En diciembre de 2019, la balanza comercial bilateral de bienes con Brasil arrojó un superávit de US$ 200 millones para nuestro país, según explica el último informe de la consultora Ecolatina.
Si bien este resultado marca un menor saldo favorable respecto de igual mes de 2018 (US$ +260 millones), el deterioro obedece más a factores estadísticos y coyunturales que a aspectos estructurales.
En este sentido, resalta la caída de las exportaciones (-6,4% i.a. interanual), que obedece a una elevada base de comparación: en diciembre de 2018 las mismas habían crecido casi 30% i.a.. De hecho, si el punto de comparación se traslada a diciembre 2017, nos hallamos frente a una mejora de casi 20%. Por su parte, las importaciones avanzaron 0,4% i.a., cortando así una racha de diecinueve meses en rojo y de quince meses con retrocesos superiores al 20%.
En consecuencia, aunque esta dinámica reduce el saldo comercial, revertir semejante deterioro es una muy buena noticia -aun cuando solo sea un mes y no baste para marcar una tendencia-.
Esta dinámica de menores exportaciones y mayores importaciones se explica por dos motivos. Por un lado, por la apreciación cambiaria que acumuló nuestro país en el último bimestre (-6%). Aunque la competitividad cambiaria está en mejores niveles que hace un año atrás -base de comparación-, sostener nominalmente al dólar implica una fuerte revalorización del peso en este contexto de elevada inflación.
En este sentido, es importante que la divisa comience a deslizarse en pos de no resignar la mejora cambiaria pos agosto. Por otra parte, nuestra economía arrojó algunas tibias señales de recuperación al cierre del año pasado. Si bien estamos lejos todavía de afirmar que la recesión quedó atrás -de hecho no parecería ser el caso-, estos atisbos de mejora posiblemente hayan incrementado la demanda de productos brasileños -así como también de la producción local-.
Con estos números, la balanza comercial acumuló un superávit de US$ 1.020 millones en 2019, más que revirtiendo el déficit de casi US$ 4.000 millones alcanzado en 2018. Si consideramos que fue el primer saldo positivo con nuestro principal socio comercial desde 2003, las mejoras estadísticas se tornan aún más interesantes.
Ahora bien, no todos los aspectos son favorables. Por caso, esta recuperación obedeció al desplome importador (-36% i.a.), ya que los envíos al país vecino se redujeron en 4,5% i.a. durante 2019. Como resultado, el flujo de comercio pasó de US$ 26.000 millones en 2018 a US$ 20.000 millones el año pasado (-23% i.a.) marcando la delicada situación por la que atraviesan ambas economías.
De cara al 2020, las perspectivas son optimistas; de hecho, las proyecciones de crecimiento para la economía brasileña -aunque todavía en niveles magros- volvieron a crecer el mes pasado luego de sucesivos recortes. Concretamente, proyectamos que el saldo positivo se mantendría durante este año y rondaría los US$ 1.200 millones, un número nada despreciable en este contexto de fuertes necesidades financieras en moneda dura.