Zapatero quiere revisar el concordato con el Vaticano

La idea es que España sea realmente tan laica como Uruguay, Chile o Costa Rica, algo que aún no logra Argentina. Se busca eliminar el sesgo católico romano en el protocolo y la presencia clerical en las fuerzas armadas.

26 octubre, 2007

No sería el primer intento de cortar lazos entre el papado y Madrid. De hecho, en 1527 el sumo pontífice puso en entredicho a España. ¿Qué había sucedido? Algo impensable hasta entonces: tropas de Carlos I (V en Alemania) tomaron Roma, la saquearon y cometieron todo tipo de tropelías, al mando del duque de Alba. Pero la primera separación formal por iniciativa española fue bajo la II república, en abril de 1931.

Durante la fase inicial del régimen, Francisco Franco Bahamonde pone la jerarquía católica bajo su control. Recién en 1953 firma un nuevo concordato. Entre otras cosas, autorizaba a los clérigos a hacer el saludo fascista, detalle que no pareció molestar a Pìo XII. Con el tiempo, fue preciso eliminar ese tipo de excesos y se subscribe otro concordato en 1979, ya bajo Juan Pablo II y con el liberal Juan Carlos I en el trono. O sea, el rey que el neofranquismo, enquistado en la autonomía madrileña, y media asamblea episcopal quieren ver abdicando.

Las autoridades del partido Socialista lo desmienten, pero tantas intrigas contra el rey reactivar presiones para denunciar el concordato y separar estado de iglesia. Eso no significa cortar relaciones diplomáticas con el Vaticano, por supuesto. Pero sí eliminar los capellanes militares, anacrónico ante una soldadesca cada vez menos católica, y desligar el protocolo oficial del calendario romano.

Este proyecto fue recientemente actualizado por un ”faux pas”: la multitudinaria proclama de discutibles santos y beatos vinculados a las fuerzas franquistas en la guerra civil. Roma no tuvo en cuenta los curas mártires del lado republicano. Por otra parte, el hostigamiento clerical a la educación laica es otro factor irritante para la sociedad civil.

No sería el primer intento de cortar lazos entre el papado y Madrid. De hecho, en 1527 el sumo pontífice puso en entredicho a España. ¿Qué había sucedido? Algo impensable hasta entonces: tropas de Carlos I (V en Alemania) tomaron Roma, la saquearon y cometieron todo tipo de tropelías, al mando del duque de Alba. Pero la primera separación formal por iniciativa española fue bajo la II república, en abril de 1931.

Durante la fase inicial del régimen, Francisco Franco Bahamonde pone la jerarquía católica bajo su control. Recién en 1953 firma un nuevo concordato. Entre otras cosas, autorizaba a los clérigos a hacer el saludo fascista, detalle que no pareció molestar a Pìo XII. Con el tiempo, fue preciso eliminar ese tipo de excesos y se subscribe otro concordato en 1979, ya bajo Juan Pablo II y con el liberal Juan Carlos I en el trono. O sea, el rey que el neofranquismo, enquistado en la autonomía madrileña, y media asamblea episcopal quieren ver abdicando.

Las autoridades del partido Socialista lo desmienten, pero tantas intrigas contra el rey reactivar presiones para denunciar el concordato y separar estado de iglesia. Eso no significa cortar relaciones diplomáticas con el Vaticano, por supuesto. Pero sí eliminar los capellanes militares, anacrónico ante una soldadesca cada vez menos católica, y desligar el protocolo oficial del calendario romano.

Este proyecto fue recientemente actualizado por un ”faux pas”: la multitudinaria proclama de discutibles santos y beatos vinculados a las fuerzas franquistas en la guerra civil. Roma no tuvo en cuenta los curas mártires del lado republicano. Por otra parte, el hostigamiento clerical a la educación laica es otro factor irritante para la sociedad civil.

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