A Donald Trump le gusta presumir de ser el responsable de la mejor economía de la historia de su país. De eso depende su reelección. Por lo tanto, no está dispuesto a dejar que se hagan realidad los presagios de recesión.
Las recientes preocupaciones sobre una desaceleración de la economía—incluso una recesión – no le caen bien al gran vendedor que en los últimos meses se vanaglorió de los datos económicos: la expansión económica más larga de la historia de Estados Unidos, menos desempleo, Salarios más altos y más gasto. Pero le llegan malas señales de los mercados financieros y de las bolsas de todo el mundo.
Estudia una reducción de impuestos temporaria para estimular la economía. Está claro que una reducción de impuestos se traduce en el corto plazo en un asumento del consumo, que constituye dos tercios de la economía norteamericana.
