado o mixta, que se hallan estudiadas y bien definidas en la literatura clásica de la economía del sector público.
Como es conocido, dichas razones para la intervención pública están relacionadas con la corrección de fallas de mercado, la redistribución de ingresos de la población y la estabilización de la economía.
A partir de las funciones básicas del Estado planteadas por Adam Smith, y tras posteriores aportes clásicos, keynesianos y de otras escuelas económicas, se llega a la citada clasificación sintética propuesta por Richard Musgrave en 1965).
Corregir fallas de mercado, pues los mercados privados suelen tener problemas para lograr una eficiente asignación de recursos, cuando se está en presencia de bienes públicos, bienes de propiedad común, externalidades, competencia imperfecta o información imperfecta.
Corregir la distribución de la renta, por cuanto la distribución que suele surgir de una economía de mercado resulta generalmente concentrada, y la sociedad suele preferir la existencia de menor desigualdad, en función de algún criterio de justicia.
Finalmente, el estado interviene para estabilizar la economía, con sus funciones de manejo de la macroeconomía, pues las decisiones privadas descentralizadas difícilmente lograrían resultar coordinadas para encauzar las variables agregadas hacia objetivos socialmente deseables, como obtener una menor tasa de desempleo o una menor tasa de inflación.
Tales justificaciones teóricas para la acción estatal dieron lugar a una creciente intervención pública en la economía, especialmente a partir de la Gran Depresión de los años 30, el siglo pasado. Las crecientes funciones estatales condujeron a una mayor participación del sector público en la economía, principalmente entre la citada década del 30 e inicios de la década del 70.
No obstante, surgieron algunas reacciones teóricas frente a la creciente intervención estatal que se observó en esas cuatro décadas. Por ejemplo, la escuela de la Elección Pública (Public Choice) desde los años 50, con autores como James Buchanan y Gordon Tullock, comenzaron a plantear la necesidad de sopesar las “fallas del estado” frente a las “fallas del mercado”, ante la cada vez mayor injerencia estatal en la economía.
A su vez, en la macroeconomía, los autores monetaristas (Friedman, Fisher, Taylor, etc.) y posteriormente los nuevos clásicos en los 70s (Lucas, Sargent, Prescott, etc.), se encargaron de poner algún freno a los teóricos keynesianos, que habían predominado por cuatro décadas.