Si bien el origen de las cadenas de bloques está vinculado al surgimiento de las criptomonedas, sus características pueden ser fácilmente aprovechadas por los sectores más diversos ya que, en última instancia, blockchain es una tecnología centrada en garantizar confianza y transparencia, sin la necesidad de apoyarse en autoridades centrales. Esto lo logra debido a que, muy a grandes rasgos, funciona como un registro de datos online, o una bitácora digital, prácticamente incorruptible. En ella, solo se puede agregar nueva información pero nunca modificar o eliminar la existente sin que toda la comunidad involucrada se percate de ello. Además, en lugar de tener información centralizada en una sola computadora –y con unos pocos usuarios con capacidad de modificarla– una cadena de bloques está replicada a lo largo red de pares y se encuentra protegida por mecanismos criptográficos.
Así, blockchain tiene una particularidad que hasta el momento no se daba en el mundo digital: es imposible que una persona, ni siquiera quienes almacenan una copia de la información, puedan alterar datos en la cadena de bloques. Esta arquitectura fue clave para que la comunidad confiara en bitcoin como un activo virtual sin el respaldo de un Banco Central, pero cada vez es más claro que puede desprenderse fácilmente del ámbito económico para pasar a ser un soporte cada vez más versátil para muchos procesos que, en su momento, nadie había imaginado.
Ahora bien, más allá de que a escala internacional –e incluso en nuestro país– ya hay montones de iniciativas destinadas a explorar los aportes de blockchain, el terreno todavía es muy vasto. Y es aquí donde aparece el peligro de la futurología: el de un discurso acrítico que comienza a ver un mundo revolucionado por blockchain.
Sin embargo, es posible separarnos de la especulación para afirmar que sí, blockchain va a traer cambios. Muchos procesos van a ser optimizados y gran cantidad de actividades van a reconvertirse. Pero no debe tratarse de una transformación “per se” sino producto de un estudio de los aportes de esta tecnología en cada campo y del análisis de cada proceso y de las diferentes instancias de los mismos que hoy en día estén siendo redundantes.
Reducir intermediarios innecesarios
La promesa de blockchain de “eliminar intermediarios” va a ser efectiva en tanto analicemos qué intermediarios son los que hoy no están aportando un valor agregado en determinado proceso.
Por eso, hay que entender que blockchain no va a revolucionar todas las actividades. Pero sí traerá cambios profundos en muchos escenarios. Especialmente, en aquellos donde haya multiplicidad de partes involucradas y se vean beneficiados con un servicio de confianza, que viene acompañado de una forma irrefutable de demostrar transparencia.
Sectores como el de la medicina o el agropecuario van a encontrar mecanismos para complementar sistemas de trazabilidad y realizar seguimiento de vacunas o alimentos desde su origen hasta el consumidor. Podrán visibilizar todas las etapas de sus procesos: la temperatura exacta a lo largo de la cadena de frío, los días que estuvo en depósito e incluso la cantidad de combustible utilizada en su distribución. Todo ello de forma certificada por la misma tecnología. Como nadie puede alterar los datos ingresados en una blockchain, es prácticamente imposible falsificar información. Y esta misma lógica puede trasladarse a muchos otros espacios, desde cuestiones sencillas como asegurar que ninguno de los interesados ha modificado un contrato antes de ser firmado hasta esquemas más complejos como la auditoría de sistemas de documentación pública a escala nacional, o incluso esquemas de Identidad Digital Soberana, orientados a descentralizar el modelo actual haciendo énfasis en el empoderamiento ciudadano. Porque blockchain ya ha demostrado su capacidad de ser garantía tecnológica para que los usuarios puedan tener nuevamente un rol orgánico y no uno de consumo pasivo; para que los ciudadanos sean verdaderos dueños de sus datos, optimizar procesos, reducir costos, y que la información pública esté realmente disponible para la comunidad.
Cuando desde Blockchain Federal Argentina impulsamos un modelo colaborativo entre distintos sectores, lo hacemos convencidos de que la participación de la sociedad civil, la academia, los sectores de industria y comercio y el Estado –tanto a escala nacional como federal– pueden, cada uno, aportar sus propias ideas y experiencias para potenciar las capacidades que esta tecnología ofrece. Al fin y al cabo, ésta llega en cierto modo con el objetivo de descentralizar procesos y generar un motor de confianza en torno al consenso grupal. Blockchain tiene sentido cuando verdaderamente potencia la interacción entre pares y tiene éxito cuando esa cooperación consolida un servicio sólido, confiable y abierto.
(*) Director Nacional de Nic (Network Information Center) Argentina